Como
todos los años para esta época, amuchados que semos en la consetudinaria mesa
del bar fuffé del glorioso, no falta nadies. Presente que dijo primero, el Ruso
Urbansky, condecoración Pionero Soviético de Estalingrado, se amuró a una
copita de jerez de mientras esperaba a los demás. Carlitos Mercier, infaltable,
peronista de Perón y hoy puntero del ineternun del que se apunte ganador, massista
por ahora, aclaró de prima, tiempo sobra pa volver al redil, habrá que ver,
para mí también un jerecito. Y en detrás, se avino el Negro Gutiérrez, el de la
gomería del Camino de Cintura, bueno para nada, nomás que diamante bruto pal
minerío esigente de ponedores sin complejos.
Sumados
después, el Cabezón Lagomarsino, nuestro campión de bochas, don Leopoldo
Sastre, presi en ejercicio, el Petiso Maldonado, secretario y alcahuete,
Josefina García, la tesorera incorrutible, y por supuesto, Marito, el pibe de
la Cámpora junto al Oreja Pérez, su esparring del billar. De lo profes del
deporte fulgurense, Luis Solari, DT de las infantiles del balompié y nuestro molumento del patín artístico, Marielita
Tronconi, la Pipi, una Minerva guerrera de generosas dotes pal combate, según
el doctor Salvatierra, último en llegar siempre trajiado y con la tacorba amurada en el pescuezo. Y ovio,
quien suscribe, junto al pibe Garófalo, aljunto secretario de redación.
Ronda
de Gancia con ingredientes y entremeses de rechupete, la despedida del 2014
merecía un cacho más. Y en efeto, guarden la busarda pal plato principal, atacó
la Divina Colombres, asomando la trucha por la puerta de la cocina: costeleta
de cerdo a la riojana, vino comunardo acotado al presupuesto, y pa endulzar a
la final, bombón suizo.
Silencio
meditante, lo del chancho a la riojana lo puso en alerta al Ruso Urbansky,
rápido como nadies para inferir alguna relación con el ex presidente. A la
riojana me cae pesado, ¿no podría ser, mas mejor, costeleta a la santacruceña?,
preguntó al voleo. Y enseguida lo chuzió Mercier: ¿esa sale con salsita a la
Budú y alverjitas Chicone?
Primera
escaramuza a la vista, el Rengo Marinelli, siempre atrás del mostrador, terció
en pacificadora arenga: no empecemo de temprano.
Pero
la cuestión estaba plantiada. Para un balance posta del año, morfeteo mediante,
cualquier vínculo con el Gran Privatizador, aunque más no fuera un aljetivo
gentilicio, sonaba como matraca en un velorio. ¿No se le anima a una salsita
criolla, más mejor?, sugirió don Leopoldo como pa que la Divina lo escuchara. ¿O
al champiñón?, aportó el Negro Gutiérrez.
Silencio
sepurcral en la cocina, segunda ronda de vermuces como pa abrir el tejido
adominal, el Rengo Marinelli puso la pelota al pie: cambienlén el nombre, pero
son costeletas con papa nuasé y alverjas. Y punto.
La
problemática del menú igual siguió. ¿Por qué bombón suizo? ¿No podía ser
escosés? ¿O un almendrado? ¿O fruta de estación, que es más bajativo?, sacudió Garófalo.
¿Alguna relacion con las mil cuentas con dólares que el bacanaje pituco rajó
del ispa y tiene depositados en los bancos alpinos, según se supo?, inquirió el
pibe Marito, ¿no será que Marinelli tiene una de aquellas a nombre suyo y por
eso reinvindica el bombón suizo? Y así que la duda estaba sembrada, Mariela, la
profe de patín, anunció que pasaba con el postre. El helado engorda, dijo, y
está claro que nadies la quiere con un gramo más ni con uno menos, que así como
está es un camión con acoplado.
Más
claro imposible, la Divina le había pifiado con el menú. Doña, lo único que le
faltan son bocaditos Griessa, trinó el Petiso Maldonado, con eso la hubiera
completado. Pero Josefina García, nuestra tesorera incorrutible, pidió la
palabra y se le concedió siempre y cuando no viniera con el balance contable, seguro
que todo en rojo y deudas pa regalar, como cualquier club que se precie. Hágala
corta, se le rogó, y así lo hizo: recién empiezan a escabiar y ya están
diciendo gansadas.
Razón
se le dio. Al fin de cuentas, las costeletas estaban de rechupete; el tinto con
hielo y soda, pasable; y el bombón suizo, con un agregado de blanco dulce, rebautizado
Bombón Banco Central, esquisito. A la hora del brindis, nadies como el doctor
Salvatierra pa la salutación findeañera nesaria, palabras más o menos: nos
decían que el mundo se nos venía abajo, que el fin de ciclo, que el dólar volaría
por los veinte mangos, que el pobrerío saldría a la calle y la Presi se rajaría
en helicótero, que no aguantaba, y aquí estamos, más vivos que nunca, tranqui,
junando el horizonte, bancando palos y presiones, sabiendo que falta un toco
pero que nunca menos, porque esto recién empieza y no hay con qué darle. Dudas
a montones, cierto, pero acaso porque he visto y vivido lungo, hay cosas que
jamás pensé que las vería. Da la impresión, en serio, que después de tanto
tiempo, empezamos a tener Patria. Salú.
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