Cola barrilete que trajo la última
reunión en el bar buffé, hay que decirlo, no faltaron minusas que en encendidos
meils acosaron a este escriba por supuesto desprecio a la mujer, cuestión que
si merece réplica, nadies sabe. La verdá
verdadera es que la dotora Miriam era
petisa y tetona, sin vueltas, un bombón atómico, y eso no debiera afetar la
supicacia de otras percantas puesto que la sola almiración de tales atributos, en
las aulas del glorioso plantan piropo y elogio. Por lo demás, versó la crónica
en atención a la angustia del pobre Negro Gutiérrez y la ayuda siconalítica que
esta mesa consetudinaria brinda a los gomías, equivocados a o no, difícil
juzgar.
Y a mención del Negro Gutiérrez,
va que se aposentó esta noche igual de colifato, medio depre pero esaltado, más
pálido que alemán finado. Causa una sola: balurdo material en puerta. Le
dijieron que en la gomería, la fatura de luz se le iba a ir cinco o seis veces
arriba si le sacaban el susidio, y con todos los aparatos elétricos que tiene,
la aliniadora que alquirió que morfa a rolete, los dos rotores, la tele siempre
encendida pa los clientes que esperan, en fin, voy a laburar para pagar la
fatura de luz, dijo en un triperío de angustia
y aflición
Hacerlo entrar en razón al Negro
Gutiérrez es más difícil que acertarle al Quini. Tiempo al tiempo, lo primero
es lo primero. Cuestión plantiada, el susidio no es otra cosa que una ayuda
económica de caráter estraordinario que presta un organismo oficial a uno o más
particulares, esplicó el doctor Salvatierra, a lo mejor que imaginando que con
eso le ponía moño al paquete, y como si fuera poco, si se me permite, aclaró,
la palabra estraordinario no deja lugar a dudas y funca de simónimo, mismo que
decir provisorio, circustancial, o pasajero.
Santa palabra la suya que sabe ser
colorario de apasionadas trifulcas, pal caso no puso moño ni musculosa, nomás
un paléntesis que el Rengo Marinelli aprovechó para anunciar que, precavido, ya
había comprado el arsenal nesario pa encarar las fiestas navideñas: sidra de la
comunarda, champán para los paladares más esquisitos, vino de oferta pero tres
cuartos, nada de tretabric, tinto borgonia y blanco sobiñón, si quieren
empezamos a brindar, dijo, ahora que además, como se puede apreciar, canasta
navideña con todos los alminículos de estilo ya plantada arriba del mostrador,
sobre la cafetera antigua, para rifar con la grande de la provincia, ofreció,
mismas bebidas en unidades, un pan dulce, turrones varios, dos budines con y
sin frutas primera marca, tres frascos de escabeches obra de la Divina
Colombres, uno de palmitos y otro de chimi pa condimentar el consabido lechón,
lata de atún y cien de crudo pa la entrada, todo al módico precio de diez
mangos el número.
Un afano, se quejó Carlitos
Mercier tras cuenta rápida, a mil números son diez lucardas, Rengo, con eso te
vas Cancún, fija. Nada que ver, saltó la Divina, hoy de banca protagónica, que así
ofendida se pone más linda y se le inflan los pechos arriba del estaño, son
fondos pa mejorar las istalaciones, copas y vajillas. A otro con ese cuento, siguió Mercier, amuchado
al bailongo, pidan un susidio y si son kirrneristas seguro se los dan.
Temprano para peliar, mismo que pa
los brindis. Mejor que el Rengo guarde el escabio navideño, que provecho se le
hará en los días que vienen. Por ahora, Gancia Marcela con limón y soda, copa
de tinto al doctor Salvatierra y coca con ferné a los pibes del billar,
cuartirolo con pimienta, aceitunas y manices mientras marchan dos milanesas en
cuadraditos.
Estamos todos más un invitado que
arrimó el Ruso Urbansky como palpitando en que cara finaría la perinola. Amigo
de mi hija, la Rosita, Don Fermín Garganta, lo presentó, licenciado en marquetin
y gestión empresaria, así como lo ven, cuarentón de pinta esportiva abacanada,
cero zapán y mucho ginasio posta a la vista, pelucarda canosa como pintada por
Vangó, sonrisa odol y mano estendida pal saludo con firma y sello de manicura.
Justo lo que el Negro bruto andaba
necesitando pa la gomería, un caballero esperto en empresa, tira al pasar la
Divina Colombres desde el mostrador, mirada sedutora que le osequia a la pasada
mientras se acomoda los breteles del vestido. Mutis del Rengo Marinelli, que no
se va a poner celoso por tan poca cosa viniendo de la señora, preocupaciones
hay otras y pal caso esto de los susidios, ahora que aterriza, dice, ¿cuánto
vendrá en la prósima fatura del buffé?
