sábado, 10 de diciembre de 2016

Siconalis ya


No es moco e pavo mirarse pa antroden. Hasta el maula más fiero, si por esas cosas de su esistencia se le da por junar las pequeñas miserias que de seguro lleva ensartadas en lo más recóndito del cerebelo, es fija que le dé flojera de los garrones y quién sabe si no finishe pidiendo ausilio en un cotorro siconalista. Es ley de la modernidá que el varón más pintado pueda terminar moqueando a lo bestia en un ñuelopa de pelpa que todo locólogo posta siempre tiene a la mano  llegado el caso, y no por esto nadies lo va nombrar codeguín mayor de la gilada. A la final, es de otario sacar de chapa de campión sin saber cómo ni por qué.

En la historia sapa lo más parecido, solo que acá no hay diván pa echarse lo más campante. Si la historia es la de la mersa comunarda, el rejune viene en coletivo y tiene sus tiempos. Con suerte, aparecen facultativos más o menos apiolados como pa conducir la introspeción, pero así con todo, más vale chantarse calzones de lata por las dudas, visto que sobran jailaifes proxenetas capaces de vender a la vieja por cuatro rupias. Como sabe decir el doctor Salvatierra en sus erudísimas ponencias fisiológicas al cabo de dos vermuces en el bar buffé del glorioso, “la fritanga puede apurarse pero el asado madura su ternura al calor de la brasa”.

Introito nesario pa abonar la meditación, sarepe que el siconalis está funcando a pleno en la zabeca de muchos, aunque todavía no se june con precisión. Hasta los capos de los globitos amarillos se amucharon varios yornos en Chapalmalal pa descular aciertos y pifiadas. Y es que los números no les cierran ni a palos. La herencia recibida es grosa y desmontarla no es fácil: la mersa venía acostumbrada a pasarla joya o más o menos joya y así endepronto sacudirle por el gañote todo lo que ellos quisieran, podría terminar con un incendio mayúsculo con el inyeniero rajando en helicótero.

Pero allá ellos. De enfremte, muchos cantores de la marchita chiflan pa buscar la billetera más morrocotuda y descular en qué charco poner los huevos, lo que obliga a un autoanalis de vida o muerte. Kirrneristas aparte, la tienen que lidiar con la cantinela de la corrución, cosa que no es nueva. Antiguo como la escarapela, está en el Manual Obligado de los mandamases del domún que cualquiera que se pare de puntín frente al poder de la biyuya y el bacanaje, por más tibio que se apeleche, ha de ser fichado por corruto y criminal. Sobran ejemplos en el ispa, desde San Martín a Irigoyen, que le anduvieron esquivando denuncias a troche y moche, pasando por el General con sus más de docientas acusaciones incluyendo estupro con las pibas de la UES, y así ahora con la Jefa, que viene acamalando  canutazos como pa hacer dulce. Ejemplos sobran también por afuera: Jacobo Arbenz en Guatemala, Torrijos en Panamá, Preste y Lula en Brasil, Sandino y Ortega en Nicaragua, y de corrido, lunga lista de corrutos que en más de una ocasión obligaron al rubio desembarco de marines cuando la gente bien no pudo poner las cosas en orden y hacer que los negocios pasen por donde deban pasar, es decir, de mano en mano con fino guante blanco.

La cuestión es que la corrución está, aquí o en la China. La esistencia del ladri, ganzúa o cortabolsa, empernado a la estrutura del estado o rozando por afuera, es como una enfermedá crónica. Se la puede combatir pero cuando talla la mosqueta, fija que más de un  pipiolo se arrima al banquete. Lo que no es crónico, lo que sale del contesto, es que endepronto, desagradable como aliento de oso, salga un ñato o ñata con los cojones más o menos puestos como pa bailarse un gotán en el piso refaloso de tanta mierda. Esto es lo que cuenta a la final y lo que decide en la gran prensa bacana quiénes son los corrutos y quiénes no.

