Lunga ausencia desde última
publicación, el cronista se disculpa, atento a que el laburo neuronal pa
publicar el primer rejunte de crónicas fulgurenses en un broli al papel de
eselente fatura, según se estima, le
tiene la sesera por demás ocupada. Al
respeto, la masa societaria está que yerbe y no escatima críticas habida la
cuenta de la torva encrucijada que atraviesa nuestro inefable barman y
exclusivo concesionario del bar buffé del glorioso, el siempre atento Rengo
Marinelli y su muy querida compañera, la Divina Colombres.
Mustio como plantita sin agua
que se lo vio tiempo atrás, el hombre se apelechó a la mesa consetudinaria con
trino de pajarito engayolado. Los joldáus me quieren chafar el cheboli si no
garpo, dijo, la cosa viene fulera.
Pa entender de lo que se trata,
vale recordatorio de tiempo atrás, que fue cuando la miyiadura galopaba posta
en los bolsillos y así como estaba, este bar buffé que nos cobija como una
madre, sobrevivía fané y descangayado, mal de paredes y peor de puertas,
descoladas las mesas y finada la fiambrera. Ni cocina había pa que la Divina se
ispirara en su arte culinario. Y fue entonces que el Rengo Marinelli, diestro
en el arte del mangazo, hizo lo que hizo, es decir, mangueó peso fuerte y
aseguró devolución en tiempo y forma. De aquellos que le pusieron el hombro y
las monedas, entre otros, destacan el doctor Salvatierra, boga erudito que nos
acompaña y al que no le sobra pero tampoco le falta, lo mismo que Danilo Felicetti,
el del corralón de materiales que la viene levantando a palas, el Negro
Gutierrez, de la gomería del Camino de Cintura y el chino Hui Ling del súper de
la calle Moreno, cada uno en su medida y armoniosamente. Caso especial, el
Conejo Spataro financió la alquisición de la vajilla que hoy alumbra el copeteo
decidor de la muchachada fulgurense, a condición de que, a más tardar en un
año, para cuando la hija cumpliera los quince, el Rengo le devolviera la
guitarra y así poder hacerle la fiesta.
Historia manyada, pasado un año,
no solo que el Rengo no pudo devolverle
un sope a nadies sino que el Conejo, pa financiar la fiestita de la nena, le
vendió la cobranza a los hermanos Suárez, que le pagaron menos de la mitad de
lo que el Rengo le debía. Y acá cualquiera sabe lo que son los hermanos Suárez.
Tramoyeros y prestamista de lo más peor, pescadores en el mar siempre picado
del pobrerío, entre jubiletes que no tienen pa los remedios, necesitados de
rancho o pensión, salidos de la jaula rea que no consiguen conchabo serio y
hasta mercantes en el precipicio de la quiebra, allí están los Suarez
proveyendo y cobrándose luego con intereses elefantásicos, por no decir
leoninos.
Embretao hasta el caracú, el
Rengo no tuvo mejor idea que juntar a los gomías acreedores y les plantió que
muchachos, o les garpo un cacho y cierro el cheboli o me bancan que según
mejore el clímax, les viá ir pagando en porciones con fainá, y nomás que en
parte. Atenta la Divina Colombres, bancó al dorima hipotecándose ella misma, y
con el caráter que la dinifica, les dijo así: y a los que quieran cobrarse en
especias, no pregunto cuántos sino que vayan pasando.
De más está decirlo, nadies iba
a picotear en carnaza ajena porque la jermu de un amigo es como una hermana.
Además, hubo consenso de todos. No hay
barman que emparde al Rengo en diez manzanas a la redonda, a esección del Rubi
Vodanovich en el buffé del Social Italiano, pero claro, allá no hay del
espetacular copetín y bacanal de ingredientes que acompaña al buen escabio como
hay en el glorioso, todo gracias al
ispirado gusto de la Divina Colombres. Confianza que había que darles al
bufetero y señora, las cosas les iban a mejorar y más que nunca había que
consumirles de sus vermuces pegadores como piñas de canguro, mismo que no pijotearle
a las esquisiteces culinarias de la Divina. Consenso de todos, pues, es de
imaginar, menos de los hermanos Suárez, el más chico porque es astemio y el
alcohol le saca urticaria, el más grande porque negocios son negocios, le dijo,
o me garpás todo con intereses, punitorios y ecétera, o te mando al Pesado
Garrindo, que vos sabés lo que es el Pesado cuando se pone fulo, te desarma a
vos y al boliche.
Así que así, en la mesa
consetudinaria del bar buffé, según esplica el doctor Salvatierra, estamos lo
jolín, y los hermanos Suárez son los joláu, desinaciones que no cuadran del
todo en la sesera abreviada del Negro Gutiérrez: yo tengo jol, cocina y dos
dormitorios, dice, y el jol no es ningún jolín, pal caso es un jolazo.
