jueves, 22 de diciembre de 2011

Salutación

Semos todos a la mesa consabida del bar buffé: el doctor Salvatierra, el Ruso Urbansky, Carlitos Mercier, el Negro Gutiérrez, Marito, el pibe de la Cámpora, el Oreja Pérez, don Víctor Lagomarsino y el tim campión de bochas, y este escriba, ovio, con más convidados de ocasión, a saber, don Leopoldo Sastre, atual presidente del glorioso, el petiso Maldonado, secretario, y la osecuente tesorera, María Josefina García, deschado de virtú y un tanto empanicada entre tantos varones. De haber sabido, traía a Verónica, mi nieta, tiró al pasar y más de uno pensó que en serio, una lástima.
Copa alzada con sidra frigoberta que nos osequia el Rengo Marinelli y su querida esposa, la Divina Colombres, brindis chinchín junto a toda la masa societaria del glorioso Social y Deportivo Fulgor de Mayo, mismo que con los amigos que nos siguen, con deseo de que el prósimo año se apeleche bien fetén y la crónica nos june patapata en la yeca de las traformaciones sudorosas que venimo manyando.
Nunca menos, entonces, falta un toco pero la cosa va,


¡felicidá, coraje y saluti a todos!

lunes, 5 de diciembre de 2011

Chau susidios y a garpar



Cola barrilete que trajo la última reunión en el bar buffé, hay que decirlo, no faltaron minusas que en encendidos meils acosaron a este escriba por supuesto desprecio a la mujer, cuestión que si merece réplica, nadies sabe.  La verdá verdadera  es que la dotora Miriam era petisa y tetona, sin vueltas, un bombón atómico, y eso no debiera afetar la supicacia de otras percantas puesto que la sola almiración de tales atributos, en las aulas del glorioso plantan piropo y elogio. Por lo demás, versó la crónica en atención a la angustia del pobre Negro Gutiérrez y la ayuda siconalítica que esta mesa consetudinaria brinda a los gomías, equivocados a o no, difícil juzgar.    
Y a mención del Negro Gutiérrez, va que se aposentó esta noche igual de colifato, medio depre pero esaltado, más pálido que alemán finado. Causa una sola: balurdo material en puerta. Le dijieron que en la gomería, la fatura de luz se le iba a ir cinco o seis veces arriba si le sacaban el susidio, y con todos los aparatos elétricos que tiene, la aliniadora que alquirió que morfa a rolete, los dos rotores, la tele siempre encendida pa los clientes que esperan, en fin, voy a laburar para pagar la fatura de luz, dijo en un triperío de angustia  y aflición
Hacerlo entrar en razón al Negro Gutiérrez es más difícil que acertarle al Quini. Tiempo al tiempo, lo primero es lo primero. Cuestión plantiada, el susidio no es otra cosa que una ayuda económica de caráter estraordinario que presta un organismo oficial a uno o más particulares, esplicó el doctor Salvatierra, a lo mejor que imaginando que con eso le ponía moño al paquete, y como si fuera poco, si se me permite, aclaró, la palabra estraordinario no deja lugar a dudas y funca de simónimo, mismo que decir provisorio, circustancial, o pasajero.
Santa palabra la suya que sabe ser colorario de apasionadas trifulcas, pal caso no puso moño ni musculosa, nomás un paléntesis que el Rengo Marinelli aprovechó para anunciar que, precavido, ya había comprado el arsenal nesario pa encarar las fiestas navideñas: sidra de la comunarda, champán para los paladares más esquisitos, vino de oferta pero tres cuartos, nada de tretabric, tinto borgonia y blanco sobiñón, si quieren empezamos a brindar, dijo, ahora que además, como se puede apreciar, canasta navideña con todos los alminículos de estilo ya plantada arriba del mostrador, sobre la cafetera antigua, para rifar con la grande de la provincia, ofreció, mismas bebidas en unidades, un pan dulce, turrones varios, dos budines con y sin frutas primera marca, tres frascos de escabeches obra de la Divina Colombres, uno de palmitos y otro de chimi pa condimentar el consabido lechón, lata de atún y cien de crudo pa la entrada, todo al módico precio de diez mangos el número.
Un afano, se quejó Carlitos Mercier tras cuenta rápida, a mil números son diez lucardas, Rengo, con eso te vas Cancún, fija. Nada que ver, saltó la Divina, hoy de banca protagónica, que así ofendida se pone más linda y se le inflan los pechos arriba del estaño, son fondos pa mejorar las istalaciones, copas y vajillas.  A otro con ese cuento, siguió Mercier, amuchado al bailongo, pidan un susidio y si son kirrneristas seguro se los dan.
Temprano para peliar, mismo que pa los brindis. Mejor que el Rengo guarde el escabio navideño, que provecho se le hará en los días que vienen. Por ahora, Gancia Marcela con limón y soda, copa de tinto al doctor Salvatierra y coca con ferné a los pibes del billar, cuartirolo con pimienta, aceitunas y manices mientras marchan dos milanesas en cuadraditos.
Estamos todos más un invitado que arrimó el Ruso Urbansky como palpitando en que cara finaría la perinola. Amigo de mi hija, la Rosita, Don Fermín Garganta, lo presentó, licenciado en marquetin y gestión empresaria, así como lo ven, cuarentón de pinta esportiva abacanada, cero zapán y mucho ginasio posta a la vista, pelucarda canosa como pintada por Vangó, sonrisa odol y mano estendida pal saludo con firma y sello de manicura.
Justo lo que el Negro bruto andaba necesitando pa la gomería, un caballero esperto en empresa, tira al pasar la Divina Colombres desde el mostrador, mirada sedutora que le osequia a la pasada mientras se acomoda los breteles del vestido. Mutis del Rengo Marinelli, que no se va a poner celoso por tan poca cosa viniendo de la señora, preocupaciones hay otras y pal caso esto de los susidios, ahora que aterriza, dice, ¿cuánto vendrá en la prósima fatura del buffé?
Pero avanti: primera ronda de vermuces sobre la mesa. Paciencia de rabino, el Ruso Urbanski se esmera en esplicaciones corretivas: primero, que por ahora a lo menos el susidio se lo sacan a los bacanes y está bien, que si tenés mosca pa veraniar en Pinamar, pa mantener cantri o derpa fino, auto premiun y yate,  te sobra entonces para garpar servicios sin ayuda. Segundo, que más de un seco en los papeles, ni es tan seco ni mucho menos otario. Hay un medio pelo figurón y cajetilla porteño que bien puede pagar el gas natural como paga el pobre de aquí por la garrafa, vamo al caso, y el que se banca la escuela privada de los pibes, el cable, la interné ful, aire condicionado,  la tele nueva chatita, de eso no se queja y bue, también puede cuidarse en el consumo y pagar. Tercero y fundamental, que si las cuentas no te cierran y sos rasca, llenás un formularios y pedís que te sigan susidiando y ahí te agarra la afí , te manya y dita sentencia.
Erudita ponencia la del Ruso, será que se quiere lucir delante del licenciado amigo de la hija. Hay que ahorrar, no es cosa de gastar luz al dope, todo cacho de energía que haiga debe ponerse al servicio del desarrollo con inclusión, argumenta Marito, el pibe de la Cámpora, endemientras relojea la ubicuidá de las bolas sobre el paño y le pone tiza al taco. ¿Y con el gas?, pregunta al ras del Rengo Marinelli. Lo mismo, sigue Marito, recurso no renovable debe cuidarse y el que gasta mucho debe pagar tacataca y por cuatro, es así, primero el desarrollo con inclusión.
Escuchenlón al pibe, la sabe de manual, en cualquier momento lo ponen de gerente en Aerolíneas sacude Mercier, peronista de Perón, las chiquisientas verdades justicialista siempre en la manga. Y sonrisa del doctor Salvatierra, si se me permite, apoyo la ponencia del joven billardista, hay un componente ecológico que no puede soslayarse, ya lo decía Catón en su magistral crítica a Escipión el Africano cuando las guerras cartaginesas, concentración de fuerzas, reserva de esfuerzos y prodigalidad de embate en el punto esacto.
 Primer silencio meditante, nunca es sencillo entender pa donde apunta el boga con un vino encima. Nueva irrución de la Divina Colombres, que se arrima a la mesa con los platitos de mila en cuadraditos y batiendo las ancas como en pasarela de alta costura,  sería bueno escuchar al licenciado, propone y piropea, más trátandose de un caballero tan atildado y buen mozo. Rubor del tal Garganta, no me haga hablar, señora, dice, más prefiero escuchar.
Difícil que el chancho vuele como que el quía vaya a zafar de opinión. Pero deámosle tiempo, se adelanta Carlitos Mercier, ironía justicialista para calzar el muñón en la llaga: ahora que son todos kirrneristas, digo yo, ¿quién acectaría el convite de la Presidenta y se anotaría de voluntario para que le saquen el susidio?
Silencio a mí no me mires. Revolea de Mercier:  a ver, espero y anoto, ¿quién se apunta? Silencio no me mires por dos. Segunda ronda de vermuces. Una opinión, por favor licenciado, sugiere nuevamente la Divina mientras se esmera en cargar los vasos de Gancia Marcela. Y sonrisa en falsete del aludido, no me insista, señora, no es escusa, pero viene de leerse entero un pedazo de libro del doctor Refusta y anda con el celebro medio chamuscado, esfuerzo inteletual sobrehumano que precisa de un reordenamiento de la eletro química neuronal al borde de un colacso esquizoide, palabras suyas.
Para que vino el chabón si no va a opinar, susurra Marito a la espalda de este escriba y si el licenciado lo escuchó, se hace el sota.
Así la gomería se va a la quiebra, retorna el Negro Gutiérrez al ruedo, yo que pensaba poner un arbolito de Navidá con lucecitas en la receción, al lado de la bañadera, ahora minga, nomás un pesebre iluminado con sebo.
Sigo esperando voluntarios pa renunciar al susidio, insiste Mercier, anotensén antes de irse. Cortala, viejo, salta Marito, eso es para se iscriban los ricos. No, pibe, es una boludez para engatusar giles como vos, discute Mercier, por más rico que sea, ¿quién se va a anotar?
Nervio al mango del pibe camporista, terrible pifiada a la bola servida, yo con reacionarios no hablo, dice, vos lo votaste a Duhalde. ¿Y? Eso, sos un reacionario. ¿Y? Sos un neoliberal, eso, y lo querés dejar libre a Videla. ¿Y eso qué tiene que ver con los susidios?  
Aire que se corta con galletita, la barra del bar buffé no le hace asco al entrevero. Se le acabó el manual al pibe, razona el Ruso Urbansky, no lo jodan más. Y callado hasta aquí, el Rengo Marinelli es un nimbus gris tormenta acodado al mostrador. ¿Se habrá puesto celoso por la Divina?   Ni ahí, está haciendo cuentas, dejenlón.
Voluntarios, anotarse, plis, sigue Mercier y queda ensartado Marito. Yo me anoto, dice el pibe. Qué decís, si el que paga la luz es tu viejo, se llega a enterar y te mata, refuta con razón la Divina Colombres, justo cuando por la puerta que da a la cancha de bochas se asoma la mollera del Cabezón Lagomarsino. ¿Quién apagó la luz del fondo?, pregunta.
Silencio interrogante. Miradas clavadas en el Rengo Marinelli, que no se da por aludido de principio, aunque después aclara: ya es tarde, los jubilados se van a dormir.
Dale luz, ruega el Ruso, las instituciones sin fines de lucro creo que están esentas de la quita de susidio. Minga, van a terminar garpando como cualquiera, abona Mercier. La prósima el Rengo nos va poner un velador en la mesa, cagamos, es la voz del Ruso. ¿Y en la mesa de billar, que aquí necesitamos la luz vertical perfeta noventa grado al centro?, pregunta de Marito.  
Y vuelta el silencio, nomás interrumpido por carraspera tabaquista del doctor Salvatierra, cosa que impone más suspenso. Si se me permite, caballeros, hay que ubicarse en el contesto socio político para manyar del asunto de los susidios. Pero no empecemos con los griegos y los romanos, interrumpe Mercier. Dejenlon hablar, pide la Divina Colombres desde el mostrador. ¿A quién? Al licenciado Garganta, que abrió la boca justo y un invitado tan esclusivo merece la atención. .
Silencio sepurcral. El magister se lleva el farol de Marcela a los labios nomás que para hacer tiempo, se nota.  Picotea un cacho de milanesa y juna el relós de arriba de la fiambrera. ¿Y? Naranja. Nomás que mastica y de nuevo le da al trago. A la final, parece que va a hablar. Los dedos como peine para acomodarse las canas. Suspiro en lotananza de la Divina Colombres. Butifarra del Rengo Marinelli, que ahora apagó las luces de la puerta y dejó a oscura el escudo rojinegro del glorioso.
Si se me permite, caballeros, primerea el doctor Salvatierra, la cosa es que el susidio generalizado funca como un ingreso, digamos en la economía doméstica, como parte del salario, como porción socializada del haber. En mi humilde opinión, si se me permite, antes que una eliminación de lo socializado, preferiría avanzar en otras reformas más profundas y racionales sobre el sistema impositivo de modo de sostener susidios que obran como elementos progresivos y conquistas sociales, como decir, un tas único y universal sobre la ganancia real y presunta en el marco de una economía planificada con ojetivos de mediano y largo alcance, ¿me esplico?  
Larga y magistral perorata del gran boga fulgurense, tirano espacio para volcarla in estensu aquí.  Concectos ténicos de alta erudición nacional y popular, griega y romana, analis meduloso y ostétrico, demasiado para esta mesa de varones probos pero de oservación checata. Nomás el licenciado Garganta le sigue la ilación y amaga llevarle la contra, que apenas atina con que jamás debieron haber susidios ya que el mercado, la oferta y la demanda, obran como reguladores per se de los costos de servicios, y así, el Ruso Urbansky cabecea en el quinto sueño, Carlitos Mercier masomeno igual, Marito se apunta otra carambola, tres al hilo, atajenlón, y la Divina Colombres  parece como que escucha atentamente desde el mostrador pero la pose sedutora que le planta al licenciado más cachetea apetencia carnal que inteletual. El Rengo Marinelli sigue haciendo cuentas de las lamparitas prósimas a desafetar en un plan de economía de guerra que le ronda en el balero y a la final el Negro Gutiérrez, que por culpa de él empezó la discusión,  le manda un mensajito por celular a la jermu que ya voy para allá  y apagá la tele, gorda, si ya terminó Tinelli.
           

