sábado, 20 de enero de 2018

Nisman súper recargado


Era esperable. A tres años del corchazo, en medio de índices pa atrás, impuestazos, inflación  y escandaletes varios en el mejor equipo de los últimos 50 años, el fiscal tenía que resucitar sí o sí. Así que el Juez Julián Ercolini puso la bocha al pie: al quía lo mataron. Y el dobolu de Lagomarsino (que no debe ser ningún boludo), fue partícipe nesario. Puso la pistola, o lo que es decir, puso la jeta ya que el fierro estaba a su nombre. Y más todavía, de seguro fueron dos lunfas los asesinos, aunque pudieron ser tres o cuatro, sin contar al diariero de la esquina, el que pasó en la zanellita a las 11, la minusa que le hizo ojitos a un custodia y los custodias mismos, otros cuatro pelotudos que, casualidá, no se apiolaron que al ñorse lo estaban vacunando. Bajo sospecha quedan los peritos forenses de la Suprema Corte por haber dictaminado todo lo contrario que los peritos de la Gendarmería de Pato Bullrich, o sea, como quince súper pelotudos incapaces que ya deberían haber presentada las renuncias. Ni hablar de la jueza Palmagini y aquella fiscal regordeta con ganas de jubilarse, dos pipiolas de cuarta que no vieron lo que había que ver. Y obvio, también la administración y consorcio del edificio, giles de estopa porque, camaritas por todos lados, algunas funcaban y otras no, ficharon a todos los que entraban y salían menos a los asesinos.

O sea, hay sospechosos y pelotudos como para hacer dulce. Pero eso no importa. Lo del comando iraní-venezolano denunciado por Lilita hace agua, porque vinieron en buque bus pero no vinieron. La pista del Hombre Araña o de Batman, que pudieron trepar por las paredes sin ser vistos y rajar de igual manera, no está de moda. Por ahí, pintaría joya apuntarle a una pista mapuche, dos o tres vagos medio jipis, que bajaron de un Vía Bariloche procedente de Neuquén y fueron derechito a Puerto Madero con la intermediación de un chamán que los hizo invisibles y como de plástico derretido, cosa de manducarse al fiscal, acomodarle la jeta contra la puerta del ñoba y rajarse por una ranura, o por las cañerías, porque ahí de seguro que no hay cámaras. O por qué no, rastrear la pista feminista, tan de moda en estos días, desculando el accionar de una brigada de enemigas del falo, visto y considerando que el fiscal era alto consumidor prostibulario y por ende enemigo jurado de la causa.

Con todo, pal señor juez, una cosa está clara: hay varios millones de pelotudos que están dispuestos a creer que a Natalio lo mandó a matar Cristina. Y esto, aunque no pueda probar un joraca, aunque téngase que inventar un fenomenal cuento cachivache. Entonces, ¿por qué negarle a la gilada una satisfacción y aunque más no sea, chantarle una preventiva a la yegua?

Claro que endefrente, habemos otros millones de pelotudos que estamos convencidos de que Natalio, depresivo y cagón, se clavó el corchazo. Y pal caso, nomás sentido común. La denuncia con que amenazaba era más trucha que un Rólex paraguayo, los gomías como Stiuso lo habían dejado solo y encima, en Diputados, los kirrneristas lo iban a hacer moco con denuncias de biyuya mal habida y hasta fotos de putañero finoli. Pero esto tampoco importa al señor juez, claro.

Acá lo importante es que para siempre, o al menos por unos años, la duda quede boyando al garete, que estean los boludos de un lado y del otro, y así, cada tanto, como en una película de zombis, el fiambre resucite, sino en cuerpo, al menos en gráfica, audio y video, que al decir de la verdad, es la verdad verdadera, o la realidad paralela o la certeza incierta.

Eso sí, sepa el señor juez, doctor Julián Ercolini, que no se salva de la categorización aquí establecida: pa los mandamases y dueños de la gran torta, él también es un pelotudo. Y de entre tanta mersa giluna, destáquese por despabilada y rápida, candidata al monumento, a la javie de Natalio, doña Sara Garfunkel, la única rana en toda esta menesunda, quien, todavía tibio el fiambre, antes que se apiolaran los burócratas,  rajó de partusa por varias sucursales bancarias, vació las cajas de seguridad que tenía el nene y se hizo de buena parte de la mosca, no fuera cosa que la ex viniera a reclamar esa parte de la herencia.

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