Los ecos del gran lanzamiento editorial de “Rante
Dialética”, primer broli al pelpa del glorioso, todavía resuenan en los oídos de
la masa societaria. La puesta esénica chantada en el Espacio Don Juan, allí
donde el viejo tordo Favaloro pasó sus días de infancia, fue un éxito
molumental, mismo que la presentación en la sala Ismael Celentano del club de
los amores. Y así que así, entre medio de las salutaciones y los brindis, hay
que decirlo, las alternativas de la justa electoral estuvieron a la orden del
día, unos apostando al triunfo del motonauta mistongo y otros por el del
cajetilla rubio y de ojos celestes, a la sazón el que primerió por una zabeca
en el balotás definitorio.
Y al punto de esta cuestión, no pocos gomías y seguidores
se han interrogado por el silencio medido de este cronista, visto que parolas
escasanis les ha dedicado al entuerto, medio como escapándole al bulto. Y va
por cierto que, respetuoso de la institución
y a petición de nuestro presidente, don Leopoldo Sastre, atento a que no
faltaban esaltados de uno y otro bando, quien suscribe se bancó la neutralidá del
club, lo que no le impide ahora, una vez surtida la fenomenal trompada del
ingeniero, que pueda darse el lujo de chantar lo suyo.
A nadies escapa la simpatía que desde estas páginas se le
brindó al proyeto nacional del kirrnerismo, tanto como las críticas y
alvertencias a su tiempo mechadas según viniera la mano. Y es que aquí nadies
debe favores ni manya de la política, de tal suerte que uno puede darse el lujo
de trinar lo que se le cante a sabiendas de que no hay jefa infalible, no hay
condutora que se le rinda pleitesía a ojo cerrado. Respeto y almiración por la
señora tanto como por los miles de militantes que se bancaron la parada de
enfrente a la parafernalia mediática, eso sí, pero no ceguera ni sordera ni
cuanto menos seguidismo de lo pior, que para eso sobran puntos siempre en fila
listos pa trocar apoyos por morlacos o aplausos por conveniencia.
A la luz del resultado, es ovio que una parte grande de la
gilada, mayoritaria, le dio lustre a las ganas de cambiar de mandamases. Acectarlo es ley, lo mismo que bancarse la
piña en la jeta. De nada sirvió repetir hasta el cansancio la marabunta de
conquistas alcanzadas estos años, desde el recupero de un estado devastado
hasta el avance en materia económica, social, científica y lo que se ponga a
tiro. La mersa quería escuchar otra cumbia diferente. Hasta el jubilete más
palurdo sabía que estaba mejor que diez años atrás, y el antes misho desocupadado
reconocía que ahora tenía changas o laburo fijo, el maestro podría quejarse por
salario pero se acordaba de las dos guitas que ganaba antes y no llegaba al día
diez, y el mercachifle la redondeaba posta aún con inflación, y el pequebú se
daba el gusto de conocer París a lo garca, y más de un obrero del petróleo o
metalúrgico se bancó la resolana tropical pa volver al yugo con dorado caribeño
made in Punta Cana. O sea que a mi ver, no hacía falta refregarle todo eso en
la jeta. No estaban allí los puntos débiles del proyeto nacional, ni siquiera
en una economía a medias jaqueada por la crisis del capitalismo global. La cosa
en serio tallaba en la sesera de la masa, en parte machacada por el martillo de
la tele, la radio y los diarios, y por el resto, abandonada a la que te criaste
por una concepción liberal en lo idiológico. La batalla era cultural ya se
había perdido mucho antes de las eleciones. Parafrasiando al gran Ismael
Celentano, faro luminoso de la ciencia fulgurense, “el piojo resucitado, sin idiología,
es más peligroso que mono con navaja”.
La teoría del “Piojo resucitado con cuchilla” fue
esbozada por el filósofo campero oriundo de Tapalqué, don Evaristo de la Cruz
Patoruzzi, a mediados del siglo XX en su molumental obra “Almacenero
Platudo”. Influenciado por las
concepciones marsistas itálicas, el erudito pampeano le apuntaba crítico a la
visión desarrollista del capitalismo según la cual, sobre la base de la
evolución del mercado interno por sustitución de importaciones y a partir de
incorporar nuevas fracciones sociales al consumo, una economía capitalista
dependiente podía regenerarse de manera ilimitada. Antes que tarde, este
proceso mancaría por la incapacidad de las fuerzas produtivas pa satifacer la
demanda creciente de la nueva mersa acomodada, es decir, la del “piojo
resucitado”. Alertaba entonces que “la comunidad piojera, elevada en su
condición hematófaga, tanto en su variedad pedículus capitis como en la
phthirus pubis, en un punto históricamente determinado de su maduración,
requiere un contralor machazo que va más allá de las lavativas con querosene” y
alvertía a posteriori que “la resucitación del piojín o liendre en piojazo
bacán lo hace más exigente que patrón de estancia, su referencia inmediata
donde quiere asimilarse, de lo cual resulta que abomina de los demás piojines o
liendres y estimula su liquidación”.