martes, 22 de noviembre de 2011

Feminista

Si la mala no le hubiera batido retirada, hoy sería un rana de primera. Pero la Nancy se le rechifló un día: largó la plancha, el lavarropa, las ollas, el delantal de la cocina, el respeto, el cariño mismo que siempre juró que le tenía. Desde piba modosita, se puso fula. Callada y obediente como fue criada, se dio a trinar. Se lo confesó en la cena de un miércoles cualquiera: Negro, me hice feminista.
Al Negro se le atoró el chorizo a la pomarola que había comprado en el bodegón de la esquina. ¿Femi qué? Feminista, Negro. Y el varón, que no estaba para discutir de política, y menos con la Nancy que de eso no entiende ni pío, se acobachó en la suya. Y yo soy radical, le dijo, dejáte de joder.
A todo la Nancy se bancó callada. Al principio, ni un sí ni un no. Después, ¿querés comida?, hacétela vos. ¿Los calzones?, lavátelos. ¿Y los hijos?, mañana te toca cuidar al Néstor porque yo tengo curso de PC. ¿De qué? ¿Y para qué querés eso, digo?
La cosa fue de mal en peor. Pero peor en serio desde que la Nancy se dio a las reuniones semanales de la Comisión de Género del Club Fulgor de Mayo. Derechos de aquí, derechos de allá. Pilas de papeles, panfletos, folletos, que igual salario, que el machismo, que el aborto, que rompe las cadenas, que basta de esclavitud, que igualdad de género, que la emancipación de las minas, en fin, cuestión que el Negro pasó de Negro amorcito a Negro misógino, fálico, sexista, capanga, machista. Negro de mierda, íncubo, es decir, el diablo mismo.
El único género que el Negro conocía era el de la camisa que estaba sin planchar desde hacía una semana. A lo demás, no somos iguales, le dijo a la Nancy, yo tengo algo acá abajo que usted no tiene. Eso le dijo, así, tratándola de usted.
Al Negro se le venía la noche. Y la impaciencia. Y como hablando por las propias poco consiguió, fue a los suegros, es decir, los padres de la Nancy, para ver si la podían hacer entrar en razón, porque una hija siempre es una hija. Pero no hubo manera. Al médico la llevaron por las dudas, a la Nancy, no fuera que alguna enfermedad, o que a la final estuviera preñada, y ya se sabe cómo ponen en esos meses. Pero sana de cuerpo, la dolencia le venía por el moño. A la Nancy la habían infestado. Mal de ojo. Sentencia final de doña María, curandera infalible, consultas a módico precio en su oficina de la calle Guardiola. Un padrenuestro al levantarse, dos avemarías al acostarse y unas gotitas de brebaje en la mollera cada dos horas hasta que el mal desaparezca, recetó.
Ahora que, o la Nancy no hizo caso a doña María o el asunto venía por otro lado. Sospechó el Negro y se tocó la terraza, no fuera que ya le estuvieran saliendo los cuernos. Hay cada hijo de puta en el barrio, seguro que alguno le había llenado la cabeza. ¿No me estarás echando guampas, digo? ¡Pero qué Negro bruto! Mirá lo que pensás y todo porque me he plantado en la dignidad de ser mujer.
Callado el hombre, si así fuera que la Nancy lo viniera garcando, no iría a confesárselo de buenas a primeras. Ojo atento, disciplina y cuidado. ¿A dónde fuiste? ¿Con quién hablaste? ¿A qué hora volvés? Violento no, y eso se lo reconoce la Nancy. Severo, sí, cariñoso a su manera, olvidadizo de cumpleaños y aniversarios, es cierto, arisco para los mimos, pero jamás una mano encima ni un grito destemplado.
Pero qué se ha creído el hombre. Yo no soy un ojeto ni usted es mi dueño, así le habló la Nancy, a esa altura también tratándolo de usted.
Dueño de nada, ya se veía al cabo de unos meses. Cerrazón completa. Y así no va, le dijo una mañana, un día de estos me rechiflo y me espiro, y te vas a morir sola, vieja y sin macho que te atienda. Ni ahí, ni macho necesito pal amor, que si los quiero los consigo, ni para hacer hijos, que ahora se insiminan de probeta y por encargo, le contestó ella. Y se rió el Negro: cosa más aburrido hacer hijos así. Y se rió la Nancy: cosa más fea la que le cuelga, en que estaría pensando Dios cuando creó al hombre.
¿Así que ahora te gustan las mujeres?, acusó el varón. La Nancy lo miró como quien mira un poste de luz. Un año más tarde, como mirando el mismo poste pero con el farol apagado. Y es que algo se había roto. El amor nace con fecha de vencimiento o se pone en subasta y a mejor postor cuando en el toma y daca se interpone la incomprensión.
Con todo, debe reconocerse que el Negro siempre la quiso a la Nancy y la sigue queriendo. Dejó la ginebra, el boliche, el truco con los amigos. Ni fútbol ve por la tele. Va por la décima página de un libro de autoayuda, y como no puede pasar de allí, de la décima página, sabe embucharse un antidepresivo que le recetó la psiquiatra, porque una vez a la semana, por consejo de una amiga de la Nancy, hace la terapia de pareja, chamuyo de los peores cada vez que tiene que lidiar con la Nancy y con la doctora, así que ahora, además de fálico es un fóbico, un macho prehistórico pasado de moda con escasísimas probabilidades de curación si no asume que el cambio es posible.
Ha meditado en superiores destinos: dedicarse a la poesía, meterse en la política, hacer meditación trascendental y hasta viajar a la India de monje tibetano, salir campeón de la liga con el equipo de veteranos del papi futbol, pero en cada caso, o le faltó piolín para llegar al cielo o la Nancy se hizo la distraída y ni se dio por enterada del esfuerzo. De máxima, quedarse fiambre en la vías del Roca y con eso hacerla sufrir, como decir, mirá en lo que terminó el Negro, a lo que lo llevé, pobre Negro.
Pero en realidad, el Negro no está seguro de que la Nancy vaya a sentir culpa. Rajarse de la casa fue la última intentona. Tomarse el olivo por unos días para que ella recapacite. Chau, que te cuide Mongo. Dos días le duró el berretín. Volvió y tuvo que asumirlo, como dice la psicóloga, y eso le costó un agregado de diazepán de 5 miligramos para poder dormir.
Su única preocupación ahora es el hijo, el Néstor, adolescente y en edad de debutar en la cosas del sexo. Y es que con todo este discurso de la Nancy, está convencido que el nene le puede salir puto. Y ya se lo dijo a la Nancy: si el Néstor se hace trolo, me hago el haraquiri. Pero como la Nancy no entiende ni pío de japonés, se imaginó que el Negro se haría un trago largo, un daiquiri, se emborracharía y así se olvidaría de todo.
Así que así, el Negro sigue cayendo en picada. No aguanta más. Ahora le dio la impotencia para el amor porque eso de acostarse con la Nancy que le pide cosas nuevas y hasta le salió con el sexo tántrico, no es para varones. Eso le dijo: yo soy muy machito, pasa que así no puedo.
Y el hijo, el Néstor, cada día más amanerado. Vos no le des bola a tu vieja, lo aconsejó, un día de estos vamos a ir juntos al cabaret de la Avenida y vas a ver lo que es bueno. Pero el pibe, como si no lo escuchara, dio media vuelta y lo dejó hablando solo. Puto, no. Antes que eso, que me culeen a mí, dijo a nadie.
Y así está el Negro. Hace tiempo que no se lo ve por el club. La última vez fue para la fiesta aniversario. Andaba mustio, como plantita sin agua.

