domingo, 10 de abril de 2011

Sensacional Inaguración

Muy estimados:

Reseña posta que cuadra de arranque, temas pal debate sobran pero la cuestión obligada es una, a saber, la inaguración del estraordinario blos de interné que la masa societaria y demás simpatizantes del Social y Deportivo Fulgor de Mayo venían pidiendo a gritos, molumental tarea que la CD puso en manos de don Baldomero Fuentes, a cargo de la Comisión de Prensa y Difusión.
Pero ingrata cuestión, el viejo Fuentes, esperto en los mimiógrafos clandestinos desde el 40, apenas si le acierta a las teclas de una Reminton del tiempo e ñaupa. Mismo quien suscribe, nomás sabe encender la maquinola y no le sobra virtú, así que en materia de armado y disenio del blos según se ve, va el agradecimiento a la ciclópia labor del amigo Eduardo Médici, periodista entendido que en sus ratos libres le va dando forma sin apuro. De articulistas se verá y anotados hay varios, alhonoren todos porque biyuya es lo que falta.
Abierto desde hoy a la estratófera sideral de la interné, habrá quien ya nos conoce y quien no. De los primeros se ruega paciencia si alguna aclaración se repite y de los segundos lo mismo pa ponerse a tiro de los otros. Y aclaración hecha, obligado está el escriba a esplicar cómo se llegó hasta aquí, que fue un tirón plagado de espinas. De prima, la alquisición de la computadora nesaria al jotraba, precio de bicoca que se garpó por la usada de la hija de Margarita Bruni: una ganga, procesador jovato pero fetén, televisor en tenicolor, teclado ergonáutico y maus inteligen sin cable y a control remoto. Lo segundo fue la conesión a la interné, y hasta aquí todo piola porque la cosa venía asegurada desde que Néstor Treviño, socio ativo 1356 y vecino lindante al club, ya había ofrecido la suya propia, conesión güifai según aseguró, antena pegada al techo, velocidad de fórmula uno y gratis. Así que todo bien, la historia se embarró a la hora de dilucidar donde plantar el equipamento.
Reunión de la CD los días miércoles, dos consecutivas. Analis a vuelo de chancho, el lugar es la pieza de la Biblioteca Popular Amanecer, fecundo ámbito para el saber, puerta al fondo del salón de fiestas, ventana al patio, almófera diáfana pal estudio y la concentración del espíritu, docientos títulos almacenados para consulta gratis de la infancia y adolecencia, desde el “Manual Kapelús” edición 68 hasta el “Platero y Yo” de la Editorial Güemul. Pero el problema es la conesión elétrica, aclaró don Leopoldo Sastre, actual presidente en ejercicio, que no la hay y habría que llevarla, cosa que por el momento parece imposible por el rojo de tesorería, olvidensén.
Descartado el quincho parrilla por las goteras presistentes, ni pensar siquiera en habilitar un rincón de la cancha de bochas, palabras testuales de don Leopoldo, ¿quién puede asegurar la salú de las máquinas en el fervor de las lides deportivas cuando tallan las cargadas, el jetoneo y sobre todo las apuestas y tremolinas, que allí más de uno se juega el bolsillo y la dinidad?
Pista abierta al embrollo. El salón de fiestas, como lo dice la palabra, es para fiestas, espuso María Luisa, de la Comisión de Damas, y aclaró por si lloviera, único lugar por ahora, pónganlan en una mesa del bar buffé hasta que llegue la eletricidad a la biblioteca.
Rodeado el rancho, que es decir el bar buffé, los pros y las contras quedaron al orden del día y de la noche. Cierto que nunca se ocupan todas las mesas, que siempre queda una disponible y podría ser esa, a la derecha del mostrador, con enchufe a mano que es el mismo de la fiambrera, cuestión simple de resolver poniendo un triple de los de zapatilla. Pero al punto, la ponencia del doctor Salvatierra, boga erudito y orador sinecuanón, cargó la voz de los habitués consetudinarios. Despropósito mayúsculo, si se me permite, esplicó, traformar el amoroso bodegón que nos cobija con su tierna sábana de licor sensible y querendón, convertir este Olimpo galano de vermuces decidores poco menos que en un putañero cibercafé de los modernos, qué digo despropósito, si se me permite, un insulto, un atentado criminal y nausebundo a la gloriosa enseña rojinegra.
Quijotesca ponencia de Salvatierra, ni falta que hacía la arenga monetaria del Rengo Marinelli, concesionario del buffé, interesado primero en el ésito y la prosperidá comercial, estadística en mano, probado está que el vicio del navegante internético es inversamente proporcional al uso y consumo de todo elísir espirituoso como de la charla amena y creativa.
La discusión fue para largo. Decisión tomada por la CD a la final: istalación provisoria del maquivélico aparato en el salón de fiestas, alquisición de cablerío y enchufes al fiado en la ferretería de Pascual Barriga y a cambio de condonación de deuda de cuota societaria. Frutilla pal postre: inauguración oficial de la primera computadora fulgurense y, aunque sin terminar en su disenio, lanzamiento del blos Fulgor de Mayo el sábado 9 de abril, 19 horas, entrada libre y gratuita.
