sábado, 20 de enero de 2018

Nisman súper recargado


Era esperable. A tres años del corchazo, en medio de índices pa atrás, impuestazos, inflación  y escandaletes varios en el mejor equipo de los últimos 50 años, el fiscal tenía que resucitar sí o sí. Así que el Juez Julián Ercolini puso la bocha al pie: al quía lo mataron. Y el dobolu de Lagomarsino (que no debe ser ningún boludo), fue partícipe nesario. Puso la pistola, o lo que es decir, puso la jeta ya que el fierro estaba a su nombre. Y más todavía, de seguro fueron dos lunfas los asesinos, aunque pudieron ser tres o cuatro, sin contar al diariero de la esquina, el que pasó en la zanellita a las 11, la minusa que le hizo ojitos a un custodia y los custodias mismos, otros cuatro pelotudos que, casualidá, no se apiolaron que al ñorse lo estaban vacunando. Bajo sospecha quedan los peritos forenses de la Suprema Corte por haber dictaminado todo lo contrario que los peritos de la Gendarmería de Pato Bullrich, o sea, como quince súper pelotudos incapaces que ya deberían haber presentada las renuncias. Ni hablar de la jueza Palmagini y aquella fiscal regordeta con ganas de jubilarse, dos pipiolas de cuarta que no vieron lo que había que ver. Y obvio, también la administración y consorcio del edificio, giles de estopa porque, camaritas por todos lados, algunas funcaban y otras no, ficharon a todos los que entraban y salían menos a los asesinos.

O sea, hay sospechosos y pelotudos como para hacer dulce. Pero eso no importa. Lo del comando iraní-venezolano denunciado por Lilita hace agua, porque vinieron en buque bus pero no vinieron. La pista del Hombre Araña o de Batman, que pudieron trepar por las paredes sin ser vistos y rajar de igual manera, no está de moda. Por ahí, pintaría joya apuntarle a una pista mapuche, dos o tres vagos medio jipis, que bajaron de un Vía Bariloche procedente de Neuquén y fueron derechito a Puerto Madero con la intermediación de un chamán que los hizo invisibles y como de plástico derretido, cosa de manducarse al fiscal, acomodarle la jeta contra la puerta del ñoba y rajarse por una ranura, o por las cañerías, porque ahí de seguro que no hay cámaras. O por qué no, rastrear la pista feminista, tan de moda en estos días, desculando el accionar de una brigada de enemigas del falo, visto y considerando que el fiscal era alto consumidor prostibulario y por ende enemigo jurado de la causa.

Con todo, pal señor juez, una cosa está clara: hay varios millones de pelotudos que están dispuestos a creer que a Natalio lo mandó a matar Cristina. Y esto, aunque no pueda probar un joraca, aunque téngase que inventar un fenomenal cuento cachivache. Entonces, ¿por qué negarle a la gilada una satisfacción y aunque más no sea, chantarle una preventiva a la yegua?

Claro que endefrente, habemos otros millones de pelotudos que estamos convencidos de que Natalio, depresivo y cagón, se clavó el corchazo. Y pal caso, nomás sentido común. La denuncia con que amenazaba era más trucha que un Rólex paraguayo, los gomías como Stiuso lo habían dejado solo y encima, en Diputados, los kirrneristas lo iban a hacer moco con denuncias de biyuya mal habida y hasta fotos de putañero finoli. Pero esto tampoco importa al señor juez, claro.

Acá lo importante es que para siempre, o al menos por unos años, la duda quede boyando al garete, que estean los boludos de un lado y del otro, y así, cada tanto, como en una película de zombis, el fiambre resucite, sino en cuerpo, al menos en gráfica, audio y video, que al decir de la verdad, es la verdad verdadera, o la realidad paralela o la certeza incierta.

Eso sí, sepa el señor juez, doctor Julián Ercolini, que no se salva de la categorización aquí establecida: pa los mandamases y dueños de la gran torta, él también es un pelotudo. Y de entre tanta mersa giluna, destáquese por despabilada y rápida, candidata al monumento, a la javie de Natalio, doña Sara Garfunkel, la única rana en toda esta menesunda, quien, todavía tibio el fiambre, antes que se apiolaran los burócratas,  rajó de partusa por varias sucursales bancarias, vació las cajas de seguridad que tenía el nene y se hizo de buena parte de la mosca, no fuera cosa que la ex viniera a reclamar esa parte de la herencia.

jueves, 4 de enero de 2018

Desde el corazón


Cuando un presidente nos habla con el corazón, los argentinos sabemos responder con la fe y la alegría que emana generosa del mismo órgano palpitante. ¡Qué duda cabe!