El Casorio


(Crónica verseada del enlace
del Tarta Alsina y la Aurora Díaz)
Si de esposa la acepta, inquirió la jueza,
una, dos y por tercera vez.
No era tan grave la apuesta,
nomás parolear un sí de revés
Cusí la novia, ni bien ni mal dotada,
de labia torpe y un poco gruesa
mas de familia fetén y acomodada.
Qué más daba llegar hasta el entuerto
del casorio en alpargatas,
de estreno las batarazas
y el moño colorado al cuello,
decir que sí, acepto. Y rajar a casa.
Pero atada la lengua, seco el garguero.
La novia lo relojeó fulero.
Detrás, al suegro le castañeó el moflete
y a la viejita se le escapó un cuete
ya encomendada a Santa María,
vista la facha tembleque del quía
que no arrimaba respuesta.
Déanle un vaso de agua, dijeron del fondo,
a ver si se le ablanda el banquete.
Mejor una ginebra, y ese fue el Tordo,
que lo conoce así de purrete.
Y no faltó el piola que soltó la risa
ni el más púa que rompió el silencio:
Se ve que el hombre no tiene prisa
o que le dio el arrepentimiento
Salga de ahí, estamo en un casamiento,
saltó el cura, bendito sea,
y al novio le dijo: no miento,
cosa suya bailar con la más fea
atienda que si por mi fuera
ya mismo me iría, aunque atento
no nos haga pasar vergüenza,
que Dios en el cielo y el Diablo bajo tierra
dígale sí, que se me acaba la paciencia.
El casorio no es ninguna ciencia,
aseguró la tía, la que enviudó por tres.
Así lo dice cualquiera, ya ve,
la próxima, doña, se casa en el cementerio,
trinó la jueza, y ya basta de misterio,
le pregunto en serio
y por cuarta vez
¿La acepta a la Aurora o se va al mazo?
Mire, amigo, que para el caso
mejor solo que mal acompañado.
Y esa noche hubo fiesta aquí al lado.
Empanadas y vino en damajuana.
El novio que al final habló, mamado
y de raje al consejo de una hermana.
La novia feliz, los suegros aliviados,
los amigos de juerga desconsolados
de haber perdido un compañero de ruta,
la viuda buscando otra puesta,
todos bailando y hablando macanas.
Y el cura siempre engrillao en sotana
haciéndole ojitos de amor a la jueza.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Aquella petisa tetona


Pintura fresca en las paredes, donación material de ferretería Sangiácomo, el bar buffé del glorioso luce apotiótico así bañado de imaculado ocre y con una esposición de cuadros del gran artista plástico Rubén Faldutti, eminencia del olio y la acuarela que deja pasmado al espetador con sus paisajes del suburbio. Ayuda pal caso que, pasada las eleciones, el Rengo Marinelli haya descolgado la pizarra estadística eletoral de la ganchera, cosa que el mostrador centenario despliega su cautivante esplendor.
Mesa acostumbrada a la zurda, pegada al tualé de caballeros, la barra de siempre pintaba dicharachera y plestórica de opiniones de atualidá mientras la Divina Colombres se demoraba en la primera ronda de vermuces. Nada presagiaba esitación pero una cosa llevó a la otra, que el dólar, que los susidios, que la crisis, que los indinnados, la cuestión fue que Carlitos Mercier, peronista de Perón y puntero anteliduviano, tiró como al pasar que yo no la voy con las cosas de la modernidá, eso de que la salú, que no se puede fumar, que ni morfar se puede, que te sacan la sal de la mesa, que se puedan casar los putos, por ejemplo, y eso de que van a legalizar el aborto, disculpenmén, estaré chapado a la antigua, pero no me va, ahora cualquiera le da a la matraca, se embaraza y chau, le dice al tordo que sáquenmelón, y así no va, es una degeneración.                    .
Dedo en la llaga, como quien dice, al Negro Gutiérrez le esplotó la pólvora. Qué querés, saltó como leche hervida, que sigan haciendo aborto en los ranchos, que se mueran las pibas con infeciones y hermorragias.  Que se cuiden, retrucó Mercier, que usen lo que hay que usar y sinó que se bañen con agua fría, porque el aborto es un crimen. Más criminal es que se mueran las pibas, chilló el Negro y ya puesto de pie, amenaza de trifulca en puerta, soltó argumento posta: no se puede desconocer la realidá, coger se coge, unos más y otros menos, se hacen abortos con ley o sin ley, así que mo me jodas, Mercier, que me da la chiripioca.
Espetacular irrución subreticia de Marito, el pibe de la Cámpora, ni buenas noches. Derecho a la mesa del billar, de ojito tomó nota del clima afixiante que se respiraba. Pa mi un ferné con coca, dijo onda dalailama, mejor siéntensen y cortenlán.
Cinzano con ferné, manices, fontina en cuadraditos, picles y berenjenas en escabeche, eselsa obra gástrica de la Divina. Un Olmugler para el Cabezón Lagomarsino, ya repuesto en la capitanía del tim bochófilo, y con aclaración mediante, que por receta del cardiólogo, un vasito de güisqui hace bien a la arteria. Y así está la cosa. Desliz de Carlitos Mercier, porque historia manyada la del Negro Gutiérrez, cualquiera en el Fulgor de Mayo la conoce y sabe que el tema en cuestión lo afeta para mal. Si no se enviolenta, le da la depresión más fulera, como le pasa ahora, que se sienta, le vienen los recuerdos y chau, no se levanta ni con grúa. 
Ya plantada la causa y visto el resultado, esta mesa consetudinaria del bar buffé obra en consecuencia siguiendo los precectos solidarios del gran Ismael Celentano: primero la Patria, después el clu y tercero los asociados que, como el Negro Gutiérrez, precisan de una terapia siconalítica de emergencia para hacer la catarsis nesaria y salir del pozo ciego.
Fue allá por ochenta y pico, principia Lagomarsino, justo en la esquina de enfrente al glorioso, que se había puesto la salita médica y apareció de clínica la dotora Miriam. Bombón atómico,  petisona fornida de caripela pícara, guitarrón cumbianchero, pechos como cañones napoliónicos, la piba recién diplomada y residente del policlínico, se había dado a praticar alhonoren entre la mersa y en de paso le hacía proselitismo a la revolución obrera socialista.
Tres veces a la semana venía en un fitito medio destartalado y era nomás que se bajaba y caminaba hasta la salita que ya hacían cola los indispuestos, aporta el Ruso Urbansky, ochenta largos pero la memoria intata. La Miriam sacudía la carrocería como apilada a un desfile de modas, cuenta el Rengo Marinelli, un avión a chorro, de atrás era un culo con vida propia y de adelante, una vidriera de pecados, un molumento a las ubres que le reventaban el guardapolvo. Gran ésito de la medicina preventiva, según Carlitos Mercier, ispiración del entonces intendente Ríos, nomás que tuvieras un dolor de cabeza culpa de una tranca macha, te aparecías en la salita para que la dotora te ascultara con el tetoscopio y te curabas al toque, milagro de Dios, te volvías a tu casa hinotizado, con una sonrisa de infeliz y el último número de Izquierda Socialista pa encender el fueguito del asado del domingo.
Sesión siconalítica en marcha. El Negro Gutiérrez asorto, como arrimándose a la traferencia mental, aunque da lástima verlo arrumbado en la silla, la mirada perdida en lotananza, los dedos jugando estupefatos con una cáscara de manís.
Cuestión fue que el Negro quedó hinotizado con la facultativa, pero peor que nadies. Primero, una colitis por el lechón que se manducó un primero de mayo, después una anginas de amídalas, un turululo sebacio en la gamba, un dedo mocho que le quedó cambiando yantas en la gomería, y el insonio a lo último, que no podía pegar un ojo en toda la noche y aquí venía y se copeteaba hasta la madrugada, recuerda el Rengo Marinelli, cuestión que se hizo cliente esclusivo de la salita y la dotora Miriam le tomó el aprecio, tanto que le acetó un feca en el bar de la estación, lo afilió al Partido y le dio cinco ejemplares de Izquierda Socialista pa que repartiera entre la clientela de la gomería.
Qué le vio la dotora al Negro Gutiérrez, un misterio. Retacón igual que ahora, menos panza, es cierto, pero feo fue siempre, razona la Divina Colombres desde el mostrador mientras prepara la segunda ronda de vermuces, los bíces nomás que tiene de tanto yugar, y encima casado con la Dolores y un hijo, en qué pensabas, Negro, a vos te parece, ponerle los cuernos a la Dolores que era amiga mía.
Si se me permite, atreve el doctor Salvatierra, estimo con sobrada convición que el amigo Gutiérrez, en tales circustancias, no podía pensar en nada que no fuera aquella petisa tetona, a quien bien recuerdo, señores, si se me permite, Afrodita misma encarnada en el arrabal mistongo, hija del espumarajo que el iracundo miembro de Urano abonó en Chipre, no creo procedente juzgar la ovia chifladura del varón  puesto frente a aquella que amaron Hermes, Ares y el mismo Hefesto, señores, si se me permite, quien esté libre de algún atorro eróstico, que tire la primera piedra.
Miradas de corrido al Negro Gutiérrez, tieso en su silla, los ojos clavados en otra  cáscara de manís que tritura con imolatoria paciencia.  Si los jovatos van a hablar de minas que sueñan, mejor me voy, se queja Marito, el pibe de la Cámpora, que así no me puedo concentrar en la bola.
Pero sigue la ronda siconalítica. Colifato hasta el caracú, el Negro le dio maza a la Afrodita, o a la Miriam, o al vesre, ella a él, quién sabe, porque lo cierto es que desde el día en que la dotora probó del dulce nétar en la gomería del Camino de Cintura, le agarró como un vicio a las cubiertas, a la cruceta, al gato, dale, Negro, contala, mal gusto del Cabezón Lagomarsino esplayarse así. Encima, se prende Carlitos Mercier: un camión con acoplado era la petisa. Cuando caminaba, a las baldosas le daban el alzeimer, hay que entenderlo al Negro.
Al toque estuvo de largar a la Dolores. Divorciar se divorció, no le quitén mérito al taura, pero eso fue más tarde y nada tuvo que ver la dotora, aclara el Ruso justo cuando el doctor Salvatierra amenaza con otra disertación de la mistología griega. El Negro tenía lo suyo, completa el Cabezón Lagomarsino, de eso no hay duda, esa gomería fue siempre un anzuelo pa tiburones, un bulín grasuliento pero posta pa enamorar. Saber certero del Cabezón, entonces eran muy amigos con el Negro.  ¿Se acuerdan de la Colorada Barrientos, la esposa del ingeniero? Por los cuarenta andaba entonces, pero parecía de veinte. Rajaba cubierta a cada rato, ¿y a dónde iba? Ovio, servicio completo en la gomería Gutiérrez.  
Silencio espetante. La ciencia siconalítica seniala que el paciente ya debería reacionar, pero naranja, el Negro sigue dándole al manís como si nada, medio recostado en la silla y los ojos clavados en el piso. Pero volviendo a la dotora Miriam, la historia se puso fula cuando quedó embarazada. ¿Lo contás vos, Negro, o lo cuento yo?, atreve Lagomarsino.
Silencio más espetante y breve acotación de la Divina, pura sensualidá desde el mostrador, pero miren al Negro, así que era un tasiboi disfrazado de gomero, la verdá que me sorprende, haber sabido antes. Risa irónica y forzada de Marito mientras le pone tiza al taco y enciende un Particulares a la moda setentista. Por qué no le hacés a un yoqueiclú, pende, que es más suave, le tira el Rengo. Mutis del pibe camporista, ya concentrado en la bola.
Cualquiera lo supo entonces y lo recuerda ahora, pero nadies como Lagomarsino, que tan amigos eran entonces. Preñada la petisa, el Negro estaba dispuesto a hacerse cargo del crío, eso me contó él. Pero ella lo abarajó de entrada. Pará, amorcito, le dijo, hasta aquí llega el sesenta, la pasamos joya y nada más, no quiero un hijo por ahora, yo soy dueña de este cuerpo y nadies decide por mí. Chau. Historia finiquitada, un día la Miriam no vino y la salita cerró al tiempo. O no hubo más enfermos o los enfermos se cagaron muriendo sin hacerse atender, sigue Lagomarsino con su mal gusto.  
Silencio sepurcral ahora, el Negro Gutiérrez se lleva el farol de Cinzano a la boca pero apenas se moja los labios y sigue triturando manices, cosa que así, con el ruido de la cáscara, le da más  dramatismo a la esena. Habría que dejarle el final de la crónica, es pensamiento de este escriba, que hasta aquí los amigos pero la nesaria catarsis la tiene que hacer el angustiado.
 Si se me permite, caballeros, irrumpe el doctor Salvatierra, es indudable que el hombre carga con su sentimiento de culpa. Cuando Zeus creó a Pandora en el Monte Olimpo y la dio como regalo a Epimeteo, fue con un frasquito que no debía abrirse porque allí estaban todos los problemas de la humanidá, incluidas las culpas, pero la diosa igual lo abrió y qué mierda, todos los problemas se estendieron por el orbe y lo único que quedó adentro del frasco fue la esperanza.
¿Y eso?, pregunta del Ruso Urbansky, ilustrado varón del materialismo dialético, si vamos a meter todos los dioses griegos en la cosa del aborto, fija que el Negro se suicida. Si acectamos que la vida humana solo es tal en tanto parte del ser social, la esistencia arranya en el parto, cuando el ser toma contato con el mundo que lo rodea. El aborto no mata una vida sino que anula un proyeto. No hay crimen ni culpa así que Pandora no tiene nada que ver.
A eso iba, esplica el doctor Salvatierra, fino erudito de la historia y del derecho, si se me permite. Minga de permiso, salta Lagomarsino, la petisa aquella casi se muere por infeción y eso que tenía contatos y lo hizo en lugar más o menos bacán. Imagínensen a los pobres que caen en manos peores, la hija del Mingo Loyola, pa no ir más lejos, que anduvo poniéndose perejil entre las piernas y casi se muere.  
Silencio más sepurcral. El Negro Gutiérrez ha parpadeado tres al hilo y ahora se rasca la oreja como pidiéndole ayuda. Se embucha el último manís y hace fondo blanco en el Cinzano. Listo pa la catarsis, eso parece, ya era hora. ¿Y? Nada. A lo menos debería agradecer a los amigos, susurra Mercier, que no está de acuerdo con los dichos pero banca el tratamiento celebral.
Y ahora sí, un lagrimón se le suelta al Negro. Levanta la jeta y mira a todos como regalando gratitú. Primero lo abraza al Cabezón, después a Salvatierra, y así con cada uno, hasta al Rengo Marinelli que no sale del mostrador y a la Divina Colombres que ya se echó a llorar pero igual no le hace a lo que sea contato físico.
 Traferencia siconalítica  que se dice, falta que vomite las penas, esplicaría Ismael Celentano. Pero nada, el Negro pone primera callado, de paso por la mesa de billar lo estrecha a Marito y sigue hasta la puerta. Un pie en la calle y vuelve. Sonríe, bueno para nada, y habla con la voz de la costernación que ha recibido consuelo: ¡Qué fuerrrrrte estaba la petisa!
Silencio comovedor en la mesa del bar buffé. Veredito concluyente del doctor Salvatierra: el amigo Gutiérrez ya está curado.   

