domingo, 24 de abril de 2011

Vargas Llosa y el Fulgor de Mayo

Muy estimados:

Todavía retumba en lotananza el eco de la sensacional inaguración. Cual nave espacial polenta, la primera maquinola fulgurense propulsada por el güifai mega de Néstor Treviño recorre el universo internético con la foto postal del glorioso y el escudo rojinegro de briyo fluresente. Primeros aportes blogeros, Teresita Corvalán, pebeta de las nuevas, puro entusiasmo, jamón del medio, conocedora de las entrañas del club, puso en órbita resumen atualizado de la labor de algunas comisiones. Ermindo Brin, facultativo de esperiencia garantida en cuestiones sentimentales, siete divorcios a cuenta, versado en la siquis, labia terrible con más repulgues que empanada criolla, se ha apuntado de ayuda con su consultorio galáctico que intituló “Dr. Amor Responde”. Todo y más, incluida “Primera Campaña Internacional de Seguidores Fulgurenses”, en nuestro blos de interné www.fulgordemayo.blogspot.com

Así de corrido, la cosa ya da que hablar y levanta polvadera de envidia en los archirrivales del Unidos La Estrella, que tienen cancha de fulbo propia, hay que reconocerles, pero ni ahí están de alcanzar nuestro eminente nivel tenológico. Cuestión esta que aquí se trata, ovio, en el bar buffé que hoy atiende la Divina Colombres, en soledá pecaminosa porque el Rengo Marinelli se tomó el espiro hasta el urólogo. Arenilla en el riñón, aclara la Divina sin que nadie se lo pida, la próstata le funca un kilo.

Ventajas y contras de la conetividad, hay mociones como para hacer dulce y nadies se ha privado de opinar. Hasta hoy, digo, y peor, lo de ayer fue catatónico. Reunión urgente de la CD solicitada por don Ángel Sebio, socio activo, cuota al día, hombre de ilustración superlativa, igual que su esposa, doña Carmen, letora empedernida. Y pasó que vez pasada, jubilados ambos, tiempo de sobra, se tomaron el tren, dos coletivos, diez cuadra de a pie y así llegaron a la Feria del Libro en la Capital, esplicaron, y como mariados entre tantos brolis, destino o gracia reservada, fue cosa de dejarse llevar por el gentío para amucharse en salón abacanado al fondo. Luces a cagar, micrófonos en racimo, tarima posta, ansiedá que se cortaba con yilet, el que parlaba en charla conferencia era el nobel literario don Mario Vargas Llosa.

Tal parece, no más a poco de escucharlo, don Ángel reculó como el mejor pero a istancias de Carmen, que lo tiene entre los escribas más preciados de su juventud, le soportó la perorata, y va que al terminar, pasillo pa la salida, destino o gracia reservada, ya lo dije, doña Carmen se abrió paso entre la multitud, don Ángel de la mano llevado como barrilete, y así que lo tuvo enfrente al ilustre, le dijo que don Mario, no sabe como lo almiro, y más, el coso se detuvo, la saludó medio como con asco, pero la escuchó, y fue que doña Carmen le habló del glorioso Social y Deportivo Fulgor de Mayo para que se le pararan las antenas como a cucaracha en basural. ¿No me diga? Así le digo, don Vargas. ¿El mismísimo Fulgor? El mismo. ¿El club del gran Celentano? No hay otro. ¿El de las tres leyes dialéticas? Si sabe de la cuarta, avíseme. Y así que si, que no, conetividad güifai, sensacional blos, le esplicó doña Carmen, péguese una visita. Faltaba más, viernes veinte horas me voy a conetar con el club, le contestó muy amable el quía limeño, esperenmen sentados.

Así que cita especial, la CD en pleno y curiosos a discreción, todos alrededor de la maquinola hoy istalada en una mesa del bar buffé, primera al fondo cosa de no molestar a demás parroquianos que de literarias poco manyan. En otra mesa, la de costumbre, pegada a la zurda del mostrador, los de siempre: el Negro Gutiérrez, el de la gomería del camino de cintura, bueno para nada pero de mente ojetiva en cosas de amor, minerío y sesualidá, capaz hasta de discutirle a una enminencia en los temas jot como don Ermindo Brin. Por la puerta que da a la cancha de bochas se arrimó enseguida el Ruso Urbansky, ochenta abriles bien llevados, preclaro de la ciencia social materialista dialética como él se intitula, socio de los fundadores. Carlitos Mercier, otro, último campeón de truco 2010 en pareja con Willy Sanguineti, as de la conga y el acomodo, puntero fundamental de los últimos dos intendentes y conocedor como pocos de la interna justicialista municipal, provincial y hasta nacional. Y quien suscribe, claro, que poco cuenta sino es para contar lo que aquí se habla, temas de hondura fisiológica y de candente actualidad, ispiración abierta para el escriba.

