domingo, 1 de julio de 2012

La Patria camionera


El mionca es un auto al que le cortaron un cacho de atrás pa ponerle caja y así cargar lo que venga: animales, vegetales o minerales, vivos o muertos, da lo mismo. El ser humano que maneja el mionca se denomina camionero, trasportista, fercho o mionquero,  y los nombres más comunes, según encuesta de la Standard Motor son:  Beto, Cacho, Negro, Chino y Groso, en ese orden. Según el Manual del Camionero, además de la habilidad al volante, todo fercho debe garantizar eselente potencia sesual, aunque en los tiempos que corren, esta cuestión está discutida. Así me explicó el Colorado Rosales miércoles pasado, clase magistral de la historia de la carga rutera nacional mientras viajábamos en bondi contratado. Destino: concentración Plaza de Mayo.
Gran tipo el Colorado, amigo de la infancia. Segunda generación de varones al volante, ya el viejo manejaba un Ford A llevando y trayendo gallinas allá por Coronel Brandsen. Llegó a tener camión propio, un Bedford 6000 t, con el que supo recorrer más kilómetros que el correcaminos. Murió en su ley, infartazo en la parte de atrás de la cabina mientras por 150 australes le hacía la fellatium una rutera que había levantado en Venado Tuerto.
El Colorado debutó en el mionca con 8 años recién cumplidos, para las vacaciones, acompañando al viejo. Así aprendió el oficio.  Ahora es una joda, me esplicó mientras caminábamos por la 9 de julio con rumbo a la Plaza,  ahora manyo un Escania con aire acondicionado, direción asistida, GPS, satelital y seguro, salario garantido que deja pal ahorro y lo que quieras. Pero antes, había que ser muy macho. Te cocinabas a fuego lento en la cabina cuando el verano, te calabas de frío pal invierno, te olvidabas de la familia, los amigos, y si llegabas a fin de mes, brindabas con sidral y limonada porque el laburo no daba para más.
Acectó llevarme a la Plaza pero me anestesió de entrada: no hablés al pedo, los muchachos están calientes, el trompa les llenó la zabeca y como vos sos medio kirrnerista, por ahí te zarpás, hablás de más y la cosa va a terminar mal. Mal para vos, que no te voy a defender.
Voy de incónito le dije. Movilero encubierto, vos me hacés la cobertura camionera y yo pelo anotación y columna periodística.
De acuerdo, pero vos ponete la remera verde del sindicato “Moyano conducción”, el funyi de beisbol camionero y a saltar cuando la masa salte, me aclaró.
Y así fuimos. Constitución, 9 de julio, Avenida de Mayo, y así bajando, mucho trapo y no tanta mersa.  Nomás que al ir entrando, una cuadra antes, sorprendió una recepción cacerolera de la Comisión de Damas del Club de Polo La Martina repartiendo escarapelas, caramelos media hora y haciendo sonar los teflones: camión y cacerola, la lucha es una sola.
Sorpresa del escriba, Pepe, Pepito, escuché y era la Petisa Clarita Berro Uzandizaga, un bombonazo de piba, ahora veterana con más botox y siliconas que Moria Casán: es el comienzo del fin, Pepito, la yegua se va a tener que ir, me estroló a la jeta, se va a acabar la dictadura kirrnerista.
El Colorado me junó como diciendo decile que sí. Sí, Clarita, le dije, es una vergüenza que a gente como uno se le niegue un dólar. Eso, eso, se entusiasmó Clarita. Se va acabar, la dictadura de los K, me cantó pa deleite y ahí se fue con la banduca polística, pa mi suerte, todo un alivio.
Lindas amigas tenés, me chantó el Colorado. Y seguimos. Costado de la plaza, a la derecha, la zurda a todo trapo y el escriba tomando nota de la cartelera más combativa y clasista. Lo ví venir. Era Carlitos Jeresota, sociólogo proletario, una eminencia de la Revolución Permanente, director técnico de piquete expres, talompa grafa de estreno y remera con la jeta de Trosky. Avanza la lucha obrera, Pepe, me abarajó de entrada. Pero la burocracia sindical, amagué… No me dejó terminar. Tranquilo, camarada, la ideología de la clase va a barrer con dirigentes burocráticos. Pero Moyano. .. Moyano es historia, no me dejó  hablar. Ahora hay que derrotar el bonapartismo kirrnerista, limarlo hasta que se agote, ¿capishe? Pero lo que viene después… Después nada, siguió más enfervorizado, la crisis del capitalismo es terminal y el proletariado revolucionario…
La mirada filosa del Colorado me apuntaba al norte, es decir, rajemos. Así que me despedí de Carlitos Jeresota lo más amable que pude y me mandé atrás del gomía que ya le apuntaba al centro de la Plaza. Así que iba, me trompecé como al pasar con la figura excelsa del Huevo Albarracín recortada entre el humo tentador de los choripaneros. Cara de monaguillo con infaltable poncho salteño, antiojos negros, me le acerqué pa agarrarlo de surpráis. ¿Qué hacés acá? ¿Vos también?, le chanté de prima. El quía me miró de cotalete. Muzzarella, Pepe, igual que vos, me imagino, junando el ambiente y haciendo conteo. ¿Cuánta gente calculás?