Pero avanti: primera ronda de
vermuces sobre la mesa. Paciencia de rabino, el Ruso Urbanski se esmera en esplicaciones
corretivas: primero, que por ahora a lo menos el susidio se lo sacan a los
bacanes y está bien, que si tenés mosca pa veraniar en Pinamar, pa mantener
cantri o derpa fino, auto premiun y yate,
te sobra entonces para garpar servicios sin ayuda. Segundo, que más de
un seco en los papeles, ni es tan seco ni mucho menos otario. Hay un medio pelo
figurón y cajetilla porteño que bien puede pagar el gas natural como paga el
pobre de aquí por la garrafa, vamo al caso, y el que se banca la escuela
privada de los pibes, el cable, la interné ful, aire condicionado, la tele nueva chatita, de eso no se queja y bue,
también puede cuidarse en el consumo y pagar. Tercero y fundamental, que si las
cuentas no te cierran y sos rasca, llenás un formularios y pedís que te sigan
susidiando y ahí te agarra la afí , te manya y dita sentencia.
Erudita ponencia la del Ruso, será
que se quiere lucir delante del licenciado amigo de la hija. Hay que ahorrar,
no es cosa de gastar luz al dope, todo cacho de energía que haiga debe ponerse
al servicio del desarrollo con inclusión, argumenta Marito, el pibe de la
Cámpora, endemientras relojea la ubicuidá de las bolas sobre el paño y le pone
tiza al taco. ¿Y con el gas?, pregunta al ras del Rengo Marinelli. Lo mismo,
sigue Marito, recurso no renovable debe cuidarse y el que gasta mucho debe
pagar tacataca y por cuatro, es así, primero el desarrollo con inclusión.
Escuchenlón al pibe, la sabe de
manual, en cualquier momento lo ponen de gerente en Aerolíneas sacude Mercier,
peronista de Perón, las chiquisientas verdades justicialista siempre en la
manga. Y sonrisa del doctor Salvatierra, si se me permite, apoyo la ponencia
del joven billardista, hay un componente ecológico que no puede soslayarse, ya
lo decía Catón en su magistral crítica a Escipión el Africano cuando las
guerras cartaginesas, concentración de fuerzas, reserva de esfuerzos y
prodigalidad de embate en el punto esacto.
Primer silencio meditante, nunca es sencillo
entender pa donde apunta el boga con un vino encima. Nueva irrución de la
Divina Colombres, que se arrima a la mesa con los platitos de mila en
cuadraditos y batiendo las ancas como en pasarela de alta costura, sería bueno escuchar al licenciado, propone y
piropea, más trátandose de un caballero tan atildado y buen mozo. Rubor del tal
Garganta, no me haga hablar, señora, dice, más prefiero escuchar.
Difícil que el chancho vuele como
que el quía vaya a zafar de opinión. Pero deámosle tiempo, se adelanta Carlitos
Mercier, ironía justicialista para calzar el muñón en la llaga: ahora que son
todos kirrneristas, digo yo, ¿quién acectaría el convite de la Presidenta y se
anotaría de voluntario para que le saquen el susidio?
Silencio a mí no me mires. Revolea
de Mercier: a ver, espero y anoto, ¿quién
se apunta? Silencio no me mires por dos. Segunda ronda de vermuces. Una
opinión, por favor licenciado, sugiere nuevamente la Divina mientras se esmera
en cargar los vasos de Gancia Marcela. Y sonrisa en falsete del aludido, no me
insista, señora, no es escusa, pero viene de leerse entero un pedazo de libro del
doctor Refusta y anda con el celebro medio chamuscado, esfuerzo inteletual sobrehumano
que precisa de un reordenamiento de la eletro química neuronal al borde de un
colacso esquizoide, palabras suyas.
Para que vino el chabón si no va a
opinar, susurra Marito a la espalda de este escriba y si el licenciado lo
escuchó, se hace el sota.
Así la gomería se va a la quiebra,
retorna el Negro Gutiérrez al ruedo, yo que pensaba poner un arbolito de Navidá
con lucecitas en la receción, al lado de la bañadera, ahora minga, nomás un
pesebre iluminado con sebo.
Sigo esperando voluntarios pa
renunciar al susidio, insiste Mercier, anotensén antes de irse. Cortala, viejo,
salta Marito, eso es para se iscriban los ricos. No, pibe, es una boludez para
engatusar giles como vos, discute Mercier, por más rico que sea, ¿quién se va a
anotar?