Paradigmático ejemplo, he aquí nuestro paisanos del campo sojero, hechos en la rudeza de su labor y en la inteligente triangulación de sus exportaciones, hoy derramando dicha gracias a la disminución paulatina de las retenciones a las que fueron sometidos en la pasada década. O miles, por no decir millones de conciudadanos, agraciados por la baja de impuestos a los automóviles importados y a manufacturas que la prebendaria producción local jamás podría equiparar en calidad y servicio. O la renovada confianza de cientos de empresarios inclinados con enorme sabiduría a modernizar sus emprendimientos dando la posibilidad a sus trabajadores para buscar nuevos horizontes, tanto como la de cientos de inversores que han colocado sus ahorros en argentos bonos a humildes tasas del 30 por ciento anual.

Dejemos de lado las exaltadas diatrabas con que una oposición ciega pretende ocultar los logros de esta Argentina que renace desde el corazón. Aprendamos de quienes jubilosos reciben cada mes sus facturas de servicios y celebran el poder abonarlas con su esfuerzo y ya no con los vergonzosos subsidios a los que lamentablemente nos habíamos acostumbrado. Admiremos la entereza de los asalariados que rechazan la ignominiosa atadura de las negociaciones paritarias y a conciencia de su aporte al engrandecimiento de la Nación, valoran acaso una disminución de sus capacidades adquisitivas con la frente en alto y el orgullo intacto. Y qué decir de aquellos verdaderos adalides de la República, obreros, maestros o empleados, que han recibido las comunicaciones con las que se prescinde de sus servicios y contratos, embuidos todos de lozana esperanza, a sabiendas de las enormes perspectivas que en diversos campos se abren a diario para los mal llamados desocupados.

Párrafo aparte merece la hidalguía de nuestros abuelos, quienes desafiantes y bravíos, han decidido donar una parte de sus ingresos jubilatorios para aliviar las haciendas de un estado paquidérmico, con la certidumbre de que mañana, aunque tarde, serán recompensados sus esfuerzos. Y aún entre los pobres de los pobres, aliviados de la carga que suponen pensiones y planes vergonzantes para la dignidad humana, reconozcamos la felicidad que los embarga ante el hecho de quedar expuestos a la competencia del mérito con la que deberán lidiar para llevar el pan a la mesa del hogar.

Todos y cada uno, como lo ha pedido nuestro presidente desde el corazón, aportemos nuestro grano de arena con alegría. Hagamos oídos sordos a minorías acostumbradas al reclamo consuetudinario, a la queja destemplada que obliga a las fuerzas del orden a escarmentar con firme rigor. Seamos felices más allá de las diferencias sociales que puedan existir, pues nada separa a quien en este enero vacacional derrama sus fortunas en Punta del Este, Las Vegas o París y quien ve jugar a sus niños en la Pelopincho del patio o en un cristalino arroyo de La Matanza. Obremos desde el corazón y no desde el estómago, pródigo el primero y mezquino el segundo. Alegrémonos por la buenaventura de algunos que con el tiempo derramará en beneficio de todos. Y en este año que recién comienza, celebremos la vida, no la nuestra que poco vale sino la de Mauricio, María Eugenia y la de todos quienes gobiernan nuestros destinos, incluyendo las señorías de Comodoro Pi y los CEOS de la Asociación Empresaria Argentina. Que nada empañe la alegría.   

jueves, 3 de agosto de 2017

Con la marsopa en la mano


Parolas del mismísimo, se despertó una de estas noches y, cuidando de no despertar a su hija Antonia, con quien hace co-lecho según sarepe, le apuntó derecho al ñoba y en de pie, dando placentero alivio a la vejiga, chantó una máxima sorprendente digna de un estadista: soy el presi argento, qué lo parió, cuánta responsabilidad tengo. O sea que, así visto, el ingeniero se apila a notables conclusiones con la marsopa entre los dedos.