viernes, 7 de octubre de 2011

Gran Pinic de Primavera


Nomás que haciendo la plancha, la Cristina gana por varios cuerpos, reza de entrada el Rengo Marinelli, apuntándole un dedo a la pizarra estadística que cuelga de la ganchera.
Indiferencia asoluta en la mesa de costumbre, no es novedá. Desgano o apatía de la mersa, la cosa es preocupante. A dos semanas de la gran cuadrera elecionaria, llama la tensión que tan poco se parle de lo que viene. Mustia la yeca, cero pintada y poco cartel, nomás cada tanto una mesita de campin con la purretada repartiendo volantes más sosos que ensalada de lechuga sin sal, nomás con la jeta de un candidato mistongo, sonrisa Colgate, retrato fotoyop y consinna más melosa que teleteatro colombiano.
Más que preocupante una cagada, fundado argumento del profe José Ricardo Sampietro que traigo a colacción en esta distinguida mesa a cuento de que quiso la gracia me lo encontrara vez pasada en el gran pinic de la primavera organizado por el glorioso. Varón jubilado de la ciencia dura, matemático dotorado en Milán y filoso lenguaraz, sabido es que donde hay vino del común, choripán y orejas que lo escuchen, allí está el hombre batiendo su justa.  Así que nomás se me apelechó, vaso plástico de Uvita dulce en la zurda, otro igual en la diestra pa convidarme, tiró de un saque: ya ni pa versearnos se toman la molestia, hermano, mucho candidato, mucha caripela pero minga de propuesta.   
Difícil discutirle al profe Sampietro, más mejor dejarlo parolar hasta que se le seque el garguero. De la contra ni hablar, como que tampoco me importa, siguió diciendo, pero sí del kirrnerismo, y a ver si nos entendemos, ¿qué sinnifica eso de profundizar el modelo? ¿Hay un plan? ¿ideas posta? ¿Pa dónde vamos? ¿Reforma del sistema impositivo, del sistema de salud, del sistema educativo? ¿Reforma costitucional? ¿Costrución de un nuevo poder político popular? Y sonrisa sobradora del profe Sampietro:  ¿socialismo nacional?
Demasiadas preguntas para un escriba que poco manya del asunto. A mi ver, hay un proyeto más o menos piola, le esputé como venía, lo de la ciencia y ténica, los de los polos industriales. Pero el profe me madrugó certero: Mirá, pibe, la cosa es que si no tirás un cambio el motorcito se te queda en segunda y cagaste, las leyes naturales del capitalismo te garcan a la final  y sos pan comido para las fieras. ¿Capishe?
Mutis meditante de este escriba y vacío el vaso de Uvita. Sin nafta se me achicharra la lengua, me dijo el profe, dio media vuelta y se fue como hinotizado atrás de la hija del tano Martella que justo pasaba por ahí moviendo un budín molumental que ispira hasta los muertos.
Pinic bacanal que amerita la primavera desde el tiempo de los grecios,  mantelito a cuadros sobre la graminia, sánguches de mortadela y salame, naranjada pa regalar, la comunidá boliviana dijo presente y, como es costumbre, el maestro Franklin Hernando me convidó con un vasito de chicha que no pude dispreciar. El comandante Evo no la tiene fácil, me sacudió de sopetón, la derecha reacionaria imperialista lo quiere voltiar y hoy más que nunca los revolucionarios de la madre tierra precisan de gobiernos amigos en América Latina.
Albañil especialista en revoque fino, esquisito trapecista de los andamios, hijo pródigo del Alto paceño, humildá a prueba de balas  y diplomado en la historia de Koyasuyo, según afirma, Franklin Hernando se apunta recatado y afín a la no intervención en los asuntos internos de un país hermano que le ha dado cobijo, me reconoció, pero el brebaje del maíz ancestral me baila un taquirari en la boca. La presidenta Cristina tiene la bendición del Inti y la Pachamama, apoyo irrestrito del proletariado revolucionario boliviano y de los heroicos pueblos originarios, brindó sin hacerle asco a la chicha, salú camarada.
Bien que la menesunda etílica me daba cosquillas en la barriga, enderecé los pasos a como pude pa responder al saludo del turco Jazzal, cumplidor al festejo fulgúrense con toda la parentela alrededor de una mesa de campin. Fatay a discreción, yagwarma de rechupete y como fasos envueltos en hojas de parra, el turco me convidó con un anisado de propia fatura que me pegó  como trompada de Casius Clei. Alá es grande, me dijo, su visión que todo lo abarca hoy acompaña la primavera árabe pero no manya baclava con vidrio. Atrás del bolonqui se apilan los mannates  petroleros de la vieja Europa, caso Libia y Yemén, así que atenti a la estrilada.
Ex secretario del Centro Sirio Libanés, maestro tapicero y titular de Sedería La Fabulosa, don Raúl Jazzal se ha gastado fortuna en naipes y mujeres. De esposa, una que lo soporta, pero de queridas varias, no es de estrañar que se haya enamorado también de la presidenta después de la cuarta copa de anisado. Gema del Sahara, me dijo, Cleopatra más linda que la que se manducó al Marcantonio, envidia de los Césares, tiene labia e inteleto de estadista, polenta y decisión, cómo dejar de apoyarla en todos los sentidos, siguió el turco regalando un guiño de ojo, además la sedería anda un kilo en ventas. Ponele un gancho que Alá la ilumina, concluyó.
Y así que seguí la recorrida en el gran pinic, las tres copitas de anisado agregadas al Uvita y a la chicha me empezaron a dar como retorcijones. Canchita de fulbo, arcos improvisados con piedras y palitos, había que ser mago pa saber dónde estaba el travesanio. Que fue gol o no, adentro o afuera, el gordo Palestra mandó a todos de paseo y así dijo, ma sí, métanse el fulbo en el culo. Escusa, me aclaró aparte, la verdá que estoy muerto y ya me dan calambres en el glútio. Vení que te invito una cervecita.
Cuarentón sencillo el gordo, de política no cazo uan, me alvirtió, de eso entiende la bruja. Es decir, Carmencita, la esposa atual, que apenas nos vio venir, como presagiando intenciones, peló de la yelera de tergopol una botella de Quilmes.
Dama de pocas pulgas y lengua rápida, delegada de la testil hasta la quiebra, combativa puntera de barrio, Carmencita opina sin que le pregunten. El problema son los buitres, me explicó, y hay muchos que van al acecho pero el más peor es el Manco. No entiendo a la Presi. En estas eleciones, cualquier candidato con la bendición de ella ganaría sin despeinarse, ¿para qué darle aire al motonauta?, ¿cómo te lo sacás de encima después?, ¿o es que el proyeto se termina en cuatro años? Conozco la fauna desde adentro, nene, si no limpiás cuando tenés banca, te morfan en cuadraditos con el primer trompezón.
Bien fría la Quilmes, una delicia pal garguero. Sentado en la graminia, el pinic me daba vueltas y la voz de Carmencita era como una melodía que venía muy de lejos. Por eso lo banco al gordito Sabatella, sería catástrofe que el Manco sacara más votos que la Presi, alcancé a escucharle y chau, no me acuerdo más.
Tranca espelunante, susurra ahora el Negro Gutiérrez, el de la gomería de Cintura, el problema es la mezcla y encima hablando de política, peor. Por eso, yo cuando tomo un ferné, prefiero hablar de minas o de fulbo.
Negro bruto, vos ni con té con leche podés decir nada en serio, trina la Divina Colombres desde atrás del mostrador, a mí lo que me preocupa es que murió el estiviyós.
Silencio sepurcral. ¿Quién?, pregunta del fondo. El de la computación, sigue la Divina, el de la manzanita, dicen que nos vamo a quedar sin interné porque era el celebro de todo.
Silencio más sepurcral. Si se me permite y con todo respeto por la señora, irrumpe el doctor Salvatierra, me parece que está hablando pavadas. Lo escuché en la tele, aclara la Divina. Escuchó mal, discute el boga. Escuché bien, insiste la Divina y lo mira al Rengo Marinelli, dale, decile que vos también escuchaste.
Varón paciente como pocos, el Rengo sigue estasiado con su pizarra estadística eletoral. Asegura que si acierta en porcentajes, tiene conchabo firme en consultora de prestigio internacional. Del Fulgor de Mayo a Wáyinton, dice, imaginensen lo que los voy a estrañar.    