El concepto "piojo resucitado", según Patoruzzi, se remonta al siglo XVII, durante el Renacimiento florentino, cuando el conde de Piombino, Lucio Dell Ortio, se refiere al enriquecido mercader D'Ambrossio como "pidocchio risorto insopportabile". Pero sin duda que el empleo del término se expandió en la filosofía germana durante los años 40 cuando el filólogo berlinés Helmut Grosswald definió a la pequeña burguesía alemana, soporte clasista de la expansión del nacional-socialismo, como "auferstanden laus". Con todo, en nuestra historia no faltan reveladoras citas que refieren al parásito en su asepción socio política, pero es don Evaristo de la Cruz Patoruzzi quien elabora dialécticamente su itrínseca esencia cuando expresa en su ya mencionada obraque "el piojín debe ser educado a lonja y cincha para que su resucitación en piojo macho se realice en tiempo y forma, obrando sobre sus crías con severidad monástica, ejerciendo sobre su empiojado cerebro
una presión acorde al conjunto de los requerimientos comunitarios, (…)
combatiendo su empiojado egoísmo con la idea de la solidaridad colectiva por
las buenas en lo posible y por la fuerza de ser necesario”, para concluir
finalmente que “la conversión sana y creativa del piojo no puede reducirse a
una sola generación sino a varias, siempre a rebenque severo, aunque pueda
resultar de ello un exceso de rigor, lo que será reconocido en atención al amor
a la patria, al pueblo y los más desposeídos”.
Valga esta referencia al estraordinario pensador de
Tapalqué para atrever una aprosimación a la batalla de las ideas que de aquí en
más, a juicio de este cronista, deberían estimularse en el seno de las fuerzas
del movimiento traformador, en la izquierda nacional y en el progresismo en
general. Y es que desde las candidaturas del Chivo Insaurralde en el 2013 hasta
la del motonauta en la recientes, resultaron un reflejo manifiesto de la
limitación del kirrnerismo para responder a la crisis política e ideológica
plantiada. A juicio de este cronista, no se trataba de calzar en la horma
cultural del nuevo piojerío sino de acomodar los tantos con claridá concectual
y candidaturas que espresaran la verdadera voluntá de profundizar la pelea al
tiempo que abrirle puertas a nuevos protagonistas. Más que refregar los logros,
la cosa pasaba por alertar a la gilada: atenti, muchachachos, llegó la hora de
arremangarse. Si vamo a seguir pa delante, la pelea no es fácil. No hay promesa
de naranja. Olvidensén del bon vivir. Si quieren Patria, a poner huevos. No hay
dólares pa todos, y si los hubiera, nadies los toca, ¿clarito? Ni Moreno, ni
San Martín ni Bolívar salieron a la cancha proponiendo fiesta y kermese sino
más guerra, más lucha, hasta muertos en el camino, porque no es joda enfrentar
al poder establecido, al imperio y sus cipayos. Si nomás de tocarle el culo al
pasar ya se ponen fulos, imagínensén cuando se le bajen los lienzos. Porque acá
no se promete un joraca, niente que no sea peliarla. Lo difrutarán sus hijos o
sus nietos, pero ustedes nomás gozarán con la gloria de haberle puesto cascabel
al gato y esa será su másima recompensa. Hay que hablar clarito. El que me
quiera seguir, que me siga. Y si no quieren, no me voten. Chau pinela.
La cosa da para parolar tupido y habrá tiempo visto que
la derecha recién asoma. Hay que sacar la viola del ropero, escribir unos
versos y tomarse unos tintos endemientras la conversa apiola al naboleti. Hay
un toco pa discutir, desde el sectarismo camporista, la pijotería kiosquera de
tanta agrupación al dope, el oportunismo gerencial de unos cuantos, corructos y
arribistas que los hubo, manías liberales pa encarar cuestiones grosas que
fueron subestimadas, hasta la necidad de entender que al día de hoy, nomás que
cantando la marchita no se ganan voluntades ni eleciones. Y hasta la Jefa
debiera hacerse la autocrítica y apuntarse algunas cagadas. Asumir que le faltó
barro en los talones, sencillez pa encarar la yeca. Qué necesidá tenía de cirujearse
en clínica bacana cuando la posta la da el hospital público, el mismo donde
Evita se bancó lo más peor, sólo por dar un ejemplo.
Para ir finando con el chamuyo y retomando a don Evaristo
de la Cruz Patoruzzi, “el problema no es el piojo sino el descuido, que piojos
y resucitados hubo desde los tiempos de Tutankamón. No se construye Patria
nomás que con alegría, que debe haberla de seguro. Como todo parto, en el dolor
de los cólicos abreva la felicidad”.
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