Y así llegamos a la fecha prevista, mismo hoy, formalidá que el caso merita y puerta abierta al júbilo de la masa societaria. Tarde otoñal, con las sombras de la noturnidad viene la fresca, cunde el nervio y se espabila hasta el más lenteja en la maroma de los preparativos. Sudor y espetativa. Ansiedad que se acomoda con peine. Últimos detalles. Nadies queda al margen.
Luces a discreción, un foco apuntando al cuore de la mesa galanada al fondo con fintas de papel cre y estrellitas de glacé, obra manífica de la Comisión de Damas. Y allí arriba, como junando al público que se da cita, la esclusiva agasajada, eseccional incorporación tenológica, motivo de orgullo para el club de los amores, bien que tapada a la vista por un percal rojinegro confecionado para la ocasión, aguarda la maquinola su istante de encendido y puesta en órbita cibernética inagural.
La CD en pleno se arma de paciencia para recibir a los invitados. Entre los de honor, primero que todos se apunta el padre Lucas, cura de la San Mateo, sotana obligada, sermón estudiado y en tren de apuro por echar una bendición, cosa que, se le aclara, no se ofenda, sabida es la entraña librepensadora de la istitución, lo suyo no hace falta. Como siguiéndole las huellas, hijo de socios fundadores que ahora apunta para rabino, Efraín Goldman no le hace asco a una sonrisa sobradora.
Entre otros distinguidos, Federico Gómez, delegado municipal, se ha escusado por compromisos previos, mismo que don Pedro Casal, juez de los más probos, aquejado por una lumbalgia bruta que lo tiene arrumbado en catre desde hace días. Presentes y entre otros, por ahí andan doña Sara Amatti, diretora de la Escuela 24, Estela Díaz, de la Coperativa Testil Argentina y a lo menos una docena de viejos socios fundadores, próceres todos de nuestra historia. Especial nombradía a don Celestino Barros, ladero de fierro del gran Ismael Celentano en los tiempos liminares, varón de alcurnia metalúrgica, manyado en cárcel, picanas y perreras de siempre, desde Justo hasta el 2000, no hubo gobierno que se privara de encanutarlo. Y aquí está, noventa pirulines y en silla de ruedas, sonrisa pa regalo, la gota no le perdonó las junturas, dice al pasar, pero de la zabeca un kilo, viene a enlazar su pasado anteliduviano a esta implosión de la modernidá.
Salón colmado de público entusiasta, nadies quiere perderse la oportunidad de ver el espetáculo y copetearse de paso con un vinito de honor. De arrimarse, nomás está permitido hasta el cordón de hilo chanchero, metro y medio delante de la agasajada, con alvertencia en cartel escrito de apuro, “PROIBIDO TOCAR”. Y a más, en atención a los iletrados y al piberío que no sabe de límites, Divina Colombres hace de custodia a cuatro manos.
Silencio se pide. Vamos a empezar, alguien grita, las manos haciéndole de bocina, a ver si se callan, che. Los pendejos sentaditos adelante, por favor, así los demás pueden ver, organiza don Baldomero Fuentes, que va a oficiar de de troesma de ceremonia. Doble hilera de sillas para los convidados especiales y detrás la masa. Fumadores la junan de afuera.
Su atención, por favor, introito de don Baldomero, micrófono en mano. No se escucha, grito anónimo desde el fondo. Pero el Ranser adactado de amplificador no da para mucho más. Acerquensen, va por rogatoria, cuidado con los pibes, despacito, no los aplasten. Y arranya el ceremonial.
Impostación perfecionada en inumerables faenas, el maestro ceremonial se esplaya a gusto por provecho que hace de su proverbial verba y poética espresividad. Paciencia, como estaba prevista. El piberío de adelante no se aguanta en atención y algunos hacen de las suyas, por más esfuerzo que pone la Divina Colombres en tenerlos quietos. Don Celestino Barros cabecea su onírica en la silla de ruedas. Carlitos Maldonado, secretario de la CD en ejercicio, toma nota de los dichos a como puede pero se sale de la vaina por ponerle punto final al espiche de don Baldomero, ahora en el tramo delicado de una cita testual, versos de Ibraín Jaluff.
Y así que su tiempo se ha tomado, es la hora de don Leopoldo Sastre, presidente en ejercicio, erguida figura, nomás le basta una ojeada para convocar al silencio de la audiencia. Aplausos. Brevísimo intermetso, no es el varón amigo del chamuyo florido y más le sienta la concrética, el aserto posta y preciso: referencia obligada al gran fundador, don Ismael Celentano, espíritu presente en esta ocasión, ejemplo redivivo con sus tres leyes dialéticas que nos gobiernan, y eso para empezar. Rápida evocación histórica desde los orígenes hasta hoy día, augusto presente del glorioso Fulgor de Mayo en esta su estraordinaria gesta científica tecnológica, a proceder entonces. Aplausos.