lunes, 5 de septiembre de 2011

De todo un poco

Quien no sabe escuchar, más mejor que no hable al cuete, aserto que este escriba tiene en cuenta a prosópito de varios comentarios osequiados al correo del glorioso por entendidos letores que haciendo gala de finura espresiva inquirieron a quien suscribe por su voto en las eleciones pasadas, como un decir, bata la justa: ¿a la final, a quién le dio el sufragio? Tiempo al tiempo, en el Social y Deportivo nadies se escuende. Quien sabe esperar aprende de la pacencia y a tranco corto despija dudas.
Viernes primero de setiembre, tema obligado: la pésima atuación de nuestro tim bochófilo en la final del Torneo “Miguel Borrico” Edición 2011 y, tras cartón, los preparativos pa los festejos de setiembre, a saber: viernes 16, aniversario fundacional del Fulgor de Mayo, acto solenne para empezar y cena popular con sorteos y pachanga a cargo del disyokei Rubén; fiesta de la primavera el domingo 25, pinic a la canasta en el Parque Belgrano, micros desde la puerta del club a partir de las siete de la matina, escarapela rojinegra pal que guste, fulbito asegurado, reposeras de alquiler para la veteranía y profiláticos gratis donados por la farmacia Arrospide para la muchachada, repartija a cargo de la Comisión de Damas en la “Campaña Fulgurense Seso Seguro”.
Pero año eletoral, a dos meses de la gran definición urnística, el bar buffé del glorioso yerve de fiebre idiológica y la política se cuela en el chamuyo como sin querer. La barra de siempre, una cosa lleva a la otra y de atrás del mostrador la Divina Colombres, pura sensibilidá de mujer, no se ha recuperado de la horrible muerte de la Candela, dice, ahora no hay nada para ver en la tele.
Silencio meditante en la mesa consabida, el Rengo Marinelli abona la primera ronda de vermuces con nutridos ingredientes, lengua a la vinagreta para destacar, mismo que tortilla de papa en cuadraditos. Tele nueva alquirida en sesenta cuotas con el plan del gobierno pa los jubiletes, LSD full Hachedé, esplica el Rengo, se ve espetacular y la Divina se pasó una semana pegada al aparato siguiendo el caso de la piba, final a moco tendido, ¿sería nesario darle tanta manija al asunto? La Candela vendió más que una final de campionato, razona isofacto el Ruso Urbansky, era bonita, parecía una modelito en las fotos, poné el gancho que si fuera morocha posta, carasucia de las muchas que se chorean todos los días, nadie le daba ni la hora.
Mesa tendida para la contienda, el Negro Gutiérrez siguió el caso desde la tele siempre encendida en la gomería, así que opinión con fundamento, se esplaya en hipótesis criminalísticas como un inspetor del efebeí: sello narco del cartel peruano, en el hampa del común, entre chorros de ley, nadies se come a un hijo por vendeta. ¿Pero qué sabe este Negro de mierda?, palabras de Carlitos Mercier, hombre de Perón y entendido en trenzas del poder, según afirma sin que le suelten los mocos, complicidad policial mediante, al Manco le quisieron plantar un muerto. ¿Quién?, pregunta de Marito, el pibe de la Cámpora, recién arrimado a la mesa del billar y ya echándole tiza al taco. La corpo mediática, sigue Mercier, la campaña eletoral ya empezó, si no te diste cuenta, al Cabezón Duhalde ya se lo hicieron. Nada que ver, ¿qué tomaste?, ¿cótel de aguarrás tomaste?, espresión poco medida del Negro Gutiérrez, bueno para nada, vos sos duhaldista, pará de vitimizarte. Yo soy pe-ro-nis-ta, aclaración de Mercier que sobra como grasa en chorizo de cancha, y estoy con la Cristina a muerte. ¿Desde cuándo?, ¿desde que ganó las eleciones?, ácida reflesión de Marito. Y rinsai abierto, culpa de la Divina Colombres por echar a rodar el tema, yo no hablé de política, no más de la pobrecita Candela, tan linda que era, se escusa, cómo pudieron matarla así. Ves, te das cuenta, opinión del Ruso, ¿qué tiene que ver que fuera linda?
Callado hasta aquí el doctor Salvatierra, seco el vaso de vermú y como pidiendo bis, si se me permite, no hay que confundir, el crimen esistió como tantos otros, el periodismo toma un caso y lo espone pa deleite de la teleplatea ávida de morbo y cocuspisencia mientras fatura con el reitin de toda la menesunda. En otras parolas, el ojeto natural de toda empresa es el lucro, la chirola, la mosqueta, me esplico, y una empresa informativa no es la esección. Nadies le pida al naranjo que eche manzanas, ahora que, ¿está bien eso?, ¿está bien que un medio de espresión con molumental capacidá de influencia celebral en la gilada haga y diga lo que se le cante?, ¿no debería esistir un contralor sesudo de contenidos?
Silencio espetante. Mesa abierta para esponer pero mancan los tauras. Triple carambola del Oreja Pérez, putiada de Marito y segunda ronda de vermú. Gancia con limón, soda y chorrito de granadina pa darle color, invento del Rengo que lo copió de una revista de cotelería. Provechito de Mercier y dedución con inquisitoria al paso: igual que hicieron con eso del fraude en las eleciones, que a la final se demostró que no. ¿Será cierto que se van a cambiar las boletas?
Temario abierto, ya se ve, ¿qué boletas?, yo soy monotributista y hago fatura C cada tanto, no me las van a cambiar ahora, alvierte el Negro Gutiérrez, bueno para nada, así que nadies va a gastar pólvora en chimangos para explicarle. Boleta única con todas las caripelas de los candidatos, una para nacionales, otra para provinciales y la tercera para municipios, así se corta el voto cadena y el clietelismo, aporta el cabezón Lagomarsino, renunciado DT del tim bochófilo después de la vergonzosa derrota, radical de siempre, ahora de paso, para mí una coca con ferné como al Marito. Pedazo de boleta, va a parecer un álbun de figuritas, se ríe Urbansky, pero igual no hay tiempo, faltan dos meses nomás. Falta voluntá, eso es lo que falta, insiste Lagomarsino y piolín libre pa que vuele el barrilete, salta Marito el primero, que si manya del tema, nomás por olfato define el tiro: eso es cosa de gorila. Gorila tu hermana. La tuya. Es lo que digo, en vez de buscar el consenso y el diálogo, los kirrneristas se pelean con todos. Consenso las pelotas, trina Marito, un ojo en la bola, perfeta posición de tiro, medición milimétrica y carambola a tres bandas. Aplausos.
Yo estoy con la modernidá, argumenta el Rengo Marinelli desde el mostrador, ahora con la computación y todo eso, lo mejor es el voto letrónico, que es igual que el Ling y vas como a sacar plata del cajero, nomás que te aparecen los candidatos en la tele y vos marcás el que te gusta y listo, sin gasto de papel ni tinta, y quien sabe, el día de mañana vas a poder votar por interné. ¿Y el que no tiene interné?, pregunta del Negro Gutiérrez. Entonces vas al cajero, respuesta del Rengo.
¿Te imaginás al viejo Terrile, que cada vez que cobra la jubilación lleva al hijo para que lo oriente?, nomás que ve la botonera del cajero ya le da taquicardia, apunta Mercier. A mí me pasa lo mismo, confiesa el Ruso Urbanky, ochenta y una primaveras, le desconfío a la máquina, como que adentro tiene un enano metido manejando las piolas y que me a cagar con las estraciones y el resumen. ¿Qué te pasa con los enanos?, ofendido el Oreja Pérez, petiso de apreciar, taco en mano, adentro de un cajero cabe Yinóbili con pelota y aro para encestar.
En Salta ya probaron el sistema, si se me permite, esplica el doctor Salvatierra, boga erudito en todos los fueros y a más costitucionalista probo, mismo que en Brasil y en Europa, en varios países, efetividad incierta, la tenología con sus certezas y sus falencias al servicio del hombre cual mitológico cíclope alzando en una mano el quijotesco anhelo de progreso, cual ninfa de saturnales fastos que resume en su etério juego de sedución la voluntad gentil, si se me permite, no me queda claro que un cajero automático sirva incólume a los efetos eletorales.
Demasiado vermú, hay quien opina desde el billar, córtenlen el chorro al doctor. ¿Quién habló? Silencio cómplice.
¿Y los fiscales?, pregunta del Negro Gutiérrez, ¿para que estarían los fiscales de cada partido?
Se perdería la noble tarea, una pena, habla el Ruso inmemorian de sus tiempos mozos. Cierto, señores, si se me permite, se perdería la educativa labor cívica de la juvenil militancia, razona Salvatierra, la aventura de la puja partidaria, el gozo de custodiar las boletas propias como si fueran hijos, el vértigo del recuento insitu, la rutura del sobre para ver aparecer al candidato que ha enamorado al ativista, se perdería ese lujo que es la democracia en su salvaje reverdecer cada dos años.
Silencio sepurcral. Y tres gambas, interrumpe el Negro Gutiérrez, el de la gomería del Camino de Cintura, bueno para nada, ya se dijo, tres gambas garpó el Colorado De Narváez a los cuatro hijos en las eleciones pasadas, una luca docientos, hace la cuenta rápida, si es por mí, mejor que sigamos como estamos. ¿Así que votaron al Colorado?, pregunta al toque que el Negro responde con la simpleza del que la yuga a diario: no, pero un laburo es un laburo y se paga.
Tiempo electoral, ya se dijo al comienzo, la política se cuela en el chamuyo. Ni hablar cuando el Rengo Marinelli, esaltado como está por el ésito anterior, cuelgue de la ganchera la pizarra estadística que ya lo hizo famoso. Promesa dada, pal viernes que viene va a tener los primeros datos fecientes.
Saluti a todos.

Por las Comisiones

Comisión de Deportes

Se llevó a cabo entre los días 15 y 27 de agosto el Torneo Anual de Bochas “Miguel Borrico”, Edición 2011. En un marco espetacular y ante un público entusiasta, se disputó la final entre la dupla del Social y Deportivo Fulgor de Mayo (Lagomarsino-Doldán) y la del Unidos La Estrella (Gómez-Lasar). Fue derrota sin atenuantes de nuestro tim ante el clásico rival, razón por la cual don Víctor Lagomarsino presentó la renuncia como DT, la que le fue rechazada en Comisión Directiva. Edmundo Doldán, su histórico coequiper, asumió provisoriamente el cargo.

Hasta el 15 de setiembre está abierta la inscrición para el “Campeonato de Truco Día de la Primavera”. Interesados contatar a Marquitos Garabaglia.

El 12 de noviembre próximo se realizará el Torneo Juvenil de Ajedrez “Ismael Celentano”. Inscrición abierta a menores de 25 años con o sin esperiencia en este deporte-ciencia. El 13 del mismo mes hará presencia el maestro Raúl Lolo Vives pa jugar simultánias con todos los que rayen.