Una cosa está clara. Pal varón hecho y derecho, la acción de sujetarse y presionar su herramienta distintiva, es una fuente manantial de riquísimas inspiraciones. Y no se trata aquí de onanísticas fantasías, bien que nesarias para una práctica manual que hace a la salud física y mental. Se trata sí de la autoridad con que la cavernosa elongación masculina se comunica con la células nerviudas del cerebro pa despertar la autoestima a la vez que abrir las puertas al conocimiento y la creatividad. Ejemplos sobran en la historia, desde Marco Ulpio Trajano, quien tras la anexión del reino nabateo alcanzó la máxima expansión del imperio romano frotando en cada conquista su viril miembro hasta Barak Obama, con idéntico manoseo, en ocasión de seleccionar, como Premio Nobel de la Paz que era, el arsenal de bombuchas de fósforo y racimo con lo que sostendría la invasión a Libia en el 2011.  Artistas del renacimiento como Diego Velazquez y El Greco, sabido es que apelaron al fálico albedrío pa inspirar muchas de sus obras insinuando más allá de las apariencias, cosa de burlar la hoguera de los frailes, y sin ir tan lejos, el notable poeta fulgurense, don Ramiro de la Fuente, en el prólogo de su obra “Paginas del Nabo”, confiesa sin pudor alguno, “la mecánica caricia que precede la pujanza virtuosa de mis versos”.

Sujeción inevitable pa impedir que el chorro salga disparado a la bartola, no es de extrañar, entonces, que Mauricio se asome a tal místico arrebato, más aun considerando una genealogía que lo emparenta a lo profundo de la camorra calabresa donde la agarradera suele acompañarse del exaltado grito “Vieni qui, mangiare de questa”. Descubrir, a casi dos años de asumir su mandato, que es el presidente argentino y le cabe responsabilidad por los hechos, es sin duda un paso adelante, profecía poronga que se cumple a rajatabla como corolario de su acamalada  carrera empresarial, por cierto que más turbia que el agua del Riachuelo. Le queda por delante levantarse todas las noches, cazar la manguera sin asco, cerrar los ojos y amucharse al cantarino fluir de las orinas  pa descular nuevos colofones que lo pongan a la altura de los próceres. Eso sí, evitando que se despierte Antonia, pobrecita, que nada tiene que ver por ahora con mafias, negociados ni contrabandos.   

miércoles, 5 de julio de 2017

Tragedias


¡Me cache en die! El tipo, noventa pirulos y más, cazó el bufoso, se mandó a la ANSES y se pegó el corchazo endelante de respetable público. Andá a saber las cosas que le pasaron por el marulo para apilarse a ese final. Pero lo cierto es que no eligió la rambla marplatense de proscenio, ni una escollera de la Perla, ni la puerta de Los Gallegos ni mucho menos la zapie donde vivía. No. Eligió la Anses, justo cuando el ajuste del gobierno le viene pegando un cross a los jubiletes. Es posible o casi seguro que algo haya querido trinar con el último suspiro, no ostante lo cual, pal cerebro de los mandamases y mediáticos, el abuelo andaba fulo y depre, piantado, qué se yo, y sarepe una vergüenza propia de los kirrneristas, atribuirle al suicidio una connotación política.

Parece joda. Cuando un dobolu marca cañón sacudió una bengala en Cromagnón y pegó un incendio machazo, el escándalo garpó fetén pa finar al intendente de la capi y darle pase al ingeniero Macri. Cuando un motorman copeteado estrelló el tren en el Once, desfilaron funcionarios a carradas con sentencia firme de criminales. Cuando el ruso Nisman se sacudió el cuetazo en el derpa de Madero pa anticiparse al escandalete de sus chanchullos, se plantó la fija del asesinato por encargo de la señora y todavía están tras la pista del hombre invisible que lo fajó, presunto iraní o venezolano. Y ni hablar de la pobre Carolina Píparo, aquella que perdió al hijo en la salidera bancaria, víctima de la inseguridad kirrnerista, hoy en el trampolín mistongo de Cambiemos. Todas tragedias, o decisión personal pal caso del fiscal corrupto, que se amucharon al chow de la política pa que lo manye la gilada anti-K.
Claro que ahora, el salute postrero de Rodolfo Estivill en una escalera de la Anses, justo ahora, es nada más que eso. Un decir Adiós, che. Un decir me espianto y hasta más ver. Y es posible que así sea. Pero no rompan las pelotas los que hicieron de las tragedias, un serrucho oxidado de sus políticas.      

martes, 23 de mayo de 2017

Veredas


Las callecitas de Buenos Aires tienen ese…Que se yo. Salgo de mi casa por Arenales, lo de siempre en la calle y en mí, cuando de repente, detrás de ese árbol se aparece él y me dice... Soy el arreglador de veredas, viste. Ya sé que estoy piantao, piantao…

 Y sí. Loco, loco, piantao, supremo de un ejército mecanizado, me clavo en las gastadas callecitas y plazas de Buenos Aires. Veredas más anchas de baldosón cuadriculado, calles más angostas de símil empedrado de cemento y rejillas separadoras. Negros señaladores de alma ferrosa, balas de cañón, o símbolos fálicos y prepuciales de esta Argentina contratista.