Ahora bien, los que la junaron de afuera, lo que no cobraron ni una guita pa bancar a la ñata, serían, según la labia dominante, los primeros pa la terapia siconalítica por perejiles, otarios, gilandrunes, comemocos, reverendos dobolus que se manducaron el relato. Pero, minga, según sarepe, no hay remedio ni diván curativo para esta marabunta. Hasta se fichan que cada día son más, o sea, que el ispa sería una fábrica de producir tarúpidos populistas y la república finoli y educada es un sueño imposible. El riesgo de que vuelvan los choriplaneros, alvierten los más sesudos inteletuales amarillos,  es más pior que el riesgo país con que empiojan los wayingtones, y así no hay inversores que traigan la mosqueta en verde billete, a no ser para un “toco y me voy” en la ruleta funámbula de la timba. 

Cuestión que, mirarse pa antroden, chochamus, es nesario como agua pal florero. Y es que si alguien piensa en volver, como es natural, la reflexión sobre yerros, cagadones y faltantes es lo primero, lo mismo que desempiojarse de truchos y figurones, que los hay pa hacer guiso. Hay que sacarlo pa fuera, asumirlo como se dice, una y mil veces, hacerlo vozpópuli pa que la masa lo mastique y digiera. Si no se hace de cara a los comunes, la cosa no sirve. Más después, descular pa qué volver, porque la repitencia en la historia finisha como farsa.

Así que, desde ya, el glorioso Fulgor de Mayo ofrece sus istalaciones, la sala Ismael Celentano y ovio, las mesas decidoras del bar buffé que regentea nuestro afamado barman, el Rengo Marinelli junto a su querida señora, la Divina Colombres, pa arranyar con el autoanalis coletivo mechando la conversa con los esquisitos vermuces e infaltables ingredientes que se acompañan pa livianar el garguero. Ofrecido que está el doctor Salvatierra pa funcar de imaculado moderador hasta que los faroles de gancia se lo permitan, alvierte de prima que no le vengan con el chamuyo facilongo de que hay que esperar lo que diga la Jefa. Y es que así no se vuelve ni en dope.    