Comisión de Damas

Con la firma de Cecilia Bassur, el pleno de esta comisión volvió a reclamar se cambie su actual denominación por la de “Comisión de Género” y manifestó su repudio a las reiteradas negativas de la CD para proceder con la reforma estatuaria. Asímismo, espresó su agradecimiento hacia todos quienes colaboraron en la Jornada “Un juguete para todos” que se realizó el tercer domingo de agosto pasado, día del niño.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Antes que nadies

Lunga ausencia, no es cosa de echarle culpas a nadies pero hay que decirlo: lo barato sale caro a la final. La maquinola de la hija de Margarita Bruni se infestó con un virus galático y a mi ver, de tan cachuza, la pobre mancó de simple angina. Cuestión que el tordo en eletrónica, un primo de don Baldomero Fuentes, no más fue que la ascultó y ya la dio por finada. Se le morfeteó el rígido, explicó, que es como decir el cuore.

Si algo carateriza al glorioso es la fe democrática. Asamblea de asociados para decidir suerte del proyeto blogero, la solución no era facilonga. Poco vento en caja, prioridá para las canaletas del techo, si de la interné se trata, cualquier maquinola sirve, razonó Teresita Corvalán, están las del cíber “La Golondrina”, mismo donde se entretiene los pibes chateando el santo día.

Pero no es así. No es lo mismo para este escriba apelecharse a la ispiración en cualquier parte. Solo entre las paredes matusalénicas del glorioso Fulgor se apersona la gracia como una voz arrebatada, como si la historia imprenada en este espacio generoso se diera hablar y osequiara la musa estimulante del verbo, palabras del doctor Salvatierra que vienen a cuento de su desprendido aporte en metálico con el que se arregló el desperfeto y la maquinola volvió a orbitar en la interné.

Aclarado el punto, imposible resumir las sesudas y catológicas sesiones habidas en el bar buffé del Rengo Marinelli. Tiempos eletorales con sus debates de estraordinaria hondura fisiológica, la mesura se mandó a guardar y talló el chamuyo polenta, virtú histórica del Social y Deportivo Fulgor de Mayo: aquí nadies se calla y el que opina defiende lo suyo a como sea, si de buenas maneras mejor.

Cuestión fue que de costumbre cada quien espuso su preferencia y sentó razón, bien a la mesa de los viernes o al paso. Encargado a los efetos de una encuesta fulgurense por ser testigo insitu desde atrás del mostrador, el Rengo Marinelli, con la ayuda de la Divina Colombres, hizo lo suyo durantes las tres semanas previas al acto comisal, analis certero que vino publicando en una tabla que colgó en un gancho de la vieja fiambrera hasta la noche del sábado, que fue cuando la retiró pa cumplir con la ley de la veda eletoral. Colunnas con los nombres de los candidatos, apuntación truquera debajo, estaba el que se anotaba de una, el que por consabida filiación ni había que preguntarle y también el que se disculpaba con eso de que el voto es secreto, atitud deslenable y cobarde pero muy estendida. ¿Por qué no decir que yo quiero esto y aquello? ¿Por qué no llegar hasta el pie de la sagrada urna luciendo con orgullo el emblema de su partido o de su candidato? Opinión del escriba, puede rebatirse.

Lo cierto fue que el Rengo Marinelli, hay que decirlo, se diplomó en el arte del pronóstico y la estadística con una performans espetacular. Que la muchachada del billar, influida por Marito, el pibe de de la Cámpora, se inclinara por el voto cristino, era de esperar, igual que el doctor Salvatierra, frondicista de la primera hora, y más unos cuantos asociados de sabida simpatía hacia la señora presidenta. Sufragio seguro para Altamira el de don Marcelo Reiss, discípulo de Nahuel Moreno, y sorpresa en la misma direción de Luisita Sanguineti que, ya se sabe, es fana de Rial y no se pierde una tarde del Intrusos del Espetáculo.

Como sea, la compulsa pareció emparejarse después de que se anotaron los jovatos de la cancha de bochas, algunos de simpatía radical como el Cabezón Lagomarsino, Doldán y el Laucha Marcos. Punto aparte en la Comisión de Damas, donde la cosa apuntaba sin recortes: se almira y venera a la señora presidenta o se la odia con sentimiento de tripas bien de mujer.

En la mesa consetudinaria del bar buffé, la discusión estuvo a la orden del día y de la noche, punto y contrapunto con invitados de luxe, hasta la madrugada en alguna ocasión, que fue cuando se enfrentaron en dura batalla verbal el Petiso Marcilessi y don Pascual Bengochea, socios de años, varones de cargar gruesa munición oral, paciencia nula y aficionados al pugilato fácil. Comunista de vieja cepa el primero, hay quien asegura que en un rincón de la pieza o al lado de la cama tiene un cuadrito de Estalin en un altar y que todas las noches le prende dos velas, aunque nadie que se sepa le acompañó la noturnidad a no ser la Eugenia Frangi, única novia que tuvo y ya fallecida. Prócer de la añeja Unión Cívica Radical del Pueblo el segundo, hombre Alem según sus dichos, ya se lo vio en trifulcas a puño limpio en el 2001, cuando Carlitos Mercier levantó varias manzanas de la Villa Escondida, la emprendió en saqueo contra el mercadito chino de Larrea y Sipe-Sipe y allí anduvo don Pascual a las trompadas en defensa del feriante oriental.

Primer trompis del Petiso cuando se mofó de la alianza de Alfonsín yunior con el Colorado De Narváez. Retruque imediato de don Pascual: la Cámpora lo banca a Menem en La Rioja, a Sioli lo apuntan de revolucionario y le dan morfi a la mafia del conurbano, no jodás Petiso, seguí poniéndole velas a Estalin.

Rinsai de rechupete y abierto pa que cualquiera se meta. El Ruso Urbansky en apoyo de Marcilessi y ni hablar de Marito que ya había empuñado el taco del billar como escopeta de dos caños. Carlitos Mercier, ayer a las piñas con don Pascual, ahora extrañamente de aliado. El Negro Guzmán, el de la gomería del Camino de Cintura, se ofreció de referí: tres minutos pa esponer cada contendiente, interrución obligada para que Marinelli reponga Cinzano con ferné y ingredientes, prohibido golpe bajo cintura y atenti a la campanilla del raund.

Opinantes a troche y moche, la cosa se apuntaba fiera y a cuenta de saber por dónde se apilaba el progresismo, concecto inocuo pero de moda. Cuestión que al toque la Turca Bassur se apareció con la Comisión de Damas en pleno, once mujeres dispuestas a todo, nada de naranjada ni cocacola, lo mismo que los señores, dijo, y chocho el Rengo haciendo cuentas de los vermuces a despachar. Marabunta, alvirtió el doctor Salvatierra, si se me permite, las señoras nos van a dejar sin manices ni papitas. Pero ni hablar cuando los veteranos bochófilos largaron el treining de la arrimada para sumarse a la menesunda y la purretada del billar se puso a las órdenes de Marito, el pibe de la Cámpora, en tren de apoyo logístico a la presidenta Cristina.

Como era previsible, la discusión fue increyendo según lo vermuces hicieron su efeto natural. El bar buffé plestórico de parroquianos, ni una mesa disponible, el Rengo Marinelli agotaba la reserva de Cinzano y a la Divina Colombres no le daban los brazos para atender los pedidos. Abierto el restorán, milanesas con fritas pa los sanos y bife de aguja con mista si alguno sufre de colesterol, recetó el barman. Todo un kilo y dos pancitos, dejen esponer al Petiso Marcilessi, reclamó la piba Corvalán.

Chas gracias, dijo el Petiso, cierto que de pie aunque parecía sentado, y así como se hizo silencio empezó a enumerar cuestiones de gobierno, collar de ésitos mismo que si fuera ministro kirrnerista. Tres minutos y a esperar su turno, lo interrumpió el Negro Guzmán pa darle la palabra a don Pascual. Minga, viento de cola, argumentó el hijo Alem, con guita de la soja cualquiera regala. Y gran quilombo de la purretada del billar, que gorilón fue lo más liviano que le indilgaron con más procaces dichos que no vale la pena repetir.

Espacio tirano, imposible resumir argumentos espuestos. La cosa siguió hasta tarde y cada quien opinó y echó sufragio vospópuli, incluidos indecisos. En la vereda, a la salida, como era de imaginar, el Petiso Marcilessi amenazó con un intercambio de guantes y don Pascual Bengochea tiró algún derechazo al aire al grito de Viva la Unión Cívica y don Hipólito Irigoyen, pero nada pasó a mayores. Claro que atento a cada opinante, el Rengo Marinelli tomó nota en la tabla estadística colgada en la ganchera y como a las cuatro de la mañana de ese viernes batió sentencia: la Cristina gana por afano, me da como un cuarentipico por ciento. Nadies le creyó, incluido este escriba.

La pelotera siguió de taco y punta por varios días y a todo esto el Rengo se tomó en serio lo de los pronósticos eletorales, como si al acierto fueran a darle copa de campión. Desvelo furimundo, llegó a quejarse la Divina Colombres, le dio como una osesión resultadista. Y contagio cantado, el bar buffé del glorioso lució como en sus mejores tiempos, lleno siempre de curiosos atentos a la envolucion de la tabla de posiciones.

Delante siempre la Presidenta, llegó a asustar la columna de los indecisos. Más que indecisos, cagones, afirmó con fundamentos el Ruso Urbanky, esos no quieren decir lo que van a votar, esepción del viejo Bilbao que, ya se sabe, de siempre que entra al cuarto oscuro está como media hora pa salir. Acertijo peliagudo, además, Carlitos Mercier, peronista de Perón, puntero municipal de siempre, a la pregunta consabida, respuesta indefinida, yo soy pe-ro-nis-ta, con lo cual más que aclarar, oscurecía. ¿Y el voto del campo? Mirá lo que pasó en Santa Fe. Pero el Rengo estaba en todas, teléfono mediante, contato direto con Oscarcito Ferrari, quintero de Madalena, veinte hetáreas de alcauciles y tambo. El campo es una intelequia, le mandó a decir el paisano, acá nadies quiere que la taba se de vuelta.

Y así llegamos al día de las eleciones internas, que a la verdad eran lo mismo que la encuesta del Rengo Marinelli. Siete de la mañana y el bar buffé abierto, contó el Ruso, madrugador consutudinario. ¿Qué hacés, Rengo?, le preguntó. Encuesta de boca de urna, le confirmó el barman nuestro, permiso de Sarita Amati, diretora de la escuela 24, mesas testigo pal caso, esperenmen aquí. A las seis cierra el comicio y a las seis y un minuto les bato la justa. Nos vamos a hacer famosos.

Dicho y hecho. Mesa de costumbre, temprano para hacerle al vermú, cafés istantanios para el doctor Salvatierra y el profe Sampietro, limonada para el Negro Gutiérrez que venía de una comilona en casa de la suegra, té de tilo para el Ruso Urbansky. La Divina Colombres más linda que nunca con un suéter como cosido a las pechugas y Marito ausente por hacerle de fiscal a la Cámpora. Entró el Rengo y cantó resultado antes que la tele: 51 por ciento y a cobrar. Pero de nuevo, nadies le creyó.

