El nuevo nomenclador calendario tiene revirada a la
muchachada fulguerense. Esto viene alquiriendo sintomatología siquiátrica de un
mes a esta parte, razonó el doctor Salvatierra nomás que empinó el primer farol
de Cinzano con ferné pa desgracia del estómago vacío, ahora resulta que yo nací
el 14 S, me casé el 17 F y me divorcié afortunadamente un 4 J.
La cuestión no sería pa destacar si no fuera porque tanto
repetirse en los medios, a la final se le pegotea al más pintado varón del
suburbio, caso el Negro Gutiérrez, el de la gomería del Camino de Cintura, que
ahora, para hacer alineación y balanceo, da turnos con la dicha modalidá:
traemeló el 18 D a las catorce treinta, y se refería al Taunus del Flaco
Amendolara, una joyita, nunca taxi, que le tira de costado cuando corre picadas
en la Avenida Funes.
La verdá verdadera es que no es esplica eso de andar
cambiando el nombre del mes por la primera letra, razona el Rengo Marinelli
desde el mostrador, ¿a quién se le habrá ocurrido?, ¿será invento patentado?
Pinta linda la mesa consetudinaria del bar buffé, tribuna
completa pa despedir el año, ronda primera de vermuces con aditamentos varios:
manices, papitas, fontina en tiritas y aceitunas de las verdes y de las negras
pa empezar, mientras la Divina Colombres promete sorpresa con aroma de fritanga
desde la cocina con más brindis que se amerita.
A mí, la cosa esa de cambiarle el nombre a los meses me suena
a menesunda forania, apunta pa la
discusión el Ruso Urbansky, fueron los yanquis los que primeriaron con eso del
11 S, que fue cuando los turcos se comieron las torres gemelas. Y rareza de
aquellas, Carlitos Mercier, peronista de Perón aunque también de descendencia
republicana marsellesa, según afirma, está de acuerdo y más todavía, reniega
del calendario gregoriano que hace arrancar todo con eso de Jesús, como si
fuera una cosa universal. Minga, lo más democrático fue la Francia, esplica y
sabe de lo que habla por un abuelo que se lo contó: nada de religión. El año
empieza el veintidós de setiembre, cuando arranca el otoño, el mes son treinta
días y no hay cuatro semanas sino tres décadas de diez días. Y los nombres de
los meses, nada que ver con el zordiaco griego sino con las cosas de la
naturaleza, así que tenés vendimiario, brumario, frimario, nivoso, pluviario,
ventoso, germinal, florial, pradial, mesidor, termidor, frutidor, más clarito
echale cloro, me lo sé de memoria porque el turro del abuelo me los hacía
repetir y me encarajinaba la vida. Hoy es ocho frimario, me decía pa esta
época, y yo de pibe lo repetía en la escuela y se me cagaban de risa.
Silencio meditante, nadies sabe si Mercier habla en serio o
si ya lo afetó el copeteo. Pa fortuna de los presentes, la carraspera del
doctor Salvatierra anuncia aclaratoria erudita fundamental: si se permite, dése
cierto lo dicho por el varón. El Calendario republicano francés fue adoptado
por la Convención Nacional Francesa y se
empleó entre 1792 y 1806, es decir, duró lo que un pedo, o sea la revolución,
porque después vino Napoleón y chau. Aclaro que los días de la semana también
fueron cambiados por un sencillo numeral, a saber, día primero, día segundo,
tercero y así hasta el décimo.
Interesante aporte a la cultura general, siempre se le
agradece, ahora que, vamo a lo nuestro, chamuya en sordina el Negro Gutiérrez,
no sé a quien se le ocurrió pero queda lindo, me gusta eso de clavarle la
primera letra al mes. El problema es la Jota, porque esa puede se la de Junio o
la de Julio. Ahí habría que diferenciar Jun y Jul, pero es una cagada ´porque
no resume una mierda.
Resumen, síntesis, esa es la cuestión, aclara el Rengo
Marinelli desde el mostrador mientas
prepara la segunda ronda de vermuces aunque nadie la pidió. Pa mi que la
chantada se le ocurrió a los del tuiter, que achican todo para poder decir más
gansadas.
¿Y vos qué sabés del tuiter?, le apunta la Divina Colombres
desde atrás de la cocina y previo asomar la cabeza por la cortina, ¿no estarás
chatiando de nuevo con la perra esa, no?
Pasa que el Rengo tiene una novia por interné, cualquiera lo
sabe y hasta la Divina. Desde que se compró un celular cuatro por cuatro
esmarfón, hace como dos meses, se hizo adito al feisbuc, al tuiter y al guasap.
Mismo ahora, larga el servicio del bar y juna de cotalete el telefunquen cada
vez que le suena una campanita y se le enciende como luciérnaga.
El Rengo tiene seso tántrico por el fono, chanta socarrón el
pibe Marito mientras le pone tiza al taco. Seso tétrico, aclara la Divina, a mi,
ni pelota, y después anda con las fotitos que le manda la perra.
Silencio meditante. Da
gusto escuchar el batifondo conyugal, arrima el Cabezón Lagomarsino, recién
aparecido como un fantasma por la puerta que da a la cancha de bochas, va al
grano como pollo pijudo: yo no estoy ni con el ocho N ni con el siete D, así
terminamos en una guerra civil, ¿y el consenso?, ¿y la unidad nacional?