Última, recién llega de jetra gastado, la tacorba de corrida en el cuello, dos audiencias en el mismo día, fusilado, se disculpa, el doctor Salvatierra, boga civil y comercial, erudito, frondicista desde los tiempos de la UCRI, chamuyo florido siempre, nomás que se sienta, empina un farol de Cinzano, provechito, y nomás que pregunta por la conesión internética, contato establecido, a la espera estamos, le esplican del fondo, quince minutos pa las ocho, en cualquier momento el nobel de la literatura va a entrar al blos del glorioso pa saludar a la masa societaria y de seguro arrimar opinión.

Sesión de luxe. El bar buffe luce una de sus estampas memorables. No será el peruano novelista primera figura de lustre que se arrime a estos salones. Otros se han apelechado en vivo y direto, como lo hizo Evalngelina Salazar, la jermu de Palito Ortega, en los tiempos de Jacinta Pichimauida, o como José “Mano de Fierro” Salinas, campión welter yunior que noquió al francés Durand en el Palé de Box de París, y cuántos más, nadie lleva la cuenta. Pero que se avenga un escriba de semejante talla por la tele de interné, primera vez que pasa y la espetativa es espelusnante.

Pa condimentar la espera, nada mejor que el verbo florido del doctor Salvatierra: si se me permite, ¿quién no se comovió en la juventú con la prosa llana y entradora de Vargas Llosa?, ¿quién no se avino rendido a los pies de personajes inefables brotados de su creadora inventiva?, ¿quién no se introdujo en el aciago mundo de sus crónicas sociales de emotiva raigambre?, si se me permite y pido disculpas por lo soez, el hombre es un hijo de puta y ahora anda de copeteo bacán en cuanta ronda se lo invita, erudito espositor de la idiología cipaya y entreguista.

Ya empezamos, dice el Negro Gutierrez, el de la gomería, ¿para que lo invitaron entonces? Asiduo letor de El Gráfico, el Negro no caza un cuero en prosa y menos en versos. No le vengan con finuras. Diferente al Ruso Urbansky, viejo obrero linotipista, autodidata de cepa augusta, da la razón al doctor Salvatierra y conoce de propia letura la obra del susodicho. No es pa tanto, los suecos le dan el nobel a cualquiera, aclara por si llueve, ¿o no se lo dieron al Obama premio a la paz y ahí nomás el negro dobló marines en Aganistán y ahora se quiere quedar con el petróleo de Libia? Difícil discutirle al Ruso en cuestiones internacionales. Silencio a la espera ¿Cuánto falta? Siete minutos pa las ocho. ¿Cumplirá el varón?, pregunta alguno del fondo.

Ronda de vermú con ingredientes y atención esclusiva de la Divina Colombres, ya lo dije, mujer de aquellas, camión con acoplado en su juventud, todavía se hace desiar en el batir de las ancas y de la pechera pal crimen. Pero placer para almirar de vista, hoy no está el Rengo que la hace callar y de seguro que, mientras abona en la mesa, opina en eseso de mutus propius, a saber, que algo le escuchó al peruano, esplica, y de lo poco que le quedó, está eso de la libertad libre para los negocios, cosa que le recuerda lo más fulero del pasado. Y aquí va, que fue en los tiempos del sultanato, cuando el Rengo Marinelli, hoy dorima púa, quedó en la caye porque libremente cerró la hilandería La Argentina, y el Rengo en la caye pero contento con la indenización y la libertá, así que se hizo libre empresario y probó de remisero y se creyó Gardel hasta que el auto crepó de tanto uso y vuelta a empezar, en la caye y libre, eso sí, tan libre que hasta pensó el sucidio, libre y seco, y tuvo suerte que la conoció a ella, la Divina Colombres, misma quien habla, suerte también tuvo que el glorioso le tiró una mano y le ofreció la concesión del bar-buffé del club sin condición ninguna, a no ser la cena semanal de los viernes al costo pa los muchachos de la CD.