Y hasta aquí lo que pasó. Calmada la tormenta, la CD del glorioso ha comisionado al Rengo Marinelli como encuestador oficial fulgurense para las eleciones de otubre, mismo que la FM El Asfalto, de gran audiencia barrial, lo contrató al honoren pa dar los resultados antes que nadies. Guita nada, se queja la Divina Colombres, ¿a qué tanto esfuerzo? Pero quién le quita mérito. En una de esas vienen de una empresa importante, onda Poligarquía, y lo contratan, como dice el himno del club, la esperanza del gran amanecer nunca se pierde.

sábado, 4 de junio de 2011

Semos indinnados

El asunto empezó mismo el pasado 25 de mayo, gesta patria que hace al nombre de nuestro glorioso Fulgor. Glamurosa festividá que se merece, como era de esperar, la masa societaria dijo presente, los de ahora y los de antes, antiguos vecinos que la esistencia llevó a otros lares, hijos y nietos de los fundadores que, aunque lejos, bien les cabe la historia de la barriada laburante de otrora. Y así que amurados al recordatorio, por esencia, la cosa sabe pintar para el rencuentro.

Hinno nacional de arranque, bandera celestiblanca al tope y la rojinegra al lado, escarapelas pa hacer dulce, el encendido discurso de don Leopoldo Sastre no dejó títere con cabeza y de final, como pa dejar las cosas en claro, concluyó: “Hoy, como ayer en el Cabildo, semos todos indinnados”.

Primera mención del concecto, más de alguno se la perdió por andar husmiando en los fogones, plato en mano, al pie de las ollas según lo anunciado de costumbre: sensacional comilona de locro y mazamorra, todo regado con generoso vino del común de mesa y el aporte alhonoren de guitarreros que nunca faltan y cantores que con un solo vaso de líquido ispirador son capaces de cantar hasta la novena sinfonía de Betoven.

Así que al punto caramelo, saludo por aquí, abrazo por allá, igualito pero más viejo, de dorapa y como abrazado al farolete del Uvita tinto dulce, esquisités sobrenatural pa mecharle al guiso en ciernes, ¿quién estaba allí? Serenata pa las orejas, los ojos como de vidrio pero la lengua presta al toque de sirena, pilchas domingueras y perlitas de chivo etílico en la mollera, el profe don José Ricardo Sampietro me junaba de refilón como midiendo el tiro de la verba. Y así que así, me dijo: estoy indinnado, macho, la cosa pinta pa la gran indinnación universal.

Conociendo al profe Sampietro, la estocada venía por el win de la fina ironía. Resulta que ahora la borregada europea se indinna por esa lacra del capitalismo, siguió diciendo, y nos venden que todo gracias a Franz Jessel, récor de venta editorial, y atenti, que no le quito méritos al moiye, pero decíme vos, viejo pipiolo, ¿no te suena a pretensión de fanfa?

Mutis por el foro, virtú de sagaz interlocutor, mejor dejarlo parolear al profe: la indinnación se manca con ancho falso, vos lo sabés, acá lo viste en el dos mil uno. Podés sacudirle a la cacerola, cortar una yeca, irla de campin en una plaza, escribir puesía en las paredes como los franchutes, putiar y pedir que se vayan todos, pero no se va ninguno y si no tenés claro a dónde apuntar, si no hay condución posta y ojetivo político, te morfa el sistema, te hace mercancía y te vende, macho, te cocina, te adorna de torta de feliz cumpleaños y te prende las velitas pal entierro.

Difícil discutirle al profe. Varón de ciencia durísima, matemático de pergaminos probos, crecido entre cortes de falda y osobuco en la carnicería del finado Paolo Sampietro, don José Ricardo se acamaló a la arimética y la giometría, y hasta hizo un dotorado en Milán, se sabe, y no le anduvo con vueltas a la hora de arriesgar el pellejo. Cuatro años los pasó engayolado en Caseros, culpa de una curva sinusoidal de su inventiva que le encontraron en allanamiento de morada y atribuida al disparo de un caño que istalado en la terraza de un derpa en Villa Ortúzar le iba a dar de lleno a la Casa Rosada en los tiempos de Videla. Entonce sí que estaba indinnado, macho, me aclaró, indinnado con los milicos y con la gente que no estaba indinnada.

Comentario a colacción en la mesa consetudinaria del bar buffé, el Rengo Marinelli se hace el que no escucha mientras prepara la primera ronda de vermú, pero la Divina Colombres sí. Yo estoy indinnada con este Rengo miserable que no se acordó de nuestro aniversario, dice, ni un beso me dio.

La indinnación es un sentimiento natural y primitivo de la siquis humana, esplica el doctor Salvatierra, erudito boga que, tal parece, no le hace asco a la ciencia del cerebro. El razocinio conlleva entre otras funciones síquicas, el deseo de lo justo entre pares, ahora que, si se me permite, desde los tiempos de ñaupa, cuando una minoría se apropió de las riquezas de la mayoría, es decir, desde que esiste la propiedad privada, la indinnación se reconvirtió en acectación a través de la idiología de la clase dominante, cosa que el pobre terminara por aprobar su condición de pobreza como cosa natural.

Vermú con ingredientes. Hoy milanesita cortada con fritas de la cocina, manices infaltables, fontina y aceitunas. Salú, propone Carlitos Mercier, puntero justicialista de la primera hora. Yo no me indinno con facilidad, mejor es descular pa donde va la correntada y de ahí ver lo que se puede y lo que no. Como decía el General, todo en su medida y armoniosamente.

¿De qué te vas a indinnar vos?, trina agresivo Marito, el de la Cámpora, y por trinar le pifia a la bola y gasta la carambola. Casi rompe el paño. El que rompe paga, le aclara el Rengo desde el mostrador. Apurá la birra, hace como una hora que la pedí, contesta Marito, y a prosópito, dice, hay que indinnarse, loco, cuando te indinnás ya no pedís sino que esigís, que es distinto. Y cuando esigís te ponés fulo y si hay bardo la peliás. Si no estás indinnado, minga que vas a peliar. Néstor estaba indinnado y Cristina también, por eso los banco a ful. Indinnado con los garcas del campo, con la mersa de Clarín, con los gorilas que rompen las pelotas, loco, yo estoy indinnado.

Furimundo cross de Marito. El pibe está hecho una fiera, dice el Negro Gutiérrez, habría que mandarlo a España para que les esplique a los gaitas. ¿Y si hacemos una coleta para garparle el avianca?

Mudo el Ruso Urbansky, pasa el vermú y le da a un tecito de tilo, culpa de los intestinos flojos, aclara, y no es que esté mariconeando, che, ahora que alguno leyó al alemán ese. ¿Quién? Ese que escribió el libro de los indinnaos. ¿Nadies? Yo no sé, pero como dice el profe Sampietro, está bien enojarse pero para qué, hacia dónde y cómo dirigir ese sentimiento, razona el Ruso y cuenta, acá tuvimos el primer indinnado puro, recontra puro, allá por el 58, sería, que fue Deolindo Almeida, el Encapuchado Argento.

Silencio sepurcral. Y habla el Ruso: el Deolindo vivía por atrás de la carbonera. Desocupado de la testil, la mujer lo había dejado y dos hijos se le dieron al orre. Un día se apareció en bicicleta, los talompas a la Cantinflas con tiradores, una capa colorada con una escarapela celestiblanca, antifaces enormes de carnaval y casco de goma, como una sopapa negra en la cabeza a lo batman. Cuestión que se dio a conocer como el Encapuchado Argento y así recorrió los barrios, en la bici y parando en cualquier esquina, ahí donde había gente, en la cola del tranguay, a la entrada de la testil, a la salida de los talleres, y donde paraba largaba el discurso que tenía una caraterística socrática, es decir, dialética y mayéutica, y eran todas preguntas que requerían respuestas con más preguntas, ¿me esplico? ¿Hay que enojarse muchachos?, por ejemplo, ¿hay que ladrar?, ¿y por qué?, y así de corrido, las preguntas le apuntaban al inconformismo. Cuando alguno le contestaba con afirmación que no fuera pregunta, el Encapuchado Argento sacaba una tarjeta roja y chiflaba como los referís cuando espulsan de la cancha, y seguía, y por ejemplo, uno le decía ¿che Encapuchado estás colifato?, él contestaba ¿estoy colo?, ¿estoy colo por pensar que el colifato sos vos cuando no te dan los cojones para cambiar? ¿Y qué hay que cambiar, loco?, le preguntaban, digamos, y el Deolindo o el Encapuchado sembraba otra, como decir, ¿estás bien o algo te molesta?, y así.

Silencio más sepurcral. Sigue el Ruso y segunda ronda de vermú: gran indinnado, sagaz como pocos, autodidata entendido en los argumentos sencillos de la política y la economía, de la filosofía y el pensamiento, todos sabían que el Encapuchado Argento era Deolindo Almeida pero nomás que se hizo de fama, ya nadie lo reconoció por Deolindo. Quizás, ni el mismo. Tuvo seguidores y secuaces varios. Muchos se acostumbraron a chamuyar haciendo preguntas y descubrieron que a medida que nuevas preguntas respondían a anteriores preguntas, tales preguntas implicaban un elevado grado de conocimiento y que dicho conocimiento los llevaba inesorablemente a indinnarse, a cuestionarse el orden de las cosas y de sí mismos.

¿Y qué pasó con el Encapuchado?, pregunta socrática de Carlitos Mercier.

Lo metieron sopre como al año de andar indinnado. Dicen que vinieron tres canas pa llevárselo. Che, Encapuchado, estás detenido, le dijieron. ¿Quién me detiene?, preguntó socráticamente. Cabo Gómez, no jodás. No existe la detención, cabo, pues estamos en permanente movimiento, y aún quieto, giro según gira el planeta, de modo que ¿es posible detener a quien no puede ni quiere detenerse? ¿Por qué intentarlo? Porque andás jodiendo a la gente, loco de mierda. Y fue suficiente para el Encapuchado Argento. Peló la tarjeta roja y le chifló al cabo porque le había hablado sin formular pregunta. Y suficiente para el cabo Gómez también, que al carajo, dijo, y le partió un garrotazo en la cabeza. Y así se lo llevaron. Nunca más se supo del Encapuchado Argento ni de Deolindo Almeida. Hay quien dice que en la secional le dieron de comer un guiso carrero con cicuta.