Pare cura, se apura el Ruso Urbanky, pare que la novia es
macho. No es pa tanto. Esta bueno que la política se discuta. Además, cuando se
quiere cambiar algo, siempre habrá quien salga perjudicado y se oponga.
Segunda ronda vermucera y sorpresa de la Divina Colombres,
que se apersona con fuente cargada: mila en cuadraditos y fritas nuasé, esplica
mientras esquiva manotazos.
¿Y pa los muchachos del billar?, trina el Oreja, un ojo
atento al sacudón alimenticio y el otro puesto en la pérformans de Marito, el
pibe de la Cámpora que hasta ahora viene
de mutis.
Hay para todos, se escusa la Divina relojeando el devenir
masticatorio del Negro Gutiérrez, que medio cara de asco, sacude la pregunta:
rara la milanesa, ¿qué le puso doña?
Silencio sepurcral. El Ruso apura lo que tiene en la boca con
un trago largo, mismo que el doctor Salvatierra. Acá hay gato encerrado, chanta
Lagomarsino tratando de deglutir lo que le toca. Gato, no, pollo tampoco. Perro
o conejo. Ni ahí, soja, esplica la Divina, milanesas de soja, y al que no le
gusta, que se vaya.
Mirada cargadas en dirección al mostrador donde el Rengo
Marinelli le regala una sonrisa al esmarfón, miradas como diciendo hacé algo,
macho, imponete. Mila de soja, a quién se le ocurre en el buffé del glorioso,
así vamos a terminar todos maricones, sacude el Negro Gutiérrez.
Llevele un poco a los muchachos del billar, sugiere el
Ruso. No, se agradece, canta Marito después
de pifiar carambola cantada, todavía no digerí al chori que me comí el 7 D que
le garronié a un choriponero en la 9 Jul.
Cuenta rápida en el marulo de Carlitos Mercier, peronista de
Perón y hoy moyanista de la primera hora, lengua visperina más hiriente que la
ortiga: el pibe está unido y organizado, un día de estos aparece de gerente en
Aerolíneas.
Trifulca en el horizonte.
Al pibe Marito no le toquen a
Cristina ni a los Unidos y Organizados. Se le pone el cuero de rinoceronte y le
salen los colmillos, caza el taco del billar como ahora y parece como que
agarrara el de amasar. ¿Algún problema? La voz le suena mansa.
Ninguno, che, tranquilo. A esección de Mercier, nadies la va
de opositor caníbal. Ponele que el Cabezón Lagomarsino viene de cuna radical y
cada tanto le salen los pelos. Y está el Profe Iñaki, que da clases de patín
artístico y se confiesa almirador de Troski, enemigo acérrimo del reformismo
burgués y agente encubierto del Partido Obrero según el Ruso. Y alguno que
otro, ponele nomás, pero vamo a los brindis, arrima el Rengo Marinelli, la casa
convida.
Eso jamás. Nunca se vio que el Rengo regale ni los manices.
Bastante con las mila de soja, capaz que hasta las quiere cobrar, vista la jeta
de la Divina, atenta a la delicatesen. ¿Y? ¿Estaban ricas? ¿Quieren más?
Todo bien, doña, esplica el Negro Gutiérrez, con las nuasé
fue suficiente pa mi, pasa que el lechón del 24 D todavía me palpita en el
garguero, y ahora le hago lugar pal morfeteo del 31.
Arrimado Marito a la mesa, juna de cotalete la fuente con los
cuadraditos de soja. Es comida pa los chanchos, dice, habría que preguntarle a
los chinos del supermercado si morfan eso.
Ni ahí, a la soja la pisan y hacen salsa, que ya viene en
frasquito desde China, hace docencia culinaria la Divina Colombres, ahora que
también se fabrica acá. El viteltoné del 31 lo via hacer con salsa de soja.
Silencio sepurcral y miradas clavadas en el Rengo, como
diciendo una vez más, imponete, macho. Pero el quía sigue metejoneado con el
esmarfón, que arriba del mostrador parece un arbolito de navidá cada vez que
suena.
Navidá sojera pal Rengo, chamuya por lo bajo el Negro, mi
jermu la vez pasada me hizo ensalada con brotes de soja y me dio la
indigestión, porque el estómago cristiano no está preparado para embuchar esa
planta así de una.
Basta, vamo a los brindis. Copita de plástico americano
descartable. Sidra de la buena, etiqueta negra, pa que después no digan, y
fresita pa los maricones, aclara Lagomarsino mientras se sirve. Feliz año pa la
barra, y va de una que el doctor Salvatierra se apunta al cierre. Y
efetivamente, si se me permite, damas y caballeros, síntesis, del griego, con
th, por un nuevo año que nos encuentre
en la senda de las traformaciones nacionales y populares, siempre pa delante y
nunca menos, que es como decir, si se me permite, palafrasiando a nuestro
fundador, el gran Ismael Celentano, la gran mayonesa se bate con güevos pero
con el celebro humano atento al punto esacto pa que no se corte.
Chin, chin, dice la Divina, como pa anestesiar al boga y
cerrarle el pico. Ves lo que te digo, Rengo, tanta soja y la Divina empieza a
hablar en chino, finita el Negro. Pero el Rengo no escucha. El esmarfón ya le
comió las orejas. Feliz año y a otra cosa.
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