Rengo, volvé pronto, hablan los ojos de Carlitos Mercier. Historia repetida, que alguien la haga callar a la Divina. Y viene Marito, el de La Cámpora, sin despegarse de la mesa de billar, taco en mano, a tiro de segunda carambola y con el Flaco Trimarchi que no le pierde pisada. Dos ferné cola, ruegan. Y allí va la diosa en atención, cachas prietas, nadies le pida un bis.

Segunda ronda de vermú y se nota. El problema no es el chancho sino el que le da de comer, introduce Carlitos Mercier, que venga y diga lo que quiera pero que no se ofenda por los dichos del otro, ¿que quién se piensa que es? A la final, el proyeto nacional y popular no se va a doblar ni porque venga San Vargas con la dotrina neoliberal a bendecir a nadies.

¿Pero pa qué mierda lo invitaron al blos?, avisa de nuevo el Negro Gutiérrez. Fue la mujer de Sebio, le explican los del fondo, todos pegados a la maquinola, cuatro minutos pa las ocho, listos para hacer contacto, aquí Cabo Cañaveral Fulgor de Mayo, responda Vargas Llosa.

Minga, el mono no va a venir, sentencia Marito, el de la Cámpora. Y si viene le damos masa, agrega el Flaco Trimarchi después de pifiar una carambola regalada.

El que viene es el Rengo Marinelli. Del urólogo viene. Mirada enquisitiva de la Divina Colombres, como preguntando ¿y?, ¿qué tal te fue? Pero turro, como todo rengo, le apunta a la mesa nostra, se arrima hasta las orejas y dice que si están pensando que me enchufaron un dedo en el culo se equivocan. Risa de Mercier. ¿De qué te reís?

Conesión güifai, aquí Fulgor de Mayo, conteste Vargas Llosa, dicta el Pibe Romero, operador de la maquinola, igual que en la películas de guerra. Silencio sepurcral.

Los médicos estaban de paro, interrumpe el Rengo Marinelli, así que no me quisieron atender, culpa del flaco Islas y del necochense González. Callate, Rengo, piden los del fondo, si vos hablás no se escucha a Vargas Llosa. Arenilla en el riñón que la próstata no tiene problemas, aclara de nuevo la Divina Colombres desde el mostrador. Cállensen, grita el Pibe Romero, aquí Fulgor, conteste Vargas Llosa.

Si se me permite, habla el doctor Salvatierra, además de hijoeputa ese Vargas es cagón, con todo respeto lo digo, si se me permite. Y vendido, completa Mercier, el menos indicado. Callate, Carlitos, que vos estabas con Menen, y después con Duhalde, y ahora con Kirner, se espresa el Ruso Urbansky. Pero como dijo el General, la única verdad es la realidad, contesta Mercier, ni menemista, ni duhaldista, ni kirnerista, peronista de Perón y punto.

Ocho y doce minutos. Naranja. Aquí Fulgor de Mayo, conteste Vargas Llosa, sigue el Pibe Romero.

Nueva ronda de vermuces. Palitos, papitas y aceitunas. Al final, la conesión güifai no sirve pa mierda, sugiere el Negro Gutiérrez. Arrugó el peruano, eso pasa, define Salvatierra con derechazo al ángulo imposible para el arquero. La próxima lo invitamos al González. ¿El de la guía? No, el de la Biblioteca Nacional. ¿Y quién lo juna? Varón de probo inteleto, sigue Salvatierra. Una masa, aclara Marito, el de la Cámpora.

Y pasa el tiempo, concecto astracto, no esiste sin espacio que le manque salidera. De punto a la medianoche. El Rengo Marinelli pide permiso y se va a torrar. En una de esas, mañana levantan el paro y me ve el urólogo, esplica. Arenilla en el riñón, aclara la Divina Colombres.

Y ya es tarde, nos vamos todos, cualquiera lo dice. Nomás Carlitos Mercier se queda un rato para leer la notable ponencia del amigo Néstor Gorini, médico de trinchera conurbana y esperto en asuntos de la salud pública. Habría que publicarlo, sugiere. Pero nos vamos.

De mientras, aquí Fulgor, conteste Vargas Llosa, rima la voz gastada del Pibe Romero, ahora solo y pegado a la tele de la maquinola.

Desde las aulas sagradas del glorioso, abril 1 del 011, ventolina de otoño que apunta al frío, saluti a todos.

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