miércoles, 26 de octubre de 2016

A cortarla con el sover



Me tienen harto con la pobreza. Las bolas al plato, che, porque aquí nadies saca lustre de campeón en el destape ni se faja de bute descubridor del quilombete sociológico. Bolazos. No jodamos. No la vengan a contar. Y sí, están los que no llegan ni al 10 sino manyando pulenta con pajarito y mateando con yerba secada al sol, los que se fajan desnutridos y carecientes postas, los pobres de endeveras que los hay carradas y para hacer dulce. Chocolate por la noticia. Pero me jode, me tienen con las bolas al plato toda la sarta de analistas del joraca, economistas enjetrados, periodistas de la perinola, empresarios bacanes y hasta sindicalistas impresentables  que desfilan por la radio, los diarios y la tele y se masoquean de luto, alvertidos endepronto por la esistencia de tanta mishiadura. Ni hablar del namber uan, el inyeniero que nunca cazó una pala, cajetilla de primera, que no se cansa de batir la mayonesa con el cartelito de la pobreza cero.
Había entre los grecios de la antigüedá, una parola muy aciertada: la “hypocrytes”, que en de separado quería sinificar hypo= máscara y crytes= respuesta, o sea, chamuyar con máscaras, que era lo que funcaba en el teatro cuando los actores se enchufaban mascaritas en la escena. Así que así, la hypocrytes, que de eso se trata, es tan jovata como la mismísima sociedá humana, y de seguro que hasta los faraones la praticaban con la aprobación de Isis, Amón y los escribas alcagüetes. O sea, fingir ser quien no se es, chantar una idea a contrapelo de lo que íntimamente se cree, disfrazar un argumento pa tornarlo acectable. Y no me via meter en la cosa personal, visto que todos ejercemos la hypocrytes como método, y es que si faroleáramos sin máscaras, la esistencia se nos pondría jodida hasta con el gomía más gomía.
Así la cosa, en estos yornos de morondanga, la hypocrytes del buen burgués baila el gotán en salón platudo. A todo mersa de bien, grela o choma bien forrado y petitero, se le espianta un lagrimón de plástico por los misihos más mishios, como si pudieran o debieran no esistir, junando de coté pa no ver que al decir de la verdá, los pobres son al sistema del mercado como el osígeno a los bofes. Y es que los que nada tienen, los desheredados de todo y los que la yugan por chirolas, son los que a la final le ponen el precio al trabajo y fajan a raya el salario del laburante.
En el fondo del fondo, el buen burgués sabe enternecerse con los pobres buenos, los que acectan su pobreza material y trabajan de sol a sol pa sobrevivir en un domún fulo, o con los cirujas de la yeca (siempre que pasen lejos de su casa), o con los desahuciados famelos que salen por la tele (mejor si no lo ven los pibes o en horario prudente). Pero diferencian al pobre malo, eso sí, chorizo o malviviente, y ni hablar al pobre jodido, el más jodido, que es el se queja a los gritos y encima en el trocén donde la gente como uno se pasea en vuaturé. Milagro Salas, pal caso, es la imagen del pobre más jodido por negra y protestona. Y con los ricos, sapa lo mismo, aunque pa nuestro buen burgués, el rico hace lo que puede que es lo mismo que él haría. Porque es difícil ser rico teniendo que disimular la riqueza, gambeteando al estado de mierda que te quiere morfetear  más de la cuenta, bancándote la queja del sindicato, teniendo que encanar la guita en una cuenta en Suiza o las Bahamas, inventando sociedades. Sin desconocer que también hay ricos jodidos, los peores de todos, que son Cristina Fernández y todos los kirrneristas de alderredor, mpresentables, ladrones, corrutos, que encima movían a los pobres con choriplanes y repartían lo que no había.
Claro que con un poco de hypocrytes, nuestro buen burgués quesería combatir a la pobreza. Ni poco ni tanto, ovio. Porque tampoco es cuestión de que cualquiera, así porque sí, salga de yoping, de vacaciones, se compre pilcha de marca y se faje con celular top como pasaba con la yegua.  Ni ahí. ¿A dónde iríamos a parar? No habría pa todos, seríamos como Cuba o Venezuela. No, eso no. Eso es populismo.
Así que así, según sarepe, la mersa masmediera está comovida toda por la pobreza que se anuncia a diario en porcentajes colifatos, en estadísticas pal julepe. Los chirolitas de los medios se lucen más dolidos que la Teresa de Calcuta, caminan al borde del surmenage y acectan muzarella que la cosa  tampoco puede arreglarse facilonga porque no hay banca pa todos, porque antes que repartir los dividendos mejor la educación,  porque algún día la riqueza de los ricos derramará sobre los pobres en lluvia de bendiciones y bon vivir, porque mejor que a este gobierno le vaya bien para que le vaya bien al pueblo. ¡Minga!  Y prendemos y miramos los diarios y dale con la manivela, con el verso.  Y esto me tiene los huevos al plato, ya lo dije.
Es cierto, este cronista morfa macanudo, no le sobra pero tampoco le falta, y hasta se da el gusto de copetear un tinto de los buenos cada tanto. Tiene techo y empilcha más o menos. ¿Y qué? No le venga con la hypocrytes, o con el sover de sentir lástima por el mishio. ¡Lástima las pelotas! Pa llorar está el templo de los frailes y el barbeta de arriba, si esiste, nunca te da bola. Pesa la convición hecha deseo de que el día que el pobrerío salte la cerca, será porque salga de la voluntá de sus mismas entrañas y a la final haga tronar el escarmiento y dé vuelta la tortilla. Quien suscribe, será entonces un soldado más, un farabute escribidor de la gran maroma igualitaria. Endemientras, a pelar la mandarina con paciencia y a poner un cacho de la vida en el preparativo de la menesunda que se viene. Si la vaya a ver, ponganlén que sí o que no, pero aunque esté mirando crecer las plantas desde ajoba, de seguro que las lumbrices de mis carnes desgraciadas harán florecer los yuyos.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Timbreo