Crónica que el tiempo fue sepultando. Ya nadies se acuerda, pero fue famoso el Deolindo, dice el Rengo Marinelli desde el mostrador y pregunta, ¿más vermú? ¿Es una pregunta o una invitación?, dice el Negro Guzmán. ¿Cuándo lo viste al Rengo invitar una copa?, pregunta Marito. Debe ser tarde. ¿Qué hora es?, quiere saber Salvatierra. ¿Las doce ya?, no lo puede creer la Divina Colombres, ¿hasta qué hora se piensan quedar? ¿Nos estás echando?, dice el Negro. ¿Mierda, se les contagió la socrática?, cuestiona Marito. ¿Pregunto yo, pregunta el Ruso, cuántas preguntas habrá que hacerse pa indinnarse? Semos todos indinnados, ¿pero será suficiente?

martes, 10 de mayo de 2011

Por los Mitos de Mario Goloboff

Humildad antes que nada, así con todo es orgullo para la noble masa societaria esta esistencia edilicia del glorioso Social y Deportivo Fulgor de Mayo. Cimientos centenarios, techos anteliduvianos, no hay salón que en alguna pared deje de plantarse la insigne figura de don Ismael Celentano, gloria fundacional, ispirador sinecuanón y artífice constructor de nuestra historia istitucional. Así en el salón de fiestas que lleva su nombre, muro fundamental, arriba del aparador con vitrina donde están las copas y los trofeos obtenidos en inigualables justas deportivas, vese en cuadro su retrato en tres cuartos de perfil. Mismo pero en tamaño más chico hay otro en la cancha de bochas y un tercero en el bar buffé, a un costado de la puerta que da al tualé de caballeros, pero en este caso, fotografía en blanco y negro pintada a la acuarela que lo muestra de cuerpo entero en toda su imponente manificencia de cara a las vías, en su monte de carbonillas, “como mirando en lontananza y junando en el horizonte las claves dialécticas del nuevo amanecer”, poética espresión esta última del gran trovador rosarino Jacobo Weiss, socio adherente del club y co-autor compositor del himno fulgurense.

Viene lo antedicho a cuenta de la contratapa del diario Página 12, pasado jueves 28 de abril, verdadera glosa intitulada “Mitos”, obra y gracia del amigo Mario Goloboff, erudito laburante del vocablo, lúcido y feraz varón del pensamiento, da fe este humilde escriba, como que también, por sapiencia que le reconoce, julepe le da rebatirle opinión y enemistarse en consecuencia.

Y así que puesto a salvo, cuento que el Ruso Urbansky se asoma a la mesa del viernes en el bar bufé con recorte de la dicha publicación y como quien chanta los dados confiado en escalera servida dice lo que dice, a saber, caballeros, el mito de don Ismael Celentano resiste cualquier minucia, anédota o alcahuetería, hasta los cuernos se banca y el que apunte lo contrario que vaya y se lo discuta al Goloboff.

Silencio sepurcral, nadies sabe aún de qué cosa habla el Ruso. Mitos y leyendas, eso.

La de don Ismael Celentano, para el caso, que viene al pelete. Cortita y al pie, dicen que en los tiempos fundacionales, por el treinta y pico, el hombre sabía correrse hasta la carbonera que había en la Vieytes, pegada a las vías, y allí se subía a una montaña de carbonillas que había y se quedaba mirando el horizonte en estado de meditación trascendental, como un decir, pensamiento astracto y cojudo pa entender las cosas de la vida. Solo el varón, necesidad que le cuadraba al pensamiento, no era aquel el monte Olímpo ni garpaban visita Zeus, Apolo o Atenea, menos había palacios de cristal para morada de los dioses, que por vista única rayaba el rancherío humilde de un suburbio en ciernes. Pero ese era su espacio meditante y mejor que nadie se le arrimara cuando en eso estaba. Cualquiera lo sabía. Solo en su Monte Olimpo, sucedió que una tarde se le apareció un quía como salido de la nada, varón chapado a la antigua, jetra del tiempo de mariacastaña, maletín de cuero en mano, barba como de cinco años sin cortar, y así que se apareció se le sentó a la vera, mismo en la cúspide de los carbones. Medio fulo por la intromisión, don Ismael estaba por decirle que nadie le había dado vela en el entierro cuando vio que el jovato sacaba de la valija un broli, se chantaba los antiojos y se echaba a leer en voz alta, voz como de trueno, como eruto de elefante y la vez como de arrullo para dormir gurises, cosa que ni queriendo se podía mosquear y había que escucharlo. Y así cayó la noche y el viejo seguía leyendo en la oscuridad, que más bien sería hablar como de memoria, y don Ismael escuchando, y pasó la noche y clareó el cielo, pegó la helada de invierno y, palabra de los que pasaban camino al yugo, allí seguía don Ismael como en trance y conjuro, igual que hinotizado por el barbudo. Fueron tres días con sus noches, dicen, las que gastó don Ismael Celentano oyendo el trino de Carlos Marx cuando le recitó de punta a punta la “Misería de la Filosofia”, tres días y uno por cada una de las tres leyes dialéticas que ispiró al glorioso Social y Deportivo Fulgor de Mayo.

Silencio meditabundo en el bar buffé. Respeto a la historia, la leyenda se banca cualquier discurso positivista, alerta el doctor Salvatierra, crédulo en nada.

Pero rápido en reflejos, el Negro Gutiérrez, el de la gomería, esperto en minerío jot, madruga con crónicas menudas y consabidas, anedotario de cuernos que a don Ismael Celentano le clavó la húngara Szabor, pasional de juventud allá por el 39, y asunto no probado, hay quien dice que también la primera esposa lo osequió con guampas de platino cuando anduvo de trampa con un bacán de Alsina, y que a la segunda, la tana Barilatti, por si acaso, el varón se le adelantó y se las puso él antes que se las pusieran.

Minucias, precisamente, esplica el Ruso a prosópito de los dichos de Goloboff, al dedillo calzadas, ya que lo mítico del gran Ismael Celentano, padre fundador del glorioso, no se raja de la cincha por haber sido un cornudo consetudinario, y al vesre, son esas especulaciones las que le van de adorno y complementan su grandeza. Colifata la crónica, como dice don Mario, de manera satánica todo obra en la construcción del mito de Ismael Celentano, hasta los cuernos.

¿Y qué tiene que ver don Satán en esto?, pregunta que hace el Rengo Marinelli desde el mostrador mientras preparaba la ronda segunda de vermuces.

Es un decir nomás, sigue el Ruso Urbansky, que pal caso lo que importa es el mito. Y dicho y hecho, el Goloboff le apunta a un franchute, un tal Dumezil, que dice que el pueblo que no tenga leyendas está condenado a morir de frío, y más pior, el que no tenga mitos ya esta finito, es decir, postamente crepado.

Como que le toma el gusto a la sopa, Carlitos Mercier, peronista de Perón, rápido pa levantar vuelo, se amura en Evita. Mito molumental, esplica, abanderada de los pobres, quien le quita el oropel que ahora hasta los zurdos la tienen de patrona.

¿Y Maradona, entonces, no es un mito viviente? ¿O hay que estar muerto pa ser un mito?, se pregunta el pibe Marito, el de la Cámpora, pegado al paño y midiendo una carambola improbable.

La cosa estaba para la meditación introspetiva. De ahí que el doctor Salvatierra, fino erudito de labia florida, frondicista de la primera hora, aclara que si vamos a calotear leyendas, pongámolo a don Rogelio Frigerio, maestre del desarrollismo nacional y popular, docto sin parangón, cerebro eseccional del las pampas, y no señor, si se me permite, un mito es un mito, y en lo personal, me llevo de culo con eso, que si le hiciéramos caso al mito, debería acectar, por ejemplo, si se me permite, que somos el granero del mundo, que una mierda somos, y sería condenarnos al atraso y al sudesarrollo.

Precisamente, insiste el Ruso Urbansky, como dice el amigo Goloboff, el mito espresa dramáticamente la idiología en que vive una sociedad, y sí, esa idea del granero sería un mito istalado pal caso. Pero hay otros también, contrapuestos míticamente, digo, y ahí se entrevera el Ruso, se le trabuca el pensamiento y ya no sabe cómo seguir el discurso.

Mitos positivos y mitos negativos, vendría a ser, lo salva Marito desde la mesa del billar. Más o menos así, aclara el Ruso.

Noche de profundo analis fisiolófico, ronda de cinzano y entremés de aceitunas negras y cuadraditos de fontina a solicitud de Cachito Frías, el motoquero del delíberi, hoy de franco y al paso por el club de los amores, callado hasta aquí y sólo hasta aquí, porque para mí el poder del mito es fun-da-men-tal, se inicia en el chamuyo y silabea como maestra de primer grado, que esto lo ví de propios ojos y nadie me lo cambia. Cinco años atrás. Final del campeonato de bochas. El Cabezón Lagomarsino en pareja con Edgardo Doldán contra los archirrivales del Cultural Italiano, los hermanos Pérez, famosos por sus mañas a la hora de distraer y desconcentrar al oponente. Estadio hasta las manos. Tribuna en éstasis de pases y apuestas. Mano a mano y punto a punto, ninguno sacaba ventaja. Terrible confrontación y final desconcertante a lo último. Dos por uno. Bochazo atómico del Cabezón y desparramo de esferas. Hora de arrimarla fácil, camino abierto al bochín, una paponia para Doldán, esperto jugador, no se iba a distraer con el chamuyo burlón de los Pérez. Y ya listo y en posición, silencio sepurcral, caminó Doldán hasta la raya de tiro, oservó y ¿qué encontró? Nada, como nubes, esplicó después, nomás el retrato en tres cuartos de perfil de don Ismael Celentano, justo sobre la cabecera de la cancha, don Ismael que lo miraba, lo junaba medio y medio, como diciéndole que si no la arrimás te surto, no la vayas a pifiar y cosas así que creyó escuchar en la mirada. Terrible poder de la imagen mítica. Como nubes, fue el argumento de Doldán para esplicar la catástrofe de un tiro a la bartola. Más lejos del bochín, un imposible.

Nada más cierto, da fe este escriba de lo que cuenta Cachito Frías, al menos en lo que respecta a la pifiada, pues de lo que haya visto o padecido el pobre Doldán, nomás lo sabrá él . Va por aseveración de que desde entonces, en cada justa bochófila y con todo el respeto que se merece, no más que por las dudas se repita, el retrato de don Ismael Celentano se cubre con un pañuelo rojinegro, el cual con el mismo respeto y almiración se retira al cabo de la contienda. En contrapartida, al cuadro del salón de fiestas se le agregan espejitos en el marco cuando se realizan los torneos de truco, convencidos los players de que don Ismael tira señas de la carga contraria, así que beneficiado quien lo tiene de frente y desahuciado el que le da la espalda. Creer o reventar. Terrible poder del mito, no precisa de argumentos.

Varón erudito, el doctor Salvatierra se disculpa pero al fontina le falta estacionamiento, dice y aclara, lengua florida, un mito se costruye desde lo coletivo, se enriquece en sus propias contradiciones y florece cual imagen en la percepción popular, como el arte, funca a modo de intuitivo conocimiento.

Chau, saluda Marito, el pibe de la Cámpora, entonces Kirrner se va a hacer un mito, dale tiempo nomás.

Silencio sepurcral. Olorcito a fritanga que arranya de la cocina. Milanesas, aclara el Rengo Marinelli desde el mostrador, ¿alguien se queda a cenar?

Se anotan Carlitos Mercier y el Ruso. Cachito Frías no sabe, que tiene que ir a ver a la novia, razona, y las milanesas del Rengo lo dejan repitiendo gusto a frito y la piba se le queja de que así no le da ganas de nada.

Ese es un mito, se ofende la Divina Colombres, siempre atenta al verso y asomada a la cocina. El problema es el esexo. Una milanesita es nada, ahora que si se la morfan de a tres con fritas y a caballo, seguro que les pega al hígado.

Y tiempo de rajar. Mandale saludos al Goloboff, se despide Salvatierra. Serán dados, contesta el Ruso.

Ausencias que se notan. Nomás queda Marito apuntando a la última carambola y, colgado en la pared, justo arriba de la puerta del tualé de caballeros, don Ismael Celentano en tres cuartos de perfil, como regalando una sonrisa agradecida.