Loco, loco. No ves que va la luna rodando por Callao, mientras la Sarmiento, la Mitre o la Perón, ahí en el bajo, ya la hicimos cuatro veces, la abrimos otras cuatro y la volvimos a embaldosar ayer, de a tramos, sin pausa, varón, porque sí, total, un corso de astronautas, niños con un vals, apáticos bogas enjetrados, porteños que me miran desde el nido de un gorrión, ni fu ni fa.

Máquina, loco, máquina. Porque en esta citi la guita sobra. Dejá que parlen los populistas, que duden, que supongan negociados con los fabricantes de baldosas, que falta biyuya para escuelas u hospitales. Dejalos. Vení, volá, sentí el loco berretín que tengo para vos.

Loco, cuando anochezca en tu porteña soledad, por la ribera de tu sábana vendré pa embaldosarte también con un poema y un trombón marca Calcaterra y así desvelarte el corazón, el bolsillo y la razón. Como un acróbata demente saltaré por las nuevas bicisendas hasta sentir el fluir del metrobús. Y vos, gilún de estopa, déjame trabajar. Soy el arreglador de veredas. Loco, piantao por contrato en exclusiva. Vení. Volá.

     

viernes, 10 de marzo de 2017

Varón Nuevo


A propósito del pasado 8 M, hay que reconocer el esfuerzo que hacen algunos varones veteranos de ley para adaptarse a los nuevos tiempos. Caso emblemático, el Negro Gutiérrez, el de la gomería del Camino de Cintura, ha merecido el reconocimiento de las damas fulgurenses sin esección. Y es que con 60 pirulos a cuenta, criado a los sopapos pero con leche de ordeñe, no descremada, chuño de maicena y algún churrasco de vez en cuando, hijo de la escuela normal sarmientina y fajado por la davi en un ispa que le pijoteó las ganas, más no se le puede pedir.

Pongámoslo así, el Negro Gutiérrez viene abrazando la causa femenina como puede y le da el cuero. Pruebas al canto, hasta su próspero comercio de historia varonil hoy parece una boutique finoli del trocén. Hay que ver las paredes del ofice, antes tapizadas con un almanaque de 1974 con la foto Úrsula Andress en bikini y una propaganda de Fate con una nami en tarlipes recostada en el capó de un auto, hoy reemplazadas por un sobrio calendario japonés con foto florida del Monte Fuji, donación de Tintorería Kashima. Ni hablar de que dos meses atrás, precisado de ayudante en el duro oficio de gomero, puso cartel atento en la pizarra de la calle: “Se precisa mujer joven, buena presencia con experiencia en yantas y afines”, lo que mereció la atención de una clientela reacia a dejar en manos de una piba la salud de trenes delanteros, cubiertas, alineación y balanceo. Con todo, la presencia de Marta “La Pantera” Aloise, enfundada en místico jardinero azul engrasado hay ya es parte del paisaje comercial y a nadie extraña su habilidad en el manejo del criket, la cruceta ni el ojo de halcón que tiene pa descular el punto preciso de una pinchadura en el piletón con agua.

A conciencia de sus limitaciones, el Negro Gutiérrez no se cansa de pedir disculpas al universo femenino cada vez que le salta cultura machista de la que fue víctima. Sabe que no es fácil cambiar de un día pa otro. Autor de afamados piropos en su juventud, entre los que resaltan “si la belleza fuera un crimen, ya te hubieran dado perpetua” y el más zarpado “si esa es la cola, cómo será la película”, el Negro ha optado por pegarse los labios con poxirrán y se ha propuesto combatir el tigre que lleva adentro, domesticarlo y convertirlo en un gato inofensivo que merezca la aceptación del sexo opuesto. Ha dejado de seguir en la tele a Tinelli con su exhibición de performances que transforman a la mujer en una mercancía, asegura,  y con la misma decisión rechaza la tentación de observar en exceso el paisaje nefando de algún escote pronunciado, de algún pantalón o remera en extremo ajustados a las formas a sabiendas de que tal consumo visual puede agredir la condición humana de la portadora en cuestión, actitud que ha llamado la atención de la Divina Colombres, nuestra anfitriona en el bar buffé del glorioso, siempre fajada de matambre con su pilchería estrecha.  