Es un hecho que la revolución de la alegría avanza con fuerzas renovadas hacia el logro de la Argentina que todos queremos, mal que les pese a quienes en fanática añoranza de perimidos modelos populistas. Prueba de esto, es la participación de miles de voluntarios en lo que ya se conoce como “jornadas de timbreo”.
El timbreo es sin duda una novedosa propuesta encaminada a acercar y compartir  la gestión de gobierno junto a los vecinos que tienen timbre en la puerta de sus casas. Pareciera que, por antonomasia, quedarían excluidos aquellos que carecen del mismo, pero no es así, ya que en estos casos, nuestros voluntarios están entrenados para emitir un sonido similar, onomatopéyicos universalmente aceptados como “ring” (base eléctrica), “tilín-tilín” (base campana) o el más moderno “pip-pip” (base electrónica), con lo cual, queda definido un sustrato inclusivo del acto en sí. Timbrear, en consecuencia, conjuga la acción política en un boca a boca sin intermediarios y en la que el “vecino” es el protagonista principal, ya que no sólo responde al sonido del timbre o su símil vocal sino que, lejos de constituirse como “pueblo” o receptor de propaganda política, pasa a ocupar un rol de emisor de inquietudes que el timbreador está obligado a escuchar y procesar. En otras palabras, conceptos como “pueblo”, “gente”, “Patria” o “Nación”, tan bastardeados en la historia reciente y contenedores de una generalización abstracta, se materializan en la inmediatez de lo concreto que representa el “vecino”.
El timbreo, como llamada, supone respuesta activa. El convocado abre la puerta de su casa, de su hogar, y no puede ocultar su sorpresa y su contento. En ocasiones, por temor a ser víctima de la inseguridad, nos habla desde atrás de una puerta con voz trémula, vacilante. Aún en los casos, como ocurre a veces, que el interlocutor conteste con un soez “ándate a la recalcada concha de tu madre”, la acción se considera una actividad participativa y nuestros voluntarios están capacitados para procesar la misma con un simple “acabo de llegar”, lo que abre camino hacia un diálogo fecundo, no exento en ocasiones de apelaciones pugilísticas a las que el timbreador debe rehuir amigablemente.
La creativa experiencia viene demostrando que la gestión de gobierno se retroalimenta en este ir y venir comunicacional donde no se imponen liderazgos ni mesiánicas banderías. Sin distingos de credos, ideologías ni clases, el vecino expone libremente sus preocupaciones y nuestros voluntarios, además de esclarecer sobre las dificultades heredadas de la dictadura kirchnerista, transmiten la palabra optimista y esperanzadora de lo que vendrá merced al esfuerzo individual de cada quien. Y allí donde la necesidad abunda inexorablemente, se lleva el consuelo, la voz comprensiva, ese “todo mejorará” que en los ámbito de la pobreza extrema supone un elíxir energizante. “¿Qué hiciste vos para no ser pobre?” suele ser una inquisitoria socrática con la que  el timbreador habrá de conducir el acto cognitivo indispensable capaz de inducir una pedagogía del éxito posible.
Para nuestros voluntarios, particularmente entre los jóvenes, el timbreo tiene una reminiscencia sexual en tanto el tradicional llamador de puertas posee una estética que lo asemeja a un seno  en el que el botón de pulso traduce al inefable pezón femenino, de allí que la acción de timbrear adquiere características lúdicas, eróticas y placenteras. Los “after-timbre” popularizados entre nuestros muchachos y muchachas que al cabo de la actividad se dan cita en bares y centros nocturnos de Palermo o Recoleta, son ejemplo palmario de la satisfacción con que encarnan la tarea encomendada.
Finalmente, es dable inferir que el timbreo, junto a la enjundiosa labor de nuestros cibernautas que a diario se manifiestan en las redes sociales, son las armas de un auténtico ejército de la alegría, la voz pastoral de las inversiones que ya llegarán para derramar con su mágico encanto la felicidad de nuestra gente.    

