Me tienen harto con la pobreza. Las
bolas al plato, che, porque aquí nadies saca lustre de campeón en el destape ni
se faja de bute descubridor del quilombete sociológico. Bolazos. No jodamos. No
la vengan a contar. Y sí, están los que no llegan ni al 10 sino manyando
pulenta con pajarito y mateando con yerba secada al sol, los que se fajan
desnutridos y carecientes postas, los pobres de endeveras que los hay carradas
y para hacer dulce. Chocolate por la noticia. Pero me jode, me tienen con las
bolas al plato toda la sarta de analistas del joraca, economistas enjetrados, periodistas
de la perinola, empresarios bacanes y hasta sindicalistas impresentables que desfilan por la radio, los diarios y la
tele y se masoquean de luto, alvertidos endepronto por la esistencia de tanta
mishiadura. Ni hablar del namber uan, el inyeniero que nunca cazó una pala,
cajetilla de primera, que no se cansa de batir la mayonesa con el cartelito de
la pobreza cero.
Había entre los grecios de la
antigüedá, una parola muy aciertada: la “hypocrytes”, que en de separado quería
sinificar hypo= máscara y crytes= respuesta, o sea, chamuyar con máscaras, que
era lo que funcaba en el teatro cuando los actores se enchufaban mascaritas en
la escena. Así que así, la hypocrytes, que de eso se trata, es tan jovata como
la mismísima sociedá humana, y de seguro que hasta los faraones la praticaban
con la aprobación de Isis, Amón y los escribas alcagüetes. O sea, fingir ser
quien no se es, chantar una idea a contrapelo de lo que íntimamente se cree,
disfrazar un argumento pa tornarlo acectable. Y no me via meter en la cosa
personal, visto que todos ejercemos la hypocrytes como método, y es que si faroleáramos
sin máscaras, la esistencia se nos pondría jodida hasta con el gomía más gomía.
Así la cosa, en estos yornos de
morondanga, la hypocrytes del buen burgués baila el gotán en salón platudo. A
todo mersa de bien, grela o choma bien forrado y petitero, se le espianta un
lagrimón de plástico por los misihos más mishios, como si pudieran o debieran no
esistir, junando de coté pa no ver que al decir de la verdá, los pobres son al
sistema del mercado como el osígeno a los bofes. Y es que los que nada tienen, los
desheredados de todo y los que la yugan por chirolas, son los que a la final le
ponen el precio al trabajo y fajan a raya el salario del laburante.
En el fondo del fondo, el buen
burgués sabe enternecerse con los pobres buenos, los que acectan su pobreza
material y trabajan de sol a sol pa sobrevivir en un domún fulo, o con los cirujas
de la yeca (siempre que pasen lejos de su casa), o con los desahuciados famelos
que salen por la tele (mejor si no lo ven los pibes o en horario prudente).
Pero diferencian al pobre malo, eso sí, chorizo o malviviente, y ni hablar al
pobre jodido, el más jodido, que es el se queja a los gritos y encima en el trocén
donde la gente como uno se pasea en vuaturé. Milagro Salas, pal caso, es la
imagen del pobre más jodido por negra y protestona. Y con los ricos, sapa lo
mismo, aunque pa nuestro buen burgués, el rico hace lo que puede que es lo
mismo que él haría. Porque es difícil ser rico teniendo que disimular la
riqueza, gambeteando al estado de mierda que te quiere morfetear más de la cuenta, bancándote la queja del
sindicato, teniendo que encanar la guita en una cuenta en Suiza o las Bahamas,
inventando sociedades. Sin desconocer que también hay ricos jodidos, los peores
de todos, que son Cristina Fernández y todos los kirrneristas de alderredor, mpresentables,
ladrones, corrutos, que encima movían a los pobres con choriplanes y repartían
lo que no había.
Claro que con un poco de hypocrytes,
nuestro buen burgués quesería combatir a la pobreza. Ni poco ni tanto, ovio.
Porque tampoco es cuestión de que cualquiera, así porque sí, salga de yoping,
de vacaciones, se compre pilcha de marca y se faje con celular top como pasaba
con la yegua. Ni ahí. ¿A dónde iríamos a
parar? No habría pa todos, seríamos como Cuba o Venezuela. No, eso no. Eso es
populismo.
Así que así, según sarepe, la
mersa masmediera está comovida toda por la pobreza que se anuncia a diario en
porcentajes colifatos, en estadísticas pal julepe. Los chirolitas de los medios
se lucen más dolidos que la Teresa de Calcuta, caminan al borde del surmenage y
acectan muzarella que la cosa tampoco puede
arreglarse facilonga porque no hay banca pa todos, porque antes que repartir
los dividendos mejor la educación, porque algún día la riqueza de los ricos
derramará sobre los pobres en lluvia de bendiciones y bon vivir, porque mejor
que a este gobierno le vaya bien para que le vaya bien al pueblo. ¡Minga! Y prendemos y miramos los diarios y dale con
la manivela, con el verso. Y esto me
tiene los huevos al plato, ya lo dije.
Es cierto, este cronista morfa
macanudo, no le sobra pero tampoco le falta, y hasta se da el gusto de copetear
un tinto de los buenos cada tanto. Tiene techo y empilcha más o menos. ¿Y qué?
No le venga con la hypocrytes, o con el sover de sentir lástima por el mishio. ¡Lástima
las pelotas! Pa llorar está el templo de los frailes y el barbeta de arriba, si
esiste, nunca te da bola. Pesa la convición hecha deseo de que el día que el
pobrerío salte la cerca, será porque salga de la voluntá de sus mismas entrañas
y a la final haga tronar el escarmiento y dé vuelta la tortilla. Quien
suscribe, será entonces un soldado más, un farabute escribidor de la gran
maroma igualitaria. Endemientras, a pelar la mandarina con paciencia y a poner un
cacho de la vida en el preparativo de la menesunda que se viene. Si la vaya a ver,
ponganlén que sí o que no, pero aunque esté mirando crecer las plantas desde ajoba,
de seguro que las lumbrices de mis carnes desgraciadas harán florecer los
yuyos.