Su vida familiar ha redundado de un tiempo a esta parte en conductas significativas que lo enaltecen como hombre moderno, aun cuando no siempre se le reconoce su voluntad de fierro. Su jermu, ahora “compañera”, la Ñata Antúnez, no sale del asombro cada vez que el dorima le encara al lavado de los platos y a sus propias pilchas.  Sin embargo, su hija, madre del Carlitos y la Yudith, de 6 y 4 años respectivamente, le ha prohibido visitar a los nietos desde que como abuelo querendón, le regaló al pibe un juego de cocina de plástico chino para que se vaya educando en los quehaceres hogareños que los nuevos varones deben asumir, a lo hija que le respondió de mala manera: “Rajá, viejo, ¿querés hacerlo maricón?” Por las dudas, la pelota de fulbo que le había comprado a la Yudith, la tiene guardada en el ropero a la espera de que su propia hija evolucione mentalmente como pa entender la nueva ola.

La muchachada del bar buffé, incluido el doctor Salvatierra, saluda con aplauso cerrado la marea feminista que ha ocupado nuestras calles en defensa de sus derechos. En nombre y representación de nuestra mesa, el Negro Gutiérrez viene de participar activamente en la movida del 8 M, donde, hay que decirlo, la imcompresión de algunas ninfas lo tuvieron a maltraer. Y es que, gomero de tradición, las manos curtidas de negro en el duro oficio, la tapín de macho retacón y musculoso y, quien sabe, la mirada extraviada innecesariamente entre tantas tetas al aire que tuvo a la mano, por ahí le jugaron una mala pasada y tuvo que rajar por la tangente perseguido por una horda de muchachas exaltadas. No ostante, ya se dijo, voluntad de fierro, nuestro varón se disculpa y confirma su decisión inquebrantable de reconversión, a tal punto que la Subcomisión de Damas Fulgurenses, hoy Comisión de Género, ha decido otorgarle la Orden al Mérito Ismael Celentano por su compromiso con la causa.   


jueves, 19 de enero de 2017

Civilización o Barbarie


No ha sido un año sencillo, es cierto. No pocos son los lectores que en estos meses me hacen llegar sus preocupaciones, cuando no temores en parte justificados, respecto de lo pueda sobrevenir en el país de tal suerte que vaya a afectarlos, lo cual, debo advertirles, suponen inquietudes que juzgaría mezquinas habida cuenta de que el afán por satisfacer requerimientos  básicos de cada quien, no puede anteponerse al bien común, al desarrollo pleno del conjunto.    

De cualquier manera, en todos los casos, vengo reafirmando la necesidad de encarar la nueva etapa histórica abierta el pasado año con fe y optimismo, con voluntad y coraje, entendiendo antes que nada y por repetido que suene, de dónde venimos, qué país encontramos y a dónde es posible llevarlo. Sobrado ejemplo nos dan nuestro empresarios, banqueros y hombres de campo, quienes al igual que aquellas damas mendocinas que entregaron sus joyas y miriñaques para sufragar los gastos del ejército sanmartiniano, hoy viene repatriando sus haciendas de lejanos paraísos, resignando parte de sus merecidas utilidades a buen puerto llevadas, o posicionando a sus más diestros gerentes en la cosa pública en desmedro de sus negocios particulares. Cómo no contemplar el optimismo de pequeños empresarios y comerciantes, antes pródigos en su labor, soportando en este año con entereza la merma de su producido, el horizonte de quiebra y la posibilidad abierta de reconversión pero siempre con la sonrisa a flor de labios y el gesto sensible de los bienaventurados. O la profunda vocación de nuestros avezados técnicos, investigadores y científicos que asumen lo improductivo de su oficio, ya predispuestos a encarar con matemática precisión los siempre indispensable servicios de remisería, fletería, o venta ambulante. Y así de corrido, a lo largo y ancho de nuestra geografía, la desprendida entrega de muchos asalariados, siempre atentos a satisfacer la necesidad de sus empleadores, muy a pesar de que sus ingresos se le hayan tornado escasos, incluso predispuestos a enfrentar con beneplácito el despido o la suspensión, piedras angulares que les permitirán aventurarse en el ancho y fértil  mundo de la reinserción laboral para abonar así la simiente de la argenta riqueza.  