sábado, 13 de agosto de 2016

A Miguelito, un amigazo



Jodido bancarse la parada, amigazo. Radical probo, amamantado en las tripas reformistas de la Franja, gomía sensato de una zurda prolija y fetén, heredero de Alem y de Irigoyen como te gustaba encarpetarte, ahora estás fundiendo biela empiojado con el mótorman del tranvía conserva donde el garquerío campestre saca lustre y apila biyuya a lo pavote. Es cierto, Miguelito, la naifa de labia interminable te sacudió el marulo como si fuera un sonajero. Urticaria te sacaba y tenías las pelotas por el suelo. De verla nomás por la tele, ya te supuraba un grano en las verijas, y así no se podía vivir. Pa colmos, los jefes del doparti te convencieron de que después de tantos años sin cazar un cuero, se podían salvar las papas con el hijo de un tano bicho que te iba a tirar unas monedas, secretarías, ministerios y lo que fuera. Un cacho de poder, ponele, tan nesario a los efectos.
Así que laburaste tupido para el ésito de la fórmula campiona. Había que cambiar y cambiaste, tanto que hasta te pusieron de patitas en la calle los socialdemócratas de la Europa. Pero todavía no te importa, porque de seguro se puede torcer el rumbo de un paquebot amarillo y bacán, te dicen,  y sí, te manyás la mortadela como si fuera jamón del medio y hasta lo bancás al don Morales, el jujeño, como si fuera un cana macanudo y bonachón. Antes que la yegua, cualquier cosa.
Pero hay algo que te jode, me lo confiaste la otra noche cuando embuchabas un tinto berreta en el cheboli de siempre.  Y es que de copetudo no tenés ni la hilacha del prepucio. Porque el viejo te hizo radicha y laburante; anti peronista, ponele, pero no gorila; demócrata, eso fundamental, lo que se da de culo con el trino derechoso del jailaife presidente. Te ves venir las relaciones carnales y sentís que te van a clavar como muñequito en la torta, te quema en el balero que un toco de gerentes, palurdos ricachones, te alministren el ispa y, a la final, te julepea que la mersa no entienda lo de la pesada herencia y termines embarcado en un helicótero endemientras los de siempre se piantan con la mosca hasta más ver.
Tranqui, Miguelito. La historia da revanchas y tiempo pa rajar a tiempo. Eso sí, mirá que el chamuyo de la corrución dura lo que la baranda de un dope. Tené la valija siempre lista pal espiante y, gomía de la infancia, sabé que en mi cotorro, por más que mi jermu se encule, siempre habrá un lugarcito para vos. Abrazo grande.         