Istante sublime. Silencio sepurcral. Ni la mosca vuela. Música al aire y redoble de tambores. Invitada a descorrer el percal que cubre la maquinola, a Margarita Molinari, socia de las primeras allá por el 47, le tiemblan las manos y los pieces, si por la emoción o por mal de ancianidad, nadies sabe y poco importa. Y allí está, soberbia, imponente, la primera computadora del Social y Deportivo Fulgor de mayo. Pedazo de fierro, alguien dice. Un trator con enchufe, se escucha. Jovata pero qué más da, sentencia Marito, el de la Cámpora, por joven, conocedor de artefatos mejores.
Ahora bien, no se le pida a don Leopoldo Sastre que entienda de cómo encender esto, que para eso hay especialistas, a saber, el Pibe Zambrano, veinte abriles, generación del vidiojuego, inteligencia letrónica. Y el nervio sigue increyendo. Pichón de luz se enciende y ruge el motor de la máquina, sordo rumor de turbina gastada. Espetativa siningual. Hasta el piberío de adelante se ha callado. Un parpadeo en el televisor, como que quiere y no quiere. Y vamos que va, dice alguien del fondo. Istante tremendo, dramático, comovedor. Esplosión de color en la tele. Aplausos. Ful-gor, Ful-gor, clama la masa rojinegra.
Pero hay que esperar la conesión del güifai, ciertamente, esplica don Baldomero, entendido en ceremonial, tengan paciencia. Y en esto amenaza con entretener a los espetadores mientras el sistema se adacta, sino con versos de Ibraín Jaluff, con alguna esplicación de cómo funca la cosa. Y si alguien le sigue los dichos, no parece. Toda la atención puesta en el Pibe Zambrano, diestro en el maus, como acariciando una mina. ¿Y? Esperen. Conesión establecida, ya estamos en el espacio sideral internético, a toda potencia, velocidad crucero, sigue esplicando don Baldomero. Vamos carajo, grita un burro del fondo. Ya viene, aclara el Pibe Zambrano, ya viene, conetividad quinientos doce, no es de la mejor. ¿Kilómetros por hora? No, después te esplico.
Momento alterador. Santiamén indescritible. Fogonazo bruto y de arriba pa bajo, como haciéndose desiar, llega la imagen, fotografía de alto voltaje visual, esquina viseral de barrio profundo, la esfinge frontispicio del glorioso, presentación noturna de mágica luminosidá, obra artística del Rengo Marinelli que hizo la toma mismo con su propio telefonito con cámara jai definiyon. Espelusnante. Más lindo que la realidad, comentario que está de más. Pasa que a la foto se le hizo un liftin pa mejorarla, aclara el Rengo. Cierto, está tuniada, agrega Marito. ¿Y a quien le importa? A nadies según se aprecia, si basta atender a los ojos ávidos, los cogotes estirados pa ver de más de cerca, las amídalas congestionadas de emoción. Parece un palacio, parece, alguien murmura a las espaldas. Y el escudo rojinegro en la pared, como con luces flurecentes, y la heladera de la Pepsi como chuzeando la puerta, impactante, y el falcon 79 del Ruso Urbansky justo estacionado en el cordón, y la que se puso delante de la foto, es la Divina Colombres, esencia de diva, no quiso perderse la oportunidad, se dice y se desdice, uno opina y otro discute pero asolutamente todos están embargados por el angustioso entusiasmo, incluido este escriba.
Espresión recantada, una mujer lagrimea y se muestra como prenda de feminidad, de nada se priva y menos en cuestión de sollozo. El varón se las aguanta como puede, se morfetea la llorera igual que si fuera dulce leche, se le frunce el gañote y le palpita el bobo a cien por hora pero no se manca, envuelve la emoción en paquete de regalo y lo guarda para ocasión más íntima. Así las cosas, nadies se mueve de lugar, hasta que del fondo alguien bate palmas, y después otro, y otro, y a la final, aplauso cerrado y prolongado. La emoción se enyunta al regocijo, se torna alborozo y entusiasmo. Alguno de los viejos empieza a entonar el himno “Glorioso Fulgor Mayo”, letra y música del gran poeta y compositor don Francisco Paco Martelli, pero pocos se lo saben de memoria, pena grande, y el intento no pasa de la primera estrofa, esa que dice “Nacido en barrio de latas/ estampa obrera, sudor y cayos/ pasiones mi club desata / glorioso Fulgor de Mayo”.
Y así, como no quiere la cosa, el circo sigue su camino al infinito. Sábado empilchado de noche, domingo no se labura, el bar buffé del Rengo Marinelli abre su alma a los parroquianos que gusten. Allí van los de siempre: el Ruso Urbansky, Carlitos Mercier, el Negro Gutiérrez, Lagomarsino, el doctor Salvatierra. Y quien esto escribe, pide disculpas y se queda frente a la maquinola para escribir lo que está escrito.
Desde las aulas sagradas del glorioso, abril 9 de madrugada, saluti a todos.

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