Ahora bien, es cierto que aún subsisten sectores minoritarios de la población empeñados en difundir el pesimismo y la desesperanza, ya sea por influencia de las ideas populistas, por haber sido sostenidos en el pasado con prebendas injustificadas o por constituir fuerzas sociales regresivas que el gran maestro sanjuanino, Domingo Faustino Sarmiento, identificó con claridad meridiana, como elementos fundamentales de la Barbarie. Y es que de esto se trata en el dilema de la hora, CIVILIZACIÓN O BARBARIE, disyuntiva que nos convoca a dejar de lado apetencias personales para repensar y construir el destino de la Nación toda.  

Fueron ayer caudillejos provincianos, indiadas brutales, malones que asolaban pueblos y colonias amparados en la supuesta propiedad ancestral de tierras que jamás laboraron. Son hoy sus herederos quienes claman por derechos y reclaman su “desierto” desconociendo el concepto primordial de la propiedad privada, se envisten de ignotos “movimientos sociales” para promover cortes de rutas, ocupan nuestras calles con sus mantas de nefandos mercachifles, pretenden imponer una cultura facilista que desprecia los derechos del otro, y hasta se agrupan en supuestas cooperativas o formaciones económicas improductivas que nada tienen que ver con la creación de bienes y servicios que una sociedad moderna reclama. En la gran mayoría de los casos, basta con atender a los rasgos fisonómicos y estudios antropométricos de los aludidos, para comprender  de dónde vienen.

Al respecto, el filósofo holandés hoy radicado en Villa Ortúzar,  Diederick Van Der Hoorn, a quien suelo citar en mis escritos, en su reciente opúsculo “El indio que lleváis adentro”,  señala con precisión las raíces fundamentales de nuestro atraso moral y espiritual cuando manifiesta que  “la genética aymará-guaraní-araucana aún inficiona el cuerpo social argentino y se profundiza por las corrientes migratorias provenientes de países vecinos” y advierte que “experiencias socializantes como las emprendidas en Jujuy por la dirigente coya Milagro Sala, así como la proliferación de consorcios verduleros bolivianos y formaciones comunitarias paraguayas en las grandes ciudades, sumado a la más reciente  penetración de culturas supermercadistas orientales y mercantiles del África Negra, constituyen un serio factor de riesgo para el habitante urbano”.

Por otra parte, el reconocido ensayista tilcareño, Anastasio Efraín Gutiérrez, autor de la  recientemente editada “Biografia Autorizada del Comandante Gerardo Morales”, más allá de vindicar la obra civilizatoria del gobernador jujeño, no escatima críticas hacia aquellas corrientes del pensamiento “liberal-gramsciano”, según define, cuando afirma que “está históricamente demostrado que la riqueza no alcanza para todos tanto como que todo sobrante social requiere ser extirpado, principio básico de una sociedad democrática, de tal suerte que la cosmovisión igualitarista que hizo pie durante los últimos años,  no está en la naturaleza sumisa y dócil de nuestros pueblos originarios y por tanto debe ser combatida sin eufemismos y con el rigor necesario a fin de reencauzar la felicidad de la familia jujeña”. Por lo demás, agrega en sus conclusiones: “aquellos que por sus limitaciones naturales no puedan incorporar las ventajas de la modernidad por la comprensión, deberán hacerlo por a través de la palmatoria pedagógica, herramienta cuya eficacia correctiva y disciplinaria queda fuera de toda discusión”.

Afortunadamente, las reservas morales de la Argentina Civilizada superan con creces a las hediondas deyecciónes de la Barbarie. Contamos con un pueblo generoso que hoy felizmente vacaciona en Pinamar, en los bellos pinares de nuestra costa atlántica o allende las fronteras, en Maldonado y La Mansa, en las tierras cariocas o en el cálido Caribe, con un pueblo laborioso que disfruta en las más bulliciosas arenas marplatenses o en las bellas serranías cordobesas, con gentes más humildes, cierto que tentadas al uso indiscriminado y canallesco del aire acondicionado, que apoyan sin vacilaciones el proyecto emprendido por el superior gobierno, concientes de que algún día, antes que tarde, habrán de gozar los beneficios de ahorros dolarizados, cuentas off shore e inversiones financieras de la más variada índole en tanto y cuanto no se reiteren populismos perimidos.

Sembremos optimismo. Ese es el mandato de nuestro presente.