lunes, 11 de julio de 2016

Angustia



Resulta indudable que la utilización del término “angustia” por nuestro presidente, el ingeniero Mauricio Macri, para referirse al estado psíquico de los representantes de las provincias que el 9 de julio de 1816 declararon nuestra independencia del dominio español, se apoya en sus profundos estudios respecto del tema tanto como en una cosmovisión filosófica de hondos fundamentos humanistas que las concepciones populistas con sus perimidas exaltaciones patrióticas no pueden asimilar con la seriedad necesaria.
Vulgarmente, la “angustia” refiere a una condición psíquica en la que predomina la ansiedad, el temor, el miedo extremo, la melancolía, estado que suele acompañarse con diversas alteraciones orgánicas. El concepto fue abordado por la ciencia moderna y Sigmund Freud, dedicó al respecto gran parte de sus estudios a medida que articulaba sus observaciones clínicas. En este plano, el gran maestro vienés supo diferenciar al menos tres variedades de esta condición psíquica (realista, neurótica y social o moral), y sin ánimo de profundizar en la cuestión, no me caben dudas de que nuestro presidente, al emplear el concepto “angustia” en el plano de los hechos históricos que involucraron a un conjunto de individuos, hizo referencia a las mismas descartando en la inmediatez del discurso toda referencia explícita qué tipología pudiera haber afectado a cada uno de los congresales reunidos en la ciudad de Tucumán.
El psiquiatra e historiador venezolano Edmundo Suárez Rioja, en su tesis “Fenomenología Paranormal Bolivariana”, desarrolla la idea de que la “angustia neurótica”, en tanto percibida en el “Yo” por tracción en el “Ello”, fue la clave de numerosas  decisiones adoptadas por el general Bolívar, entre ellas, la de ceder al Mariscal Antonio José de Sucre la conducción del ejército libertador en la última batalla por la emancipación sudamericana librada en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Por el contrario, según el estudioso venezolano, el general español José Manuel de Goyeneche (1776-1846), conocido como el Chacal del Alto Perú por sus sanguinarios métodos represivos durante el levantamiento de Chuquisaca en 1809 y en campañas militares posteriores, padeció una “angustia realista” que explicaría su aficción a imponer tormentos de ingeniosa factura, descuartizamientos, empalamientos y otras avezadas extralimitaciones.    
Consultado al respecto, mi amigo, el filósofo holandés Diederick Van Der Hoorn hoy radicado en Villa Ortúzar, acaso influenciado por sus recurrentes incursiones en los barrios bajos porteños, se inclina por conceptualizar la idea de “pánico escénico” para referirse al estado psíquico de los congresales a los que se hace referencia, graficando al mismo con vulgarismos de uso frecuente tales como “cagados en las patas”, “pecho fríos”, “gallinas culo-rotos”, “sifilíticos del orto” y otros de estilo. En líneas generales, al proceder con tales afirmaciones, se apoya en sus detenidas lecturas de nuestra ciencia histórica vernácula, particularmente en los ensayos del profesor Deolindo Sartori, quien dedicó varios trabajos biográficos de congresales participantes en el Congreso de 1816, sobresaliendo las del sanjuanino Francisco de Laprida, quien oficiara de Presidente en aquella oportunidad, el santiagueño Francisco de Uriarte y los porteños José Darragueira y Fray Cayetano Rodríguez. Un común denominador, según los apuntes del profesor Sartori, instala la idea de que los mencionados diputados padecían de una ETS, la sífilis, en diversos grados de desarrollo, lo cual, si no les impedía ejercer sus funciones, los suponía afectados por “un estado de franco desequilibrio de orden depresivo en el que primaba la zozobra, la congoja y obviamente ciertas molestias genitales.”
En suma, puede afirmarse que, efectivamente, los congresales reunidos en Tucumán durante las jornadas que precedieron a la declaración de la  independencia, se hallaban bajo un complejo cuadro psíquico condicionante en el que la “angustia social o moral” jugaba un rol decisivo, más aun agravada en un contexto histórica en el que el general San Martín, con sus exaltaciones verborrágicas, más se asemejaba a un panelista del folletinesco “6,7,8” que al hombre de armas templado y racional que la hora demandaba.
Esto  y no otro subalterno fundamento, explica la alocución que nuestro excelentísimo presidente, con la serena convicción de los estadistas, le dirigiera al Rey Emérito Juan Carlos de España durante los actos del bicentenario, mensaje que tan eximio cazador de paquidermos supo interpretar con la noble hidalguía dinástica de los Borbones.   

