sábado, 13 de agosto de 2016

A Miguelito, un amigazo



Jodido bancarse la parada, amigazo. Radical probo, amamantado en las tripas reformistas de la Franja, gomía sensato de una zurda prolija y fetén, heredero de Alem y de Irigoyen como te gustaba encarpetarte, ahora estás fundiendo biela empiojado con el mótorman del tranvía conserva donde el garquerío campestre saca lustre y apila biyuya a lo pavote. Es cierto, Miguelito, la naifa de labia interminable te sacudió el marulo como si fuera un sonajero. Urticaria te sacaba y tenías las pelotas por el suelo. De verla nomás por la tele, ya te supuraba un grano en las verijas, y así no se podía vivir. Pa colmos, los jefes del doparti te convencieron de que después de tantos años sin cazar un cuero, se podían salvar las papas con el hijo de un tano bicho que te iba a tirar unas monedas, secretarías, ministerios y lo que fuera. Un cacho de poder, ponele, tan nesario a los efectos.
Así que laburaste tupido para el ésito de la fórmula campiona. Había que cambiar y cambiaste, tanto que hasta te pusieron de patitas en la calle los socialdemócratas de la Europa. Pero todavía no te importa, porque de seguro se puede torcer el rumbo de un paquebot amarillo y bacán, te dicen,  y sí, te manyás la mortadela como si fuera jamón del medio y hasta lo bancás al don Morales, el jujeño, como si fuera un cana macanudo y bonachón. Antes que la yegua, cualquier cosa.
Pero hay algo que te jode, me lo confiaste la otra noche cuando embuchabas un tinto berreta en el cheboli de siempre.  Y es que de copetudo no tenés ni la hilacha del prepucio. Porque el viejo te hizo radicha y laburante; anti peronista, ponele, pero no gorila; demócrata, eso fundamental, lo que se da de culo con el trino derechoso del jailaife presidente. Te ves venir las relaciones carnales y sentís que te van a clavar como muñequito en la torta, te quema en el balero que un toco de gerentes, palurdos ricachones, te alministren el ispa y, a la final, te julepea que la mersa no entienda lo de la pesada herencia y termines embarcado en un helicótero endemientras los de siempre se piantan con la mosca hasta más ver.
Tranqui, Miguelito. La historia da revanchas y tiempo pa rajar a tiempo. Eso sí, mirá que el chamuyo de la corrución dura lo que la baranda de un dope. Tené la valija siempre lista pal espiante y, gomía de la infancia, sabé que en mi cotorro, por más que mi jermu se encule, siempre habrá un lugarcito para vos. Abrazo grande.