Nervio al mango del pibe
camporista, terrible pifiada a la bola servida, yo con reacionarios no hablo,
dice, vos lo votaste a Duhalde. ¿Y? Eso, sos un reacionario. ¿Y? Sos un
neoliberal, eso, y lo querés dejar libre a Videla. ¿Y eso qué tiene que ver con
los susidios?
Aire que se corta con galletita, la
barra del bar buffé no le hace asco al entrevero. Se le acabó el manual al pibe,
razona el Ruso Urbansky, no lo jodan más. Y callado hasta aquí, el Rengo
Marinelli es un nimbus gris tormenta acodado al mostrador. ¿Se habrá puesto
celoso por la Divina? Ni ahí, está haciendo cuentas, dejenlón.
Voluntarios, anotarse, plis, sigue
Mercier y queda ensartado Marito. Yo me anoto, dice el pibe. Qué decís, si el
que paga la luz es tu viejo, se llega a enterar y te mata, refuta con razón la
Divina Colombres, justo cuando por la puerta que da a la cancha de bochas se
asoma la mollera del Cabezón Lagomarsino. ¿Quién apagó la luz del fondo?, pregunta.
Silencio interrogante. Miradas
clavadas en el Rengo Marinelli, que no se da por aludido de principio, aunque
después aclara: ya es tarde, los jubilados se van a dormir.
Dale luz, ruega el Ruso, las
instituciones sin fines de lucro creo que están esentas de la quita de susidio.
Minga, van a terminar garpando como cualquiera, abona Mercier. La prósima el
Rengo nos va poner un velador en la mesa, cagamos, es la voz del Ruso. ¿Y en la
mesa de billar, que aquí necesitamos la luz vertical perfeta noventa grado al
centro?, pregunta de Marito.
Y vuelta el silencio, nomás
interrumpido por carraspera tabaquista del doctor Salvatierra, cosa que impone
más suspenso. Si se me permite, caballeros, hay que ubicarse en el contesto
socio político para manyar del asunto de los susidios. Pero no empecemos con
los griegos y los romanos, interrumpe Mercier. Dejenlon hablar, pide la Divina
Colombres desde el mostrador. ¿A quién? Al licenciado Garganta, que abrió la
boca justo y un invitado tan esclusivo merece la atención. .
Silencio sepurcral. El magister se
lleva el farol de Marcela a los labios nomás que para hacer tiempo, se nota. Picotea un cacho de milanesa y juna el relós
de arriba de la fiambrera. ¿Y? Naranja. Nomás que mastica y de nuevo le da al trago.
A la final, parece que va a hablar. Los dedos como peine para acomodarse las
canas. Suspiro en lotananza de la Divina Colombres. Butifarra del Rengo
Marinelli, que ahora apagó las luces de la puerta y dejó a oscura el escudo
rojinegro del glorioso.
Si se me permite, caballeros,
primerea el doctor Salvatierra, la cosa es que el susidio generalizado funca
como un ingreso, digamos en la economía doméstica, como parte del salario, como
porción socializada del haber. En mi humilde opinión, si se me permite, antes
que una eliminación de lo socializado, preferiría avanzar en otras reformas más
profundas y racionales sobre el sistema impositivo de modo de sostener susidios
que obran como elementos progresivos y conquistas sociales, como decir, un tas
único y universal sobre la ganancia real y presunta en el marco de una economía
planificada con ojetivos de mediano y largo alcance, ¿me esplico?
Larga y magistral perorata del gran
boga fulgurense, tirano espacio para volcarla in estensu aquí. Concectos ténicos de alta erudición nacional y
popular, griega y romana, analis meduloso y ostétrico, demasiado para esta mesa
de varones probos pero de oservación checata. Nomás el licenciado Garganta le
sigue la ilación y amaga llevarle la contra, que apenas atina con que jamás
debieron haber susidios ya que el mercado, la oferta y la demanda, obran como reguladores
per se de los costos de servicios, y así, el Ruso Urbansky cabecea en el quinto
sueño, Carlitos Mercier masomeno igual, Marito se apunta otra carambola, tres
al hilo, atajenlón, y la Divina Colombres
parece como que escucha atentamente desde el mostrador pero la pose sedutora
que le planta al licenciado más cachetea apetencia carnal que inteletual. El
Rengo Marinelli sigue haciendo cuentas de las lamparitas prósimas a desafetar
en un plan de economía de guerra que le ronda en el balero y a la final el
Negro Gutiérrez, que por culpa de él empezó la discusión, le manda un mensajito por celular a la jermu
que ya voy para allá y apagá la tele,
gorda, si ya terminó Tinelli.
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