jueves, 7 de julio de 2016

La Revolú de la Alegría



Raconto que es nesario aclarar, el glorioso club de los amores ha pasado horas mefistosélicas que la neuronía de la masa societaria todavía no puede digerir pa costituir el bolo alimenticio que el organismo requiere. Desde diciembre hasta aquí, visto el ésito eletoral de los Cambiemos, la minoría abacanada del Fulgor se agrandó como poroto en remojo y se nos vinieron en tropilla pa morfetearnos desde la Presidencia hasta la alministración del bar buffé, chantando pal caso que éramos todos ladrones, corrutos, kirrneristas y lo más peor que se pueda manyar.  Ovio, la mesa consetudinaria se bancó el chubasco a como pudo.
La mancada conservadora vino ispirada por el ingeniero don Artemio Frías con más una banda de secuaces radichetas olvidados de Irigoyen que asegún afirmaban y todavía lo hacen, andan siguiendo la ruta del dinero Ka, razón suficiente, adujieron, para empernar a más de uno en la galería de los ases del choreo, empezando por nuestro presidente en ejercicio, don Leopoldo Sastre, y a su secretario inetérnum, Marquitos Maldonado. Así la menesunda, en Asamblea Estrardinaria sacaron lustre por mínima diferencia para costituirse en sabuesos anti- corrución, cosa que allá por marzo, recién llegado de sus vacaciones en Cancún, el mismísimo Artemio Frías al volante de una retroscavadora, le encaró a los fondos de la cancha de bochas pa aujerearla como un queso tras la pista de una bóveda sin fiambre ni merluza, endemientras la viuda de Martínez se encanutaba los libros de la Biblioteca Aurora afirmando que de seguro, escondidos entre las páginas de los manuales Kapeluces estaban los dólares de la corrución ka-fulgurense. De más está decir, no encontraron un mango.
A todo esto, la mesa consetudinaria del bar buffé se aprontó pa defender su espacio lúdico y celebratorio. Puro olfato que se dice, se veía venir un allanamiento al egregio dispensario licorero de nuestro barman, de modo que por aclamación se costituyó voluntario el Negro Gutiérrez, el de la gomería del Camino de Cintura, pa trasportar el precioso cargamento hasta su comercio y tenerlo a mano siempre y cuando haiga falta. Lamentablemente, el Chaucha López, un batilana de los que no empardan, socio de nuestro archi alversario del Cultural y Deportivo Italiano, se enteró de la movida y le sacó varias fotos al Negro cuando pasaba los joncas de gancia, ferné y demás elísires finolis pa dentro del comercio, cosa que las espuso públicamente pa escarnio de la mesa consetudinaria toda.
Hay que decirlo, semos vítimas de una campania alucinógena. Apuntes fuleros en pila: que la Divina Colombres garpó con vento del club parte de las pilchas glamorosas que le sientan pipicucú pa deleite visual de los choborras bufeteros; que el Cabezón Lagomarsino, nuestro campeón de bochas, fue a menos en el Torneo Aniversario y se embuchó unas rupias que le tiraron los de la Asociación Estrella; que el doctor Salvatierra sobrefaturó las entradas cuando su erudita disertación “El yiro dialético de la historia”; que Carlitos Mercier, peronista de Perón según se auto intitula, tiene un plazo fijo de diez lucardas que nunca la denunció y sería un vuelto por la refación de los techos apoliyados de salón de actos; que el Cuervo García, troesma del andamio y del ladrillo, sin conchabo a la vista, se hace el pobre y no lo es, o sea, que bate miyiadura de puro gusto porque tiene un fitito que se compró dos años atrás y una tele full full de la época de la fantasía populista,  y así de corrido, que el pibe Marito, nuestro as del billar, camporista de nacimiento, es corructo prima facie hasta que se demuestre lo contrario.
Endemientras los secuaces de don Artemio Frías trinaban con lo de la corrución, se apropicuaron las boletas de la luz, el gas y el agua como cachetazo de Monzón, cosa que la CD batió otra Asamblea Estrardinaria pa resolver la cuestión. Primero en caer en la volteada, ovio, el Rengo Marinelli se hizo el gilurdo, mancó a los parroquianos del bar buffé con velitas en las mesas, hizo crepar las flurecentes de la cocina, clausuró la orbis que es un cañón pa responder al ofri del invierno y único brebaje habilitado para remojar el garguero, grapa de la más berreta, vino y soda, a no ser que uno se trajiera su propia dotación energizante. Pal torneo de truco “Ismael Celentano”, cada boncha tenía que aposentarse a la mesa con linterna, lo que hizo incompresible las señas tradicionales del criollazo juego en la jeta de los competidores. La peor parte la cargó Mariela, nuestra percantina profe de patín artístico, que facturando pirueta demostrativa en la oscuridá, se estroló contra una pared y se hizo pomada un garrón.
Así que así, la bronca viene guapeando. La revolución de la alegría sarepe un velorio fulo, tanto que el mentado guiso carrero popular que todos los años reúne a la masa societaria el primer domingo de julio pa recibir al invierno, esta vuelta se trocó por un buffé fruá con sanguchitos de gami y masitas de confitería, todo romántico a la luz de la velas y con invitados esclusivos, entre ellos, la gobernadora Vidal, que a la final dio parte de enferma y mandó saludos nomás. Tiempo de guardar y rejuntar la tropa, al decir poético de nuestro boga erudito, el doctor Salvatierra, “la noble mersa sudorosa / la que jotraba sin aspamento /  cuando el bacán la pone mormosa / salta violeta y trona escarmiento.