No hay que ser muy pistola pa sacarle letra al huevo Albarracín. Me llevó a un costado y me explicó: mirá, Pepe, lo dijo ayer la Presi, el impuesto a las ganancias es banca en todo el mundo, se podría subir el mínimo un cacho, un 20 % y así y todo el estado dejaría de percibir  6500 millones al año. Acá el gran déficit del gobierno es que sigue cajoneando una reforma integral del sistema impositivo, una reforma progresiva de acá a tres años que ponga freno a la economía en negro, que apunte hacia un tax único nacional y coparticipable. No puede ser que todavía no tribute la transacción financiera, la compraventa de monedas, de acciones, ¿tendés? El que más gana, más paga, clarita la cuenta, porque así como vamos, le das de comer a las fieras y te aparece un Moyano, tripa misma de la mafia sindical pero que la conoce lunga y te hace este quilombo. Quien te dice, por ahí es el momento propicio pa desempolvar una reforma.
 Claro que dejarlo chamuyar al Huevo Albarracín en medio de la hinchada mionquera  es cosa de suicida. Lo entendió el Colo y miró al cielo como diciendo yo no los conozco. Un morocho de percha furimunda y oreja atenta se plantó adelante. ¿Algún problema, maestro?
Faltaba más. Lo dejé al Huevo dando explicaciones y me mandé atrás del Colorado hacia el corazón del pogo camionero, a metros del palco donde el trompa se aprestaba pal discurso. Espetáculo danzante del tiempo e ñaupa, pichones de mamut anteliduvianos, una marabunta de vejetes canosos y culos atornillados, pero ni muchos ni tantos, algunos como escapándole a la foto, otros junando al piso pa esconder la trucha. Nadies le puede negar el poder construido en décadas y la capacidad de mover a una masa adicta, aunque para la ocasión, quién sabe si laburaron con empeño.
Como que me levantaban de la entrepierna, salto y salto, pogo infernal bien fulbolero, borombombón, soy camionero de corazón. Ole, ole, Hugooo, Hugooo. Al lado mío, el Colorado chivaba como en un sauna. Silencio pa escuchar al Hugo, discurso lungo de casi una hora, es al dope repetirlo.  Si ayer bancaba al gobierno que más hizo por los trabajadores, debió descular que le quitaron banca y saltó el charco para plantarse en la vedera del frente. Discurso pa dentro, cuchilla a la zapán del aparato pejotista, como decir: ojo muchachos, armemos la variante por derecha si quieren seguir en la gestión.  
Ole, ole, Hugo, Hugo, gran desbande y objetivo natural de este movilero, arrimarse al Jefe y sacarle la exclusiva en entrevista al pie del escenario, tarea titánica que no lo iba a amedrentar. Permiso, le calé al mishio boseador Patón Basile todo tatuado que la va de custodia, micrófono en mano y radiograbador noblez GT 40 modelo 83, joya eletrónica, unas palabritas don Hugo, para No se Paga Rescate, Radio Estación Sur, ¿cómo se siente? Como el culo, le escuché, no me aprieten, traigan la ambulancia.
Atrás, me dijo el tatuado, el macho no da entrevista a cualquiera. Pero en TN sí, le contesté. El lunfa me junó como pa comerme. Sentí el brazo del Colorado que me tiraba pa atrás. ¿Tas loco o te pico brontosaurio?, le escuché. Pero este movilero no se iba a achicar. Agarré por la tangente y gateando me arrimé a la ambulancia. Aquí, don Hugo, ¿se siente acompañado en este salto político?, le triné ventanilla al medio. Y de nuevo el boseador que me venía calando la agachada, me agarró del cogote y dulcemente me depositó de dorapa atrás de otro grandote de chaleco Moyano conducción, menos amable, es cierto, tomátelas o te reviento, me dijo.
Ningún movilero que se precie, arruga frente a la alversidad. Menos quien suscribe, don Marcial Pepe Caminos, ¿Por qué impide la labor periodística?, le pregunté,  ¿cuál es su gracia?. Gracioso una mierda, y de nuevo el brazo salvador del Colorado, justo cuando el gorila amagaba un apercat a la mandíbula. Tranqui, muchachos, el jovato está bajo tratamiento siquiátrico, se escusó, yo me hago cargo. Y así que lo dijo, me agarró del hombro y me sacó del bolonqui mientras cantaba la marchita peronista como si la supiera toda.
Abatido regreso. Me disculpo públicamente ante la audiencia de No se Paga Rescate, habida cuenta que esfuerzo sobrehumano no se pudo coronar en ojetivo. Gran tipo el Colorado, no dejó que me viniera la depre. Ya habrá oportunidá, me aconsejó, la cosa recién empieza, Pepe. Vos sabés cómo son los muchachos, si olfatearon que la Presi no va seguir pal 2014, están afilando los dientes. Para ellos, la ideología es lo de menos.
Y hasta aquí nomás, fue don Marcial Pepe Caminos. Saluti a todos, un abrazo y como siempre, Patria o Colonia, che, ya hasta más ver.

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