lunes, 12 de enero de 2015

Atenti a la estrolada



Centrojás siempre atento a la noticia, picapiedra del montón que trata de poner la bocha al pie cuando puede, este cronista no para de temblequear  desde que se dio por enterado de los sucesos en los pagos de Robespierre. Al decir de la verdad,  la irrución de los tres fanas de Mahoma en el bulín de los Charlie Hebdo  repartiendo matraca a lo pavote, dio más recelo que pena, más sospechas que certezas y lo pior, la mala espina pintada a la acuarela en el horizonte: y ahora, agarrate Catalina. Y es que en esto de parir enemigos bien jodidos pa  justificar represalias  con perfume de conquista, el imperio de nuestros días no inventó nada nuevo.

Ya como más de una lucarda y media de años antes del barba, según una ristra de papiros hallados en Tebas, un rico hacendado de nombre Eriberto Narmer fue atacado en su finca por una banda de hititas descontrolados que lo dejaron, a él y a toda la familia, junando a las petunias del Nilo crecer de ajoba, y fue el motivo que encontró el faraón Ramsés II para sacudirle palo y palo a los asirios y morfetearse tierras nuevas a la marchanta. Trecientos años después se supo que el pipiolo de Ramsés le había garpado en moneda fuerte tebana a los dichos hititas pa que consumaran el crimen.

Más cerca en la cronológica, en esto de pasar de víctimas a victimarios con carta fundada, sabido es que Canuto II El Grande, rey de Dinamarca, puso banca a una horda de pollerudos ingleses para que le pintarrajearan la proa de varios botes vikingos con frases ofensivas a su condición sexual, y así justificó la invasión danesa a la isla en el 1016, que fue cuando le sacudió con el martillo de Thor al pobre de Edmundo II Brazo de Hierro.

Así de corrido, más después, los ingleses no se quedaron cortos pa expandirse por el orbe con argumentos más pobres que parias de Rayastán, y ni hablar de los yanquis, que con eso de la supuesta cohetería amenazante de Saddam, se sacaron el botín de oro en el campeonato mundial de las invasiones modernas pa quedarse con el petrolio y dejar al Medio Oriente todo ensartado en la miseria de la cosa religiosa.

En suma, ejemplos sobran. Desde los años ochenta, cuando la CIA empezó a financiar y entrenar a los talibanes afganos pa enfrentar a la maroma sovietista, quedó claro que los fundamentalistas islámicos están más infiltrados por la agencia que rodilla de centrofowar habilidoso del fulbo japonés. La funcionalidad de los mártires de Alá en los planes espansivos del imperio guerrero de ocidente labura como relojito suizo, y sumado a la banca mediática con toda su parafernalia tenológica, el vento a discreción de varios jeques sauditas aliados de los wayingtones, las rupias del Mossad y la muleta de las petroleras, la cosa queda más que clara: a los muchachos del turbante hay que meterles fierro, no queda otra. Todo escarmiento que se haga sobre los bárbaros estará justificada, incluyendo algún que otro bombardeo sobre concurrido mercado palestino con su secuela de daños colaterales no deseados, como ser, el piberío de 2 a 8 añitos, porque después de los nueve ya son peligrosos.

En fin, pena grande por los escribas de la Charlie Hebdo. Pero atenti a la hora de calzar la culpa posta, no sea que mañana o pasado, por culpa de Tupac Amaru o del Chacho Peñaloza, nos chanten una cañonera de la US Army en el muelle 3 de la ciudad porteña y nos hagan pelota los coquetos restoranes de Las Cañitas y la Bombonera.    

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