Erudición en la que talla el boga,
ya explicó las diferencias pero nadies mejor que el Ruso Urbansky pa hacerse
entender entre la mersa mientras embucha el cinzano: los jold ines apostamos a
que al Rengo le vaya bien mientras que los Suárez, que son jold auses, a la
final se quieren quedar con la concesión del buffé, cosa que ya se sabe, hay
varios en club que los bancan, y no voy a decir nombres, pero me tintinea en el
cerebelo la sombra mefistófila del Gallego Quintana, que presentó el proyeto de
poner un restorán aquí mismo, con manteles, doble copa y menú bacán a tres
gambas el cubierto.
Lo que se dice una cocina de
autor, aclara Carlitos Mercier, puntero ineternun hoy a cargo de la Unidad
Básica Masita Peronista. La cocina de autor es el último grito del paladar
esigente, no estaría mal. Además, los Suarez quieren cobrar y están en su
derecho.
Triple carambola del pibe Marito
y pifiada en la cuarta, nomás de escucharlo a Mercier. El segundo ferné le cayó
como un ladrillo, dice y pregunta, ¿por qué no le tapan la boca a Mercier?
¿Y si viene el Pesado Garrindo?,
sacude el Cabezón Lagomarsino. ¿Quién lo para?
Silencio sepurcral. Miradas de
cotalete. ¿Y la juventú, para que está la juventú camporista sinó pa ponerle
pecho a las balas?, alusión direta al Pibe Marito y su coequiper, el Oreja
Díaz, que Mercier susurra a la oreja del Ruso.
Guey e momen, salta el Negro
Gutiérrez, en inglés, porque está tomando clases por interné desde que lo
convencieron de una iminente invasión norteamericana, y a quién le va a vender
yantas si los marines le hablan en espanglis. Ay am sorri bat, y ahí se traba.
Negro bestia, apunta la Divina, bandeja en mano al borde de la mesa, como una
nereida con sus frutos de mar pa
acompañar el copeteo: hoy cornalitos, rabas, quesito a la pimienta y aceituna
negra.
Esto va a salir más caro que
muñeca de loza, dice el Ruso. Pero hay que consumir, razona Salvatierra, es la
única salida contracíclica para el Rengo, es decir, generar un círculo
virtuoso.
Silencio meditante. La única
salida cíclica del Negro Gutiérrez fue hace como dos años, en la bici del
pibe, cuenta, y a las dos cuadras de pedalear empezó a
traspirar nicotina. Eso sí, aclara, siempre pa delante, nunca anduvo contra cíclico.
En cuanto al círculo virtuoso, no hay como este círculo vicioso de los aquí
presente, razona Lagomarsino, y visto que la cosa viene para la puya, el boga
erudito debería sintetizar su estensa
perorata sobre las leyes itrínsecas del capitalismo, que según él, finan
nesariamente en crisis morrocotudas cada tanto.
Mudo hasta aquí, el Rengo
Marinelli sigue astraído de dorapa atrás del mostrador. Si escucha, nadies
sabe. Está como ido, esplica la Divina, todo el día haciendo cuentas, como
enamorado de la calculadora, y nomás que cae la noche, se embucha el cótel
antidepresivo pa poder apoliyar, pero igual no hay con qué. Nomás que apaga el
velador, ve la sombra del Pesado Garrindo que le viene a cobrar y se despierta
temblando.
Está claro que los joldauses no
lo van a dejar en paz. El mayor de los Suárez ya lo abarajó de fulería cuando el Rengo le
propuso estirar el pago para enero, confiado en que el bar buffé pinta esitoso
para las fiestas de año nuevo y algo de mosca le va a quedar. El más chico, el
astemio, se le plantó de firme con el Pesado Garrindo de guardaespalda,
enterado que estaba de que le había garpado unas monedas al Chueco Villaflor,
que es otro de los joldines. ¿Cómo es esto, macho, le pagás al Chueco y a mí naranja?,
lo amuró.
Y no hay vuelta. Los Suárez no
entienden lo de la restruturación que acectaron los joldines. O no quieren
entender, que es lo mismo pal caso. Cuestión que tercera ronda de vermuces, la
lengua se suelta y cualquiera se siente rana. El bar buffé va a quedarse como
está, es así. La muchachada del billar no sólo está dispuesta a bancarse al
Pesado Garrindo. Un piquete le hacemo acá en la puerta si le sacan la concesión
al Rengo, dice el Oreja, con el aporte de las gomas indispensables pa echarle
candela en todo piquete que se precie, a sugerencia del negro Gutiérrez. Y así
que así, el Cabezón Lagomarsino, capitán del tim bochófilo fulgurense, ni ahí
que se va a presentar para el Torneo Aniversario, que sería un desastre pa la
historia del glorioso, mismo que El Ruso Urbansky, minga que va a organizar el
Campionato de Truco Anual, y ni hablar del doctor Salvatierra, un joldin de
peso, capaz de plantarse con su vibrante oratoria en la próxima reunión de la
CD y hacerle el bocho a cualquiera. No, señores, cual Pericles que elevó la
acrópolis ateniense pa la eternidad, el bar buffé de Marinelli será indestrutible
hoy y siempre, chanta el tordo el tordo en su resumen final.
Aplaudí, viejo, le dice la
Divina Colombres al dorima. Y el Rengo nomás sonríe. Palurdo mohín, como de